España: Por qué lo llamo “régimen”
lunes 12 de septiembre de 2011
J. M. Álvarez
Si bien, el término “régimen”, significa “forma o Gobierno de un Estado”- lo que implica un amplio espectro de maneras de regirse que no tienen porqué ser necesariamente iguales-, el capitalismo suele utilizarlo en su provecho, dándole connotaciones negativas para definir con él a los países que considera dictaduras.
Con el paso del tiempo, el uso del término ha ido afianzándose en varios sectores del Estado español, incluso algunos dirigentes de los partidos mayoritarios lo usan a veces, para escupírselo a la cara en sus luchas interpartidistas. Entiendo positivo que ya no se encuentre encerrado en la oratoria de las organizaciones de izquierda que, condenadas al ostracismo, soportan constantes provocaciones y vigilancias policiales a consecuencia de lo que denomino “estrategia de contrarrevolución preventiva”, no porque exista una revolución, sino porque incluso se adelantan al hipotético hecho de que aquella pudiera producirse.
El vocablo se nos ha vuelto bastante coloquial y, bajo mi punto de vista-, utilizando las mismas connotaciones que le da la burguesía- define perfectamente a un sistema que no sólo detiene a dirigentes campesinos que se desplazan a impedir desahucios (desalojo forzado: otro de los “logros” del Estado de “derecho”), sino que, además de tener en sus cárceles presos políticos, aprueba propuestas en algún Ayuntamiento que exigen identificar, para posteriores represalias, a los profesores que muestran públicamente su disconformidad por un cambio, impuesto, en sus condiciones de trabajo.
Fuente
J. M. Álvarez
Si bien, el término “régimen”, significa “forma o Gobierno de un Estado”- lo que implica un amplio espectro de maneras de regirse que no tienen porqué ser necesariamente iguales-, el capitalismo suele utilizarlo en su provecho, dándole connotaciones negativas para definir con él a los países que considera dictaduras.
Con el paso del tiempo, el uso del término ha ido afianzándose en varios sectores del Estado español, incluso algunos dirigentes de los partidos mayoritarios lo usan a veces, para escupírselo a la cara en sus luchas interpartidistas. Entiendo positivo que ya no se encuentre encerrado en la oratoria de las organizaciones de izquierda que, condenadas al ostracismo, soportan constantes provocaciones y vigilancias policiales a consecuencia de lo que denomino “estrategia de contrarrevolución preventiva”, no porque exista una revolución, sino porque incluso se adelantan al hipotético hecho de que aquella pudiera producirse.
El vocablo se nos ha vuelto bastante coloquial y, bajo mi punto de vista-, utilizando las mismas connotaciones que le da la burguesía- define perfectamente a un sistema que no sólo detiene a dirigentes campesinos que se desplazan a impedir desahucios (desalojo forzado: otro de los “logros” del Estado de “derecho”), sino que, además de tener en sus cárceles presos políticos, aprueba propuestas en algún Ayuntamiento que exigen identificar, para posteriores represalias, a los profesores que muestran públicamente su disconformidad por un cambio, impuesto, en sus condiciones de trabajo.
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