Mayor Empobrecimiento y Pérdida de la Soberanía se Vislumbran EL GOBIERNO SIN PODER EN LA RENEGOCIACIÓN DEL TLC
Por la Doctora Josefina Morales,
Miembro del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM,
México atraviesa por una crisis orgánica en
la que la élite político-económica pierden, día tras día, el consenso
con los sectores populares y presenta contradicciones en su interior, En
estas condiciones el gobierno no tiene fuerza social para negociar,
aparte de que las élites trasnacionales del poder exhiben el mayor
entreguismo de la historia.
La guerra contra el narcotráfico ha
fracasado. las reformas estructurales de las políticas neoliberales
desde 1981, han llevado a un raquítico y desigual crecimiento, a una
precarización del empleo y al crecimiento de la pobreza. La
descomposición del Estado está a la vista de todos los mexicanos.
En
la próxima renegociación del TLC que se anuncia para iniciar la primera
ronda el 16 de agosto, el próximo miércoles, requiere tener claro por
lo menos tres situaciones: 1.- El momento del país, del gobierno, del
Estado, para renegociar con la potencia imperialista comandada por el
neofascista Donald Trump; es decir, la profunda debilidad del Estado
mexicano en medio de una crisis orgánica sin precedente. 2.- El saldo
del TLC después de 23 años de funcionamiento. 3.- La renegociación en la
perspectiva de la crisis de la economía mundial.
Del saldo del TLC señalemos cinco características
.
Crecimiento insuficiente y desigual. Nuestro país registra una de las
tasas más bajas de crecimiento de Nuestra América, apenas uno por ciento
del producto interno bruto per cápita, con uno de los salarios más
bajos del mundo.
. Pérdida de la soberanía alimentaria: importamos maíz, frijol, arroz…
. Pérdida de la soberanía energética: proceso
que deberíamos denunciar como traición a la patria. Desde la crisis de
1981-1982 y el auge de los precios del petróleo de 2006-2014, los
ingresos petroleros fueron dilapidados despiadadamente, Pemex
desmantelada y endeudada, con el resultado de que hoy nuestro país es
importador de gasolina, más de la mitad del consumo nacional, y mañana
lo será de crudo. Mientras el sector eléctrico, de cuya privatización,
el SME es testigo viviente, está cada día más dominado por el capital
extranjero. Y los trabajadores del sector enfrentan el desempleo y la
violenta precarización de sus condiciones laborales y de vida.
. Inserción en las cadenas productivas
internacionales, las cadenas de valor de las trasnacionales, comandadas
por el capital trasnacional, a partir de la fuerza de trabajo mexicana,
cada vez más calificada, y mal pagada. Los principales exportadores e
importadores del país son empresas trasnacionales. Los trabajadores
mexicanos migrantes en Estados Unidos enfrentan no sólo las críticas
condiciones de trabajo, sino que ahora con Donald Trump atraviesan el
infierno.
. Pérdida de la soberanía nacional, pues el
TLC no es sólo un tratado de libre comercio, es inicialmente un tratado
de libre circulación del capital, de mercancías, pero no del trabajo;
después fue un tratado de seguridad (para Estados Unidos) y ahora
incluye al sector energético, con sus secuelas militares.
Hay rechazo social al TLC: La renegociación
El discurso de Donald Tump sobre la necesidad
de renegociación del TLC por el déficit y por la pérdida de puestos de
trabajo en la industria estadounidense, es una retórica parcial y
mentirosa. A la que se le agrega el racismo, la guerra contra el
narcotráfico y la militarización de la frontera con el muro de la
vergüenza y de la infamia.
Las trasnacionales han reorganizado, en la
crisis, su producción y han reconfigurado la producción y la división
internacional del trabajo. Hoy, casi todas las trasnacionales, realizan
más de la mitad de su producción en el exterior y también la venta de
sus mercancías fuera de su mercado nacional.
Estados Unidos tiene un déficit enorme en su
comercio exterior desde antes del TLC, y su mayor déficit es con China,
con Asia, no con México. Y hay que insistir en que el déficit lo crea la
misma empresa trasnacional que ha reorganizado su producción nacional
en dimensiones internacionales. Así lo han hecho la Ford y la General
Motors. México que exporta automóviles, satisface su demanda interna con
más de la mitad de importaciones.
De acuerdo con los datos del Banco de México,
sólo el sector automotriz tiene un superávit comercial, es decir, que
sus exportaciones son mayores que sus importaciones; registra déficit en
el sector químico; en el sector de petroquímicos (importamos más de la
mitad de gasolinas). En los demás sectores se reproduce el déficit
estructural característico de las economías del subdesarrollo, de las
economía dependientes.
La apertura, al mismo tiempo, impone en
nuestro país los precios internacionales de la gasolina, de los
alimentos; precios en dólares que no responden al ingreso de la mayoría
de los trabajadores, cuyos salarios, en pesos, se encuentran entre los
más bajos del mundo.
La llamada modernización del TLC pretende
incluir los servicios (ya negociados en el TISA y en el TPP), abrir más
al sector público, el rentismo de la propiedad intelectual, la industria
farmacéutica y los energéticos que entregó el Pacto por México .
El TLC y la renegociación han recibido
rechazo de numeroso sectores, insuficiente la fuerza social para
derrotarlo. Hoy hay que exigir sacar a la agricultura del TLC, como
demandan los sectores campesinos, y no incluir al sector energético. Y,
sobre todo, exigir el debate abierto para que no negocien y acuerden a
espaldas del pueblo mexicano.
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