LOZANO QUEDÓ A DEBER
Amparado en su cargo público, Javier Lozano Alarcón, Secretario del Trabajo, dejó un cuantioso adeudó a la Junta de Vecinos del Fraccionamiento Vista Hermosa, ubicado por las Lomas de Chapultepec, al negarse a pagar sus cuotas correspondientes a diversos servicios comunitarios, entre ellos, el de vigilancia.
Prepotente, el funcionario siempre argumentó que no necesitaba de vigilancia alguna, pues tenía la propia que le pagaba el gobierno, pasando por alto que los vigilantes de las casetas de ingreso por la calle de Loma Bonita, y la de salida, por Loma Larga, cobran sueldos que no son pagados por el Estado, sino por todos los vecinos.
Claro que a Lozano, tal situación le tuvo sin cuidado pues en efecto, todo el vecindario sabía que siempre se hacía acompañar de un nutrido grupo de guaruras, por lo que para la gente común del fraccionamiento, era casi imposible poder saludar a su influyente y prepotente vecino. Y en efecto, su séquito de vehículos y hombres armados hasta los dientes, nunca pasó desapercibido.
En fecha reciente, y a pesar de haber sido requerido infinidad de veces para cumplir con el pago de los servicios referidos, Lozano tiro de a locos a sus vecinos y se cambió de casa, sin siquiera despedirse y menos pagar, claro está, sus ya cuantiosos adeudos, mismos que ahora deberán ser cubiertos por todos los vecinos, que sí cumplen con sus pagos.
Ahora, Javier Lozano se fue a vivir por el rumbo de San Ángel muy tranquilo y quitado de la pena, sin remordimiento alguno por no sufragar sus deudas quedando a ver incluso, como comentan sus ex vecinos de Vista Hermosa, hasta sus recibos de luz.
Prepotente, el funcionario siempre argumentó que no necesitaba de vigilancia alguna, pues tenía la propia que le pagaba el gobierno, pasando por alto que los vigilantes de las casetas de ingreso por la calle de Loma Bonita, y la de salida, por Loma Larga, cobran sueldos que no son pagados por el Estado, sino por todos los vecinos.
Claro que a Lozano, tal situación le tuvo sin cuidado pues en efecto, todo el vecindario sabía que siempre se hacía acompañar de un nutrido grupo de guaruras, por lo que para la gente común del fraccionamiento, era casi imposible poder saludar a su influyente y prepotente vecino. Y en efecto, su séquito de vehículos y hombres armados hasta los dientes, nunca pasó desapercibido.
En fecha reciente, y a pesar de haber sido requerido infinidad de veces para cumplir con el pago de los servicios referidos, Lozano tiro de a locos a sus vecinos y se cambió de casa, sin siquiera despedirse y menos pagar, claro está, sus ya cuantiosos adeudos, mismos que ahora deberán ser cubiertos por todos los vecinos, que sí cumplen con sus pagos.
Ahora, Javier Lozano se fue a vivir por el rumbo de San Ángel muy tranquilo y quitado de la pena, sin remordimiento alguno por no sufragar sus deudas quedando a ver incluso, como comentan sus ex vecinos de Vista Hermosa, hasta sus recibos de luz.
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