El 4º Infierno de Calderón

Reporte Índigo
28-Agosto-2010

En medio de un clima de inseguridad con indicadores económicos en color amarillo y conflictos entre partidos rinde cuentas el Mandatario mexicano.

A continuación resumimos la realidad mexicana

En septiembre de 2006, cuando Felipe Calderón estaba a punto de asumir la Presidencia de México, bastaban unas cuantas llamadas telefónicas para tener sentados en torno a su mesa a los principales hombres de empresa.

Hoy, a unos días de entregar las cuentas de su Cuarto Informe de Gobierno, el presidente puede hacer las mismas llamadas telefónicas, pero no tendrá el mismo nivel de convocatoria.

La mitad de esos empresarios y sus familias ya no viven en México o se tomaron vacaciones “permanentes”. Se fueron al extranjero huyendo de la violencia. Salvando la vida.

Y es que al igual que millones de mexicanos, los hombres de negocios ven que la llamada guerra contra el crimen organizado convirtió muchos territorios del país en un verdadero infierno.
Son ciudades antes pacíficas, hoy calientes, en disputa. Metrópolis donde el narcotráfico, el secuestro y el pago de protección son el pan de cada día.

Hace apenas unos años, los que emigraban a Estados Unidos eran los menos afortunados, los pobres, los que no encontraban un trabajo digno en sus pueblos.

Hoy son los hombres de empresa que sienten su vida amenazada. Son los ejecutivos que no ven horizonte de progreso en puerta. O los jóvenes profesionistas que a pesar de su preparación, carecen de oportunidades a la altura del destino que imaginan.

Por donde quiera que se le mire, México no es hoy un mejor país que hace cuatro años.

Aunque así se plantee en el Cuarto Informe de Gobierno que entregará esta semana el presidente Calderón al Congreso.

Por más discursos y entrevistas televisivas que nos receten, el aire que hoy se respira es denso, estancado, corrupto, impune.
Por más que se insista en sostener una fallida estrategia contra el crimen organizado, los resultados no mienten.

Veintiocho mil muertos en lo que va del sexenio hablan por sí sólos. La inocencia de muchas de esas víctimas también revela el fracaso.

Y ningún rincón de México escapa al espasmo de terror. Desde la emboscada al candidato priista a gobernador de Tamaulipas hasta el secuestro y muerte del alcalde panista de Santiago, Nuevo León, o los guardias de Femsa asesinados por sicarios en el fuego cruzado del Colegio Americano en Monterrey.

Lo mismo que los decapitados colgados en la autopista Cuernavaca-Acapulco o el horror del hallazgo de la fosa con 72 cadáveres de indocumentados centro y sudamericanos en Tamaulipas.

Ante estas realidades de terror, la extraordinaria película “El Infierno”, de Luis Estrada, palidece cuando capta en toda su crudeza el narcoestado en el que estamos convertidos.

Pero ese infierno no está limitado a la inseguridad. Pasa también por la economía, por la educación, por la política, por los partidos y por casi todos los quehaceres nacionales.

Por más que se pretenda vender un paraíso económico y financiero con números alegres, la estabilidad es tan frágil que las llamas pueden aparecer a la vuelta de la esquina.

Un día nos venden que el producto Interno Bruto (PIB) per cápita registró un repunte celestial de 17.5 por ciento.¡ Alguien ya lo notó en su bolsillo, o sólo aceptamos el espejismo estadístico?
Pero el mismo día se anuncia que en lo que va del sexenio, se fugaron al extranjero 51 millones de dólares de capitales, siete veces más de los que salieron de México en los primeros cuatro años de Vicente Fox.

Cada semana nos anuncian que las reservas internacionales están en cifra récord, por las nubes.

Pero dicen que lo que respaldan es un monto similar de capitales golondrinos, de esos que vienen mientras sacan ventaja de las altas tasas de interés. La mayoría no son inversión directa. Así como llegaron, vuelan de regreso,

Las reformas estructurales, como la energética, viven el infierno de una burocracia que todavía no presenta ni los planos de una refinería que se nos vendió como urgente y que todavía no ve el desplante de la primera varilla en tierras compradas bajo disputa.

Infiernoeconómico

La producción petrolera cae, y con el pretexto de eficiencias de producción , nos aprestamos a calentar este infierno mexicano con petróleo importado. Exportamos crudo barato e importamos el caro. El valor agregado de las gasolinas se lo regalamos a las refinerías texanas.

El pecado del gasto público es criminal. Al margen de su incorrecta aplicación el deporte de moda en las secretarías de Estado es el subejercicio presupuestal.

Después de todo, lo no ejercido ya se puede invertir por ley en fideicomiso de deuda, donde se apalancan corporaciones privadas que hacen del dinero público su rescate al paraíso.

El gran debate educativo nacional está centrado esta semana en definir cuántos “ninis” hay en México. Jóvenes que ni estudian, ni trabajan. Viven en su propio infierno de no hacer nada.

Para el Gobierno son apenas 250 mil. Las cifras más realistas revelan que alcanzan los 7 millones de jóvenes que cultivan la madre de todos los vicios: la ociosidad.

Cada día el Gobierno es más incapaz de proveer a los educandos de un sistema de excelencia. El sindicato crea su propio infierno porque sus prioridades no están en las aulas, sino en acarrear votos a las urnas para ganarle las elecciones al partido que se instaló como el mejor postor.

Ocho de cada diez mexicanos que aspiran a entrar hoy en un paraíso universitario se encuentran con el infierno de rechazo.

Y con enorme esfuerzo, algunos pocos consiguen que sus padres les financien una educación privada de improvisadas universidades, que tras cuatro años, les regalarán un título que no les servirá para lograr ni el empleo, ni el sueldo que creen merecer.

Y por falta de empleo, terminarán como “Licenciados en Frustración”, los buenos, con “ Maestría en Taxímetro”. Los descarriados con “Doctorado en Ak-47”.

La política mexicana desciende al séptimo de los infiernos de la Divina Comedia Mexicana. Es el infierno de las traiciones. Ahí donde se claudican las creencias, los principios y los valores para entrar en el arreglo, las componenteada y el reparto del poder.

También hay urgencia de un gabinete “Sísi”. “Sí, así es, señor presidente”, “Sí, lo que usted disponga”. Diablos pequeños que encienden grandes hogueras de vanidades, pero que no entregan resultados.

Y debido a la inseguridad, los que pueden están abandonando México. Porque saben que sin Estado de derecho, sin ajuste de cuentas, sin cancelación de privilegios, sin respeto a la vida y a la libertad de tránsito, lo demás no es posible.
El país se convierte entonces en una hoguera de complicidades donde arde la esperanza de un porvenir mejor. Y es en ese momento cuando “El Infierno” de Luis Estrada cala hondo. Porque se retrata, en el narcotráfico, el purgatorio de todo lo demás.

Pululan conflictos

Sólo en ese infierno un presidente como Felipe Calderón , que prometía acabar con los vicios del viejo sistema priísta, es capaz de terminar copiándolos y perfeccionándolos.

Sólo desde ese fuego de traiciones puede entenderse que el PAN esté convertido en un partido patrimonialista, a la medida del señor presidente que decide liderazgos y candidaturas.

Mientras, los otrora demonios perredistas, los que negaron tres y mil veces a legitimidad del Señor, son ahora los mejores del Señor, son ahora los mejores aliados de su partido en la configuración de un cielo electoral entre nubes de alianza en azul y amarillo.

Y las traiciones trascienden a los partidos a través de la impunidad de una Guardería ABC que todavía espera en Sonora la sentencia de los culpables de sus 49 homicidios infantiles. O de la irresolución ya sentenciada de que se modificó la escena del crimen de los dos estudiantes de excelencia en el Tecnológico de Monterrey.

Y las calles se calientan con las protestas de los mineros de Cananea, los electricistas del SME y los pilotos y las azafatas de Mexicana.

Y los ángeles tricolores que ayer le abrieron al presidente el celestial Congreso para legitimar su lugar en Los Pinos, están convertidos hoy en los demonios a los que hay que expulsar de la mesa de acuerdos.
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