Los países latinoamericanos y caribeños van a crear una OEA sin Estados Unidos
El Grupo de Río y la Cumbre de América Latina y el Caribe, reunidos en México, decidieron crear una comunidad de países de la región. La nueva entidad, que se conformaría en Caracas en 2011, deja afuera a EE UU y Canadá.
A varios mandatarios les preocupan los problemas políticos, económicos y sociales, y por eso concurren gustosos a las cumbres latinoamericanas. Otros no son de ese palo político, pero con tal de escapar por dos días de sus acuciantes agendas domésticas, son de la partida. Mucho más cuando la XXI Cumbre del Grupo de Río y la II de América Latina y el Caribe se hacían conjuntamente en el hotel Gran Velas, en la Riviera Maya, Cancún. Y hacia allá fueron todos.
El lunes y martes de esta semana deliberaron los presidentes, acordando una declaración leída por el anfitrión Felipe Calderón. Había 24 presidentes y otros representantes de gobiernos hasta totalizar 32 países. ¿Quién dice que en estos cónclaves no hay excluidos? Honduras no fue invitada. Y estuvo bien que así fuera, para marcar la cancha a Porfirio Lobo, surgido de elecciones viciadas de nulidad pues las organizó el golpista Roberto Micheletti sin haber repuesto al mandatario constitucional Manuel Zelaya.
Los otros dos ausentes, EE UU y Canadá, se quedaron sin su tarjeta de acreditación por razones formales y políticas. Entre las primeras, porque no podían acreditar pertenencia a la comunidad latinoamericana y caribeña. Ellas son parte del "Grupo de los 20". Entre las segundas, y más importantes, está que precisamente el encuentro en Cancún preveía fundar un espacio regional que -a diferencia de la OEA- no dé bancas a Washington y Ottawa.
Como suele suceder, la cita de los presidentes fue precedida de encuentros entre los cancilleres, que liman algunas asperezas. No siempre lo logran porque muchas veces no se trata de palabras de más sino de fuertes contradicciones políticas. El lunes 22 se produjo un cortocircuito entre Alvaro Uribe y Hugo Chávez.
El primero increpó al bolivariano porque supuestamente las empresas colombianas son perjudicadas por lo que llamó un "bloqueo comercial" que llegó a parangonar con el real bloqueo que sufre Cuba por parte de EE UU. "Sea varón, usted es muy valiente para insultar a la distancia pero cobarde para hablar aquí", habría dicho el colombiano. "Vete al carajo" le replicó Chávez. Calderón y Raúl Castro tuvieron que oficiar de amables componedores, visitar a uno y otro polemista, y tramitar un armisticio que durará hasta el próximo choque.
Ese incidente, nada trascendente, dio la pauta que detrás de largos pronunciamientos laten serias diferencias. Por eso hay que tomar con pinzas el anuncio de que en julio de 2011 nacerá la "nueva OEA" sin gringos. En una de esas la iniciativa debe madurar un poco más, hacia 2012.
Cuatro cosas positivas
Aún con aquellos límites, el balance de lo sucedido en Playa del Carmen es muy positivo, desde el punto de vista de la causa latinoamericana y antiimperialista.
Lo más destacado fue la decisión política de conformar ese espacio que Calderón admitió aún no tiene nombre definitivo. Puede ser "Unión", "Comunidad" u "Organización" de Estados Latinoamericanos y Caribeños. El nombre es lo de menos, dijo el presidente cubano. Lo más importante es que se cumpla con el punto 2 de los 87 que contiene el Borrador de la Declaración de Cancún: "Decididos a construir un espacio común codn el propósito de profundizar la integración política, económica, social y cultural de nuestra región y establecer compromisos efectivos de acción conjunta para la promoción del desarrollo sostenible de América Latina y el Caribe en un marco de unidad, democracia, respeto irrestricto a los derechos humanos, solidaridad, cooperación, complementariedad y concertación política".
El compromiso de los asistentes es que el 5 de julio de 2011 la Comunidad o como se termine llamando, dé sus primeros pasos en Caracas, en coincidencia con el bicentenario de la independencia venezolana. Como hay conciencia de un cúmulo de dificultades que aún existen, los presidentes se reservaron una segunda instancia para 2012, cuando el conjunto se volverá a ver las caras en Santiago de Chile.
Junto con esa decisión fundacional, las otras medidas dignas de elogio fueron las declaraciones especiales -pergeñadas por los cancilleres y avaladas por los jefes de Estado y gobierno presentes- sobre Haití, el bloqueo norteamericano contra La Habana y la soberanía argentina sobre Malvinas.
Respecto al país devastado por el terremoto del 12 de enero, el cónclave decidió entregar de inmediato y en efectivo 25 millones de dólares (Venezuela había condonado la deuda haitiana por 164 millones de dólares y ya envió 10.300 toneladas de alimentos y otros productos). Un aspecto clave de la declaración fue reclamar que la solidaridad sea conducida por el gobierno haitiano y la ONU; un tiro por elevación contra la fuerza militar estadounidense.
La condena al bloqueo contra la isla socialista se resolvió en un minuto porque es una definición compartida por todos los países.
Para Argentina fue muy gratificante que la Cumbre de la Unidad diera un apoyo total a su postura sobre Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, y los espacios marítimos adyacentes. Tal punto de vista estuvo en el documento pero también en definiciones de Hugo Chávez, con fuertes expresiones antiinglesas en los días previos. Lula da Silva retomó el tema en el cierre de Cancún, deplorando que el Reino Unido se apodere de recursos que están a 14.000 km de distancia y cuestionando que el Consejo de Seguridad de la ONU no haya hecho cumplir sus resoluciones de iniciar conversaciones sobre la soberanía.
Avances y retrocesos
En diciembre de 1986 se creó el Grupo de Río con pocos miembros: México, Colombia, Venezuela, Panamá, Argentina, Brasil, Perú y Uruguay. Desde entonces hasta hoy se fueron incorporando otros países; los últimos fueron Cuba, Jamaica y Surinam en diciembre de 2008, en la cita de Costa da Sauipe, Bahía.
El fenómeno cuantitativo fue acompañado de una corriente de gobiernos más populares en su seno, como los agrupados en la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Antigua y Barbuda, y San Vicente y Granadinas. Honduras era parte de esta coalición pero el golpe de junio pasado terminó sacándola de allí; ese era un objetivo esencial del putsch.
La crisis económica internacional, que aún perdura y en algunos casos toma una gravedad aún mayor que en 2008 -como en España y Grecia-, también ha sido un factor favorable a lo decidido cerca de las arenas de Cancún. Es que muchos países del Tercer Mundo, con sus matices políticos diferentes, caen en la cuenta de que las soluciones no llegarán desde el "G-7", el FMI y el Banco Mundial. Y en consecuencia, se vuelven más permeables a acuerdos Sur-Sur y a los que pueden abrocharse en Latinoamérica y el Caribe.
Hasta aquí el costado más luminoso y favorable de la iniciativa parida en México. Pero hay que ver también los obstáculos que no han desaparecido por arte de magia.
Un enemigo peligroso es la Casa Blanca, que al haber sido excluida redoblará sus presiones, desde afuera y desde adentro de la entidad en ciernes. Desde afuera, con el poder propio que exhibirá en estos días la canciller Hillary Clinton en una gira por parte del continente. Y desde adentro, con ayuda de mandatarios afines al imperio, como es Uribe y será Sebastián Piñera.
Eso último es preocupante porque Chile recibió de México la presidencia pro-témpore por los próximos dos años del Grupo de Río. Pero ya no estará Michelle Bachelet sino el empresario de la derecha.
Finalmente, otro ejemplo que ilustra lo difícil del camino a recorrer es que hay conflictos entre Colombia y Venezuela, y también entre Colombia y Ecuador, siempre por responsabilidad de Uribe. Los enviados de Quito y Bogotá recién podrían reunirse en 30 días para aclarar el bombardeo y la invasión de militares colombianos contra Sucumbios, en marzo de 2008, fecha desde la cual las relaciones diplomáticas bilaterales están rotas.
Por algo las nuevas bases militares de EE UU en Colombia no fueron repudiadas formalmente ni figuraron entre los 87 puntos de la Declaración de Cancún. Esto da una idea de los límites reales que tienen esos kilométricos manifiestos, además de que aún faltan los Estatutos y la organización de la futura unidad regional.
Fuente
A varios mandatarios les preocupan los problemas políticos, económicos y sociales, y por eso concurren gustosos a las cumbres latinoamericanas. Otros no son de ese palo político, pero con tal de escapar por dos días de sus acuciantes agendas domésticas, son de la partida. Mucho más cuando la XXI Cumbre del Grupo de Río y la II de América Latina y el Caribe se hacían conjuntamente en el hotel Gran Velas, en la Riviera Maya, Cancún. Y hacia allá fueron todos.
El lunes y martes de esta semana deliberaron los presidentes, acordando una declaración leída por el anfitrión Felipe Calderón. Había 24 presidentes y otros representantes de gobiernos hasta totalizar 32 países. ¿Quién dice que en estos cónclaves no hay excluidos? Honduras no fue invitada. Y estuvo bien que así fuera, para marcar la cancha a Porfirio Lobo, surgido de elecciones viciadas de nulidad pues las organizó el golpista Roberto Micheletti sin haber repuesto al mandatario constitucional Manuel Zelaya.
Los otros dos ausentes, EE UU y Canadá, se quedaron sin su tarjeta de acreditación por razones formales y políticas. Entre las primeras, porque no podían acreditar pertenencia a la comunidad latinoamericana y caribeña. Ellas son parte del "Grupo de los 20". Entre las segundas, y más importantes, está que precisamente el encuentro en Cancún preveía fundar un espacio regional que -a diferencia de la OEA- no dé bancas a Washington y Ottawa.
Como suele suceder, la cita de los presidentes fue precedida de encuentros entre los cancilleres, que liman algunas asperezas. No siempre lo logran porque muchas veces no se trata de palabras de más sino de fuertes contradicciones políticas. El lunes 22 se produjo un cortocircuito entre Alvaro Uribe y Hugo Chávez.
El primero increpó al bolivariano porque supuestamente las empresas colombianas son perjudicadas por lo que llamó un "bloqueo comercial" que llegó a parangonar con el real bloqueo que sufre Cuba por parte de EE UU. "Sea varón, usted es muy valiente para insultar a la distancia pero cobarde para hablar aquí", habría dicho el colombiano. "Vete al carajo" le replicó Chávez. Calderón y Raúl Castro tuvieron que oficiar de amables componedores, visitar a uno y otro polemista, y tramitar un armisticio que durará hasta el próximo choque.
Ese incidente, nada trascendente, dio la pauta que detrás de largos pronunciamientos laten serias diferencias. Por eso hay que tomar con pinzas el anuncio de que en julio de 2011 nacerá la "nueva OEA" sin gringos. En una de esas la iniciativa debe madurar un poco más, hacia 2012.
Cuatro cosas positivas
Aún con aquellos límites, el balance de lo sucedido en Playa del Carmen es muy positivo, desde el punto de vista de la causa latinoamericana y antiimperialista.
Lo más destacado fue la decisión política de conformar ese espacio que Calderón admitió aún no tiene nombre definitivo. Puede ser "Unión", "Comunidad" u "Organización" de Estados Latinoamericanos y Caribeños. El nombre es lo de menos, dijo el presidente cubano. Lo más importante es que se cumpla con el punto 2 de los 87 que contiene el Borrador de la Declaración de Cancún: "Decididos a construir un espacio común codn el propósito de profundizar la integración política, económica, social y cultural de nuestra región y establecer compromisos efectivos de acción conjunta para la promoción del desarrollo sostenible de América Latina y el Caribe en un marco de unidad, democracia, respeto irrestricto a los derechos humanos, solidaridad, cooperación, complementariedad y concertación política".
El compromiso de los asistentes es que el 5 de julio de 2011 la Comunidad o como se termine llamando, dé sus primeros pasos en Caracas, en coincidencia con el bicentenario de la independencia venezolana. Como hay conciencia de un cúmulo de dificultades que aún existen, los presidentes se reservaron una segunda instancia para 2012, cuando el conjunto se volverá a ver las caras en Santiago de Chile.
Junto con esa decisión fundacional, las otras medidas dignas de elogio fueron las declaraciones especiales -pergeñadas por los cancilleres y avaladas por los jefes de Estado y gobierno presentes- sobre Haití, el bloqueo norteamericano contra La Habana y la soberanía argentina sobre Malvinas.
Respecto al país devastado por el terremoto del 12 de enero, el cónclave decidió entregar de inmediato y en efectivo 25 millones de dólares (Venezuela había condonado la deuda haitiana por 164 millones de dólares y ya envió 10.300 toneladas de alimentos y otros productos). Un aspecto clave de la declaración fue reclamar que la solidaridad sea conducida por el gobierno haitiano y la ONU; un tiro por elevación contra la fuerza militar estadounidense.
La condena al bloqueo contra la isla socialista se resolvió en un minuto porque es una definición compartida por todos los países.
Para Argentina fue muy gratificante que la Cumbre de la Unidad diera un apoyo total a su postura sobre Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, y los espacios marítimos adyacentes. Tal punto de vista estuvo en el documento pero también en definiciones de Hugo Chávez, con fuertes expresiones antiinglesas en los días previos. Lula da Silva retomó el tema en el cierre de Cancún, deplorando que el Reino Unido se apodere de recursos que están a 14.000 km de distancia y cuestionando que el Consejo de Seguridad de la ONU no haya hecho cumplir sus resoluciones de iniciar conversaciones sobre la soberanía.
Avances y retrocesos
En diciembre de 1986 se creó el Grupo de Río con pocos miembros: México, Colombia, Venezuela, Panamá, Argentina, Brasil, Perú y Uruguay. Desde entonces hasta hoy se fueron incorporando otros países; los últimos fueron Cuba, Jamaica y Surinam en diciembre de 2008, en la cita de Costa da Sauipe, Bahía.
El fenómeno cuantitativo fue acompañado de una corriente de gobiernos más populares en su seno, como los agrupados en la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Antigua y Barbuda, y San Vicente y Granadinas. Honduras era parte de esta coalición pero el golpe de junio pasado terminó sacándola de allí; ese era un objetivo esencial del putsch.
La crisis económica internacional, que aún perdura y en algunos casos toma una gravedad aún mayor que en 2008 -como en España y Grecia-, también ha sido un factor favorable a lo decidido cerca de las arenas de Cancún. Es que muchos países del Tercer Mundo, con sus matices políticos diferentes, caen en la cuenta de que las soluciones no llegarán desde el "G-7", el FMI y el Banco Mundial. Y en consecuencia, se vuelven más permeables a acuerdos Sur-Sur y a los que pueden abrocharse en Latinoamérica y el Caribe.
Hasta aquí el costado más luminoso y favorable de la iniciativa parida en México. Pero hay que ver también los obstáculos que no han desaparecido por arte de magia.
Un enemigo peligroso es la Casa Blanca, que al haber sido excluida redoblará sus presiones, desde afuera y desde adentro de la entidad en ciernes. Desde afuera, con el poder propio que exhibirá en estos días la canciller Hillary Clinton en una gira por parte del continente. Y desde adentro, con ayuda de mandatarios afines al imperio, como es Uribe y será Sebastián Piñera.
Eso último es preocupante porque Chile recibió de México la presidencia pro-témpore por los próximos dos años del Grupo de Río. Pero ya no estará Michelle Bachelet sino el empresario de la derecha.
Finalmente, otro ejemplo que ilustra lo difícil del camino a recorrer es que hay conflictos entre Colombia y Venezuela, y también entre Colombia y Ecuador, siempre por responsabilidad de Uribe. Los enviados de Quito y Bogotá recién podrían reunirse en 30 días para aclarar el bombardeo y la invasión de militares colombianos contra Sucumbios, en marzo de 2008, fecha desde la cual las relaciones diplomáticas bilaterales están rotas.
Por algo las nuevas bases militares de EE UU en Colombia no fueron repudiadas formalmente ni figuraron entre los 87 puntos de la Declaración de Cancún. Esto da una idea de los límites reales que tienen esos kilométricos manifiestos, además de que aún faltan los Estatutos y la organización de la futura unidad regional.
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