México: En algún lugar… En el cuaderno del estudiante

lunes 16 de mayo de 2011

Laura M. López Murillo (especial para ARGENPRESS.info)
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“Y una pedagogía y una educación que no se propongan la
cancelación de la explotación, del sufrimiento de los inocentes y del
mal gratuito quedan reducidas a una función más del engranaje
social, a una legitimación del supuesto orden social.”
Educar es responder del otro. Pedro Ortega Ruiz

Dedicada a mis compañeros docentes en Cetys Universidad, a todos los profesores que he tenido en mi vida, y a todos, todos los seres humanos que tienen el valor de educar.

En algún lugar del aula, entre los pupitres y los libros, mientras el maestro calcula el diámetro del mundo, los alumnos trazan la circunferencia de su destino; y es ahí, en los cuadernos del estudiante, donde quedan inscritas las grandes esperanzas…

La enseñanza es la primera manifestación del pensamiento que surge en los albores de la especie humana por la imperiosa necesidad de sobrevivir. Y como siempre, y desde entonces, la enseñanza es un esfuerzo humanizante que considera a los otros como semejantes sujetos a los mismos avatares del destino, y al perseguir el bien común, ubicó a nuestra especie en la cúspide del planeta. Por la esencia humana de la enseñanza, todos hemos compartido experiencias y saberes y todos hemos aprendido algo alguna vez de quienes comparten algún momento en nuestra vida. Pero cuando la educación se institucionaliza y adquiere un carácter formal, surge la figura del profesor como el responsable de abrir las puertas del mundo para que los alumnos emprendan la búsqueda del destino.

Por la influencia de algún profesor se comprenden los misterios más intrincados o se aborrecen las fórmulas más elementales, porque sus atributos como educador condicionan la percepción y el aprendizaje de los alumnos. Es ahí donde reside el peso específico de la labor docente: se educa con el ejemplo, se motiva con las aspiraciones. Cuando la docencia no se ejerce por vocación es posible detectar el acento de la frustración en la palabrería del profesor. Cuando se enseña sin convicciones se incorpora a la clase el elemento indeseable de la mediocridad.

No!.. La escuela no debería sustituir a la educación familiar, pero por los cambios en el estilo de vida los hogares permanecen vacíos hasta que los padres regresan del trabajo. Y en un entorno caracterizado por la abundancia de desinformación y la ausencia de modelos de excelencia, es imperativo que la educación eluda el mandato del mercado y recupere el compromiso ético de formar seres humanos conscientes de los contrastes del mundo y profesionistas con la suficiente sensibilidad social para trabajar por el bien común: volver a los motivos primigenios de la enseñanza para humanizar a una generación deshumanizada. Y en todas las áreas del saber, los egresados despejarían la incógnita de la justicia social, si consultaran de vez en cuando aquellos cuadernos donde dejaron inscritas sus grandes esperanzas…

Feliz Día del Maestro!

Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm.

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