Es tiempo de florecer

Imagen: Rufino Tamayo. Detalle de Hombre con Flor. Óleo sobre tela 1989

“Hasta que un día el futuro entendió que ya era hora de manifestarse” : José Saramago.

Ciudad de México // 25 de marzo de 2020
Colaboración especial: Iván Uranga  @CompaRevolución
Hoy en el mundo nuestra ausencia física, evoca una hermosa nostalgia de tiempos, en donde el saludar al extraño en la calle, era una costumbre que nos fortalecía como humanos, mientras la Tierra comenzó una especie de carnaval, en el que festejan con una danza interminable de aves que cantan con una alegría que no conocían, en un cielo que no conocían; la falta de la bruma pestilente que salía de millones de automóviles, ahora callan. En sus nítidas aguas se regocijan las especies acuáticas, dirigidas por los delfines que llegan hasta los muelles humanos a supervisar que la bestia siga encerrada y descubrir maravillados, como encerrada ha recordado su humanidad, porque encerrada son uno, encerrada no cobra por servir, porque encerrada canta a la esperanza, porque ante la epidemia se descubrieron iguales y ahora dentro de sus casas la feminidad humana florece y quieren cuidarlo todo; se ha corrido la voz entre las demás especies que hay un grupo de humanos que quiere reaprender a ver, y cada noche, en punto de las 8, se acercan a las jaulas humanas, para escuchar sus cantos, disfrutando lo que pudiera ser la última oportunidad de renacer a través de esta tregua.
Esta extraña enfermedad que ahora nos guarda, está dando una pequeña tregua a la Tierra para recuperase de la plaga humana. Noam Chomsky afirma que toda la crisis puede ser parte de una guerra de baja intensidad creada por Estados Unidos para quitar a China poder económico y acabar con los adultos mayores “porque viven demasiado y son un riego para la economía mundial” como lo afirmó Christine Lagarde presidenta del Fondo Monetario Internacional, pero si ese fue el plan de EU ya se le salió de las manos, porque ahora Estados Unidos es el país que más enfermos aporta diariamente al mundo y en el Continente Americano, el 90% de los infectados y muertos son norteamericanos.
Cada pequeña comunidad que sufre ahora el aislamiento producto de la cuarentena por el covid-19, ha encontrado la forma de encontrarse, descubriendo en el camino, que antes de la aparición del terrible virus estaban aislados, solos y ahora en su aislamiento se identificaron y se unieron y se reconocieron como iguales, como nunca se había conocido, y conversaron entre ellos a gritos, balcón a balcón, ventana a ventana, corazón a corazón; lograron estar más cerca que nunca y hoy los podemos ver tocar, cantar, bailar, aplaudir, jugar juntos.
Toda su vida saliendo a prisa, habitando cajones, viviendo la vida de sus vecinos en silencio a través de sus muros compartidos, compartiendo alegrías, disgustos y sexo, que los llevó a repudiarlos sin saber porque, y hoy después de tantos años de salir y ver la cara del vecino de enfrente y mirar a otro lado para comenzar un mal día, por fin se hablan, por fin ríen juntos, cantan juntos, juegan juntos; es gracias a un virus, que hoy por fin comparten y se conocen.
Quiero decir que no teníamos palabras de más, que lo que teníamos eran sentimientos de menos, porque dejamos de usar las palabras que los expresaban y los fuimos perdiendo, no nos dimos cuenta que durante años nos convertimos en la imagen encontrada que salía de nuestro espejo, mientras nuestro yo, quedaba atrapado cada mañana tras del vidrio que nos reflejaba, y salíamos monótonos, automatizados a sobrevivir como nos dijeron que debíamos sobrevivir, a trabajar para que otros se enriquecieran con nuestro esfuerzo y regresar cansados intentando recuperar -a veces sin logarlo- ese yo secuestrado tras el vidrio del espejo, para rascar un poco de amor y compartir un momento con nuestros seres queridos, antes de caer agotados en nuestros lechos nocturnos, para despertar y repetir y repetir hasta que llegó esta bendita tregua.
El mundo neoliberal está en crisis, el virus les ha pegado en el interior de las familias neoliberales y tiemblan ante una no prevista tregua económica pero nada comparado con los 100 millones de pobres que mueren al año y que no importan a los gobiernos, porque no afectan la macroeconomía. El colapso del sistema capitalista y del sistema civilizatorio es inminente, el coronavirus ha venido a acelerar el proceso, la crisis económica por la emergencia sanitaria ha afectado principalmente a los grandes capitalistas del mundo como nunca.
Pero ¿qué es lo que está en crisis verdaderamente?, lo que está en crisis es un modelo de vida caduco, una industria que produce veneno y “bienes” de consumo innecesarios, toda una industria de la transformación y servicios, que se ha montado y enriquecido a costa de las riquezas naturales primarias, que ha dejado a la gente del campo, a los verdaderos productores en la miseria.
Nos dicen que el humano ha destruido al planeta, pero no creas que fuimos todos los humanos, fue ese 1% de miserables privilegiados que imponen su forma de hacer las cosas por la fuerza del dinero y del poder, fueron sus políticas económicas, fueron sus agronegocios, la explotación desmedida de los recursos naturales para su comodidad, porque creyeron que podían diseñar el planeta para ellos, donde los pobres somos desechos de sus gustos, fue su necesidad de poder y dinero, fue su necedad de “tener”, lo que llevó al límite de la extinción al mundo y a todo lo que sobre él existe.
¿Qué se necesita realmente para tener una vida plena?, ¿Quién produce lo que comen?  ¿Quién lo que visten?, ¿No podrían ustedes organizados producir lo que necesitan, junto con sus vecinos con los que ahora cantan? ¿No podríamos ser felices en pequeñas comunidades autónomas, produciendo lo que consumimos e intercambiando con otras comunidades nuestros excedentes por lo que no producimos? ¡Crea tu cooperativa!
No será la primavera más fácil de la historia, tendremos miles y miles de enfermos y muertos pero podría ser la oportunidad para que construyamos una realidad diferente; sacar la basura y dejar de producirla, cambiar nuestro consumo, lograr nuestra autonomía. Es tiempo de hacerle caso a la sabiduría milenaria que llevamos en cada célula, que sabe cómo deben ser las cosas y no al ego artificial; necesitamos evolucionar hacia nuestro pasado, necesitamos perder el miedo a cambiar, dejar de alimentar a nuestro lobo caprichoso y fútil, que busca la falsa felicidad en las cosas y comenzar a alimentar a nuestro lobo niño, al creativo, al que ama, al que quiere cuidarlo todo. Lo que veo es hoy es un acto de amor de la Madre Tierra. La gran oportunidad para cambiar. La disyuntiva última de nuestra especie de despertar a la vida o morir. Hoy como nunca y por última vez, la re-evolución es posible, la bestia está herida de muerte, están dadas las condiciones para florecer. Ya es tiempo de nuestra primavera global.

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