México SA - Calderón y la cirugía plástica

Carlos Fernández-Vega



A todo informe de gobierno, como le llaman, el gobernante en turno le aplica una gruesa capa de maquillaje para aparentar que el estado que guarda la nación es espléndido. Es la costumbre, aunque nadie se lo crea. Sin embargo, a Felipe Calderón de plano se le pasó la mano, porque lo de su faraónica presentación de ayer (más videomensajes”) ya no fue maquillaje, sino una vulgar cirugía plástica: nunca nadie había sido tan perfecto como el actual inquilino de Los Pinos (según él mismo), y nunca como ahora el país reportó mayor bonanza, desarrollo y felicidad que bajo la batuta del mismo personaje (ídem).

Hay que ser caradura. Cómo estará la cosa que lo único que pudo presumir, y en hoja suelta, fue la aprehensión de La Barbie, y lo único concreto que anunció fue el comienzo del tránsito de la televisión analógica a la digital (aunque sólo fue eso, anuncio, porque el encargado de ello será el siempre ágil y desinteresado secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Molinar Horcasitas, junto con el incondicional Mony de Swaan). Lo demás, frases fatuas repetidas hasta el agotamiento (del auditorio), lugares comunes a discreción, huecas convocatorias patrioteras, justificaciones por doquier, cifras infladas o desinfladas a gusto del orador, promesas y más promesas. Qué pérdida de tiempo y de dinero (de los mexicanos, desde luego).

A la usanza foxista, el inquilino de Los Pinos sumó y sumó empleos, pero nunca restó las bajas ni mucho menos consideró el incremento sostenido en la tasa de desempleo. Dijo el susodicho: “de enero a agosto de 2010 se han creado más de 630 mil nuevos empleos netos registrados en el Seguro Social. Se trata de la tercera mayor creación de empleos para un periodo similar en la historia del país. Ya hemos recuperado, incluso, los empleos perdidos en la recesión, porque hoy las cifras del Seguro Social están por encima del punto máximo que alcanzaron en 2008”. De la manga se sacó 118 mil empleos formales en el octavo mes del año, justo cuando la de por sí aletargada economía comienza a reportar descensos en sus principales indicadores.

Pero eso de presumir lo inexistente, especialmente en lo que a empleo se refiere, es cosa de todos los días en el calderonato, como Fox comprenderá. Como se ha comentado en este espacio, a lo largo de su estancia en Los Pinos la generación de empleo formal a estas alturas debería sumar a alrededor de 4 millones 500 mil puestos de trabajo para atender la demanda real; presume 630 mil, lo que se traduce, ya con las cifras actualizadas, en que sólo 14 de cada 100 mexicanos en edad y condición de laborar pudieron colocarse en la economía formal en los 45 meses que Calderón lleva sentado en la residencia oficial.

¿Cuál es la situación real en materia de empleo en el país? Lo documenta el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la UNAM, el cual adelantó a México SA su análisis Empleo y desempleo durante el desgobierno de Felipe Calderón 2006-2010, en el que subraya: “podemos afirmar que para junio de 2010 el total de la población desempleada en México sumó 8 millones 83 mil 471 personas (3.2 tantos más que las cifras oficial). Y que la tasa real de desempleo es de 15.3 por ciento y no de 5.3 por ciento que marca la tasa de desocupación oficial (el comportamiento de la tasa de desempleo durante la gestión de Felipe Calderón se muestra en la gráfica que se publica en esta página).


El CAM ha construido una tasa de desempleo para México partiendo del reconocimiento que en el país ese indicador no se mide de acuerdo con los parámetros de la Organización Internacional del Trabajo, lo que le permite al Inegi encubrir, para el segundo trimestre de 2010, a 5 millones 597 mil 546 personas “disponibles” que no reporta como desempleadas junto a los 2 millones 485 mil 925 que sí reconoce como desocupados, y explica que el mismo Inegi reconoce que la tasa de desocupación no mide el desempleo.

Si en mayo pasado el gobierno federal califica como el “mayor logro” en 17 años la recuperación, hasta ese momento, de 382 mil plazas de entre 701 mil perdidas, ¿cómo habría de calificarse que en lo que va del sexenio sólo en el subsector informal de los hogares el empleo se haya incrementado en un millón 444 mil 329 personas, lo que representa un aumento de 11.24 por ciento? Además, respecto de la población ocupada, el total de trabajadores informales representaba 54.1 por ciento a finales de 2006, en comparación con el 55.04 por ciento que representa en este año. Entonces, se pregunta el CAM, “¿cómo es posible que México, con una tendencia de la tasa de crecimiento del PIB que difícilmente ha rebasado el 3 por ciento en los últimos años, tenga una tasa de desempleo menor que la mayoría de los países miembros de la OCDE? (como presume Javier Lozano Alarcón). Considerando que para el crecimiento y desarrollo de una economía es fundamental la creación de nuevos y mejores empleos, el mayor crecimiento del PIB permite generar mayores empleos”.

Por lo anterior, pregunta: “¿por qué mientras en México para 2009 la tasa de desempleo, según el gobierno federal, fue de 5.4 por ciento, en Estados Unidos fue el doble, es decir 10.4%? Existe una contradicción entre la caída del PIB (-6.5 por ciento) de la economía mexicana en contraste con la de Estados Unidos que creció 0.9 por ciento del PIB. Este mismo comportamiento es prácticamente igual en casi todos los países de la OCDE; es decir, en todos los países creció el desempleo en función del crecimiento de la economía. La realidad muestra que el comportamiento del desempleo existe independientemente de la estadística y de su manipulación”,

Y para redondear el panorama, el CAM subraya que la mayor tasa de desempleo se registra en el norte de la República, donde coincidentemente el gobierno federal prefiere desplegar al ejército antes que atacar la pobreza (por ejemplo, en Chihuahua afecta a 20.3 por ciento de la PEA; en Sonora, a 19.9; en Coahuila, a 18.4, y en Baja California a 13.6, de acuerdo con los parámetros de la OIT).

Las rebanadas del pastel

AAA. Señores narcos: sean tan amables y “sensatos” de no apestar los festejos por el bicentenario de la Independencia. No tiene caso, porque ya el inquilino de Los Pinos y su gabinetazo los han apestado suficientemente. Atentamente, su seguro servidor, Francisco Saynez Mendoza, secretario de Marina.

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