Europa: La bancarrota capitalista y el agotamiento político
viernes, 18 de mayo de 2012
El
fin de semana pasado cerró una etapa en el recorrido de la bancarrota
de la Unión Europea (UE) y del capitalismo mundial. Una serie de eventos
electorales nacionales metió en la centrifugadora a los regímenes
políticos de Europa en su conjunto. Las crisis políticas se han
convertido ahora en un factor determinante en el desarrollo de la
bancarrota capitalista. El desarrollo de la crisis capitalista mundial
ha entrado en una contradicción definitiva con las estructuras de poder
heredadas de etapas precedentes y, como consecuencia, con la misma Unión
Europea. La burguesía no puede seguir gobernando como lo venía haciendo.
Grecia
es una expresión concentrada de las tendencias que, con menor
desarrollo, recorren Europa, las que desembocarán en una situación
revolucionaria.
Fuente
Jorge Altamira (especial para ARGENPRESS.info)
Gran Bretaña
Las
elecciones municipales en Gran Bretaña propinaron una severa paliza al
partido conservador, el cual perdió numerosos distritos. Ocurre en
momentos en que la economía ha ingresado en una nueva recesión, a pesar
de todos los ‘estímulos’ que se aplicaron para evitarla y de las enormes
sumas invertidas por el Banco de Inglaterra para rescatar a los bancos.
El primer ministro, Cameron (no confundir con el vaciador que ocupa la
secretaría de Energía del ‘cristinismo’), enfrenta también la
posibilidad de un juicio político como consecuencia de su maridaje con
un delincuente público de los medios de comunicación, Rudolph Murdoch,
quien está imputado por espionaje a la población para su prensa
amarilla. Los observadores de la política inglesa coinciden en señalar
que está amenazada la coalición de los conservadores y liberales, los
que pactaron un matrimonio de conveniencia hace dos años, a pesar de
representar posiciones antagónicas sobre la relación de Gran Bretaña con
la Unión Europea.
Italia
El
otro acontecimiento electoral fue el de las elecciones municipales en
parte de Italia, las que destrozaron -literalmente- al partido de
Berlusconi y a su ex socia, la Lega Nord. Lo mismo vale para el Partido
Democrático, de centroizquierda, el cual solamente obtuvo resultados
favorables allí donde estuvo representado por una candidatura de
oposición a la dirección nacional. Italia se ha quedado sin partidos de
gobierno, lo que no es poca cosa pero que tampoco debe ser sorprender
-esto porque esos partidos renunciaron a su propia condición cuando
entregaron el gobierno a un ‘técnico’, Mario Monti, y un coro de
profesores, lo que fue impuesto por la Comisión Europea (es decir, el
gobierno alemán) y el FMI.
El
resultado ha beneficiado a un grupo calificado de “anti-político”,
denominado “5 estrellas”, el que está encabezado por un comediante muy
conocido, de modo que el ‘gobierno técnico’ ha generado su réplica: un
vacío político en el gobierno y otro en la oposición. Un anticipo de
esta evolución política lo ofreció, a principios de año, un movimiento
reivindicativo contra la carestía y contra el ajuste fondomonetarista
protagonizado por agricultores y trabajadores de estaciones de servicio,
el cual fue condenado por el ‘establishment’ político de derecha y de
izquierda, dado que le atribuían conexiones con la mafia. Se ha creado,
en Italia, un agujero o vacío político que deberá ser llenado a corto o
mediano plazo.
El
gobierno actual, por ‘técnico’ que parezca, no podría gobernar siquiera
un segundo sin la base político-parlamentaria formada por berlusconianos
y centroizquierdistas. El revés descomunal sufrido por estos partidos
significa, entonces, un resonante repudio, en menos de seis meses, al
gobierno ‘in carica’ y a su tutora, la Comisión Europea -es decir, al
gobierno Merkel y al FMI. En efecto, este gobierno autobautizado “salva
Italia” se ha despeñado en las encuestas y enfrenta un repudio popular
que crece a mayor velocidad que el deterioro de la economía italiana. La
consigna “Fuera Monti, por un gobierno de trabajadores” resulta
perfectamente adecuada al momento político italiano, que debería
desarrollarse sobre la base de una campaña anticapitalista a partir del
movimiento obrero.
Alemania
¿No
ocurre nada en Alemania? Claro que sí, pues la señora Merkel viene
perdiendo, sin prisa ni pausa, las elecciones regionales. Peor les va a
sus aliados liberales. Por eso existe entre los observadores cierta
certeza de que Alemania deberá volver a un gobierno de coalición amplia
cristiano-socialista. El ‘gobierno imperial’ de la UE se podría quedar
sin emperadora. Es que el macaneo sobre la llamada fortaleza europea
omite que Alemania conoce una fuerte tendencia a la recesión, la que
obedece a la crisis de las economías europeas y al repliegue de la
demanda de China. Alemania es la acreedora de los Estados en bancarrota y
de los bancos quebrados del resto de la eurozona, lo que se percibe en
los balances del Deutsche Bank y del Commerzbank -este último, con un
‘defol’ financiero. Las finanzas alemanas están afectadas también por
una bonanza artificial, producida por la fuga de capital europeo hacia
la deuda pública alemana. Esta ‘burbuja’ explica el comienzo de una onda
especulativa contra los bonos alemanes. El sistema de bancos centrales
de la eurozona adeuda al Bundesbank cerca de 800 mil millones de
dólares, simplemente impagables. Una devaluación persistente del euro,
como resultado de una salida de capitales de la eurozona provocado por
las crisis financieras en curso, implicaría una desvalorización de los
créditos alemanes con el resto de Europa. El epicentro de la crisis
europea se encuentra en Alemania.
Lo
que con mayor intensidad expresa el impasse alemán son, indudablemente,
las huelgas de los trabajadores de la metalmecánica. Además de un
aumento de salarios, cuyo monto la patronal se niega a aceptar, el
sindicato reclama la incorporación a los contratos por tiempo
indeterminado de dos millones de obreros precarizados -una incorporación
que simplemente derribaría el sustento de la superplusvalía del capital
alemán. La IGM, el sindicato metalúrgico, levanta esta reivindicación
como resultado de la presión social descomunal que está sufriendo por
parte del proletariado precarizado -es decir que se esfuerza por
encaminarlo para que no lo desborde con ‘huelgas salvajes’.
Como se ve, Alemania no se encuentra fuera de la corriente.
Francia
El
domingo, terminó en Francia un ‘reinado’ que debió haber acabado mucho
antes. Los observadores han llamado la atención sobre la crisis que el
resultado electoral desata en el llamado pacto fiscal impuesto a los
países de la zona euro por el derrotado Sarkozy con Angela Merkel. Las
elecciones, sin embargo, se limitaron a reflejar un hecho consumado: ese
pacto fiscal es inviable. El desenlace electoral es una expresión de la
crisis política europea en su conjunto. La línea fundamental de salida a
la crisis económica, diseñada por los estados mayores de los bancos, ha
caído en desuso. El viraje en la orientación económica que impone el
resultado electoral francés es imposible sin crisis sucesivas. A finales
de mayo, el electorado de Irlanda está llamado a un referendo sobre ese
pacto, el cual después de las elecciones francesas tiene mayores
posibilidades de ser derrotado, aunque es apoyado por los dos partidos
principales del país. Sin pacto fiscal, la zona euro se queda sin
programa -o sea, sin brújula.
La
segunda vuelta no ha borrado las secuelas que dejó la primera: el dúo
conservador-socialista ha caído a menos de la mitad del padrón
electoral. La UMP, el partido de Sarkozy, amenaza con desintegrarse en
las legislativas de junio próximo bajo la presión del Frente Nacional.
El 35 por ciento de los votos que el FN obtuvo en la primera vuelta
fueron transferidos a Hollande en la segunda; un 15 por ciento fue al
voto en blanco. El próximo gobierno apenas representa el 25% por ciento
del padrón electoral. Carece de espaldas para enfrentar la nueva etapa
de la crisis, la que se va a caracterizar por una corrida contra los
principales bancos franceses.
El
11,5 por ciento que obtuvo el Frente de Izquierda en la primera vuelta
no se traducirá en una mayor capacidad política. Solamente el partido
comunista podrá obtener, gracias a su aparato y conexiones, una
representación en el parlamento que se votará en junio. El PC no es
solamente un freno político -su aspiración es llegar a un acuerdo de
gobierno con Hollande. La desintegración del centro político no se
traduce en una polarización. Esto vale para el conjunto de la Unión
Europea. La política burguesa goza aún de un margen de maniobra, debido a
la ausencia de un polo anticapitalista o revolucionario. La etapa que
se inicia puede ser caracterizada como una transición hacia esa
polarización, cuyo ritmo deberá ser verificado por medio de una acción
militante.
España
El
Estado español no tuvo elecciones, pero es donde la crisis política
podría alcanzar una agudeza excepcional como consecuencia de la
aceleración de la bancarrota financiera. Esto ya ha desatado un
conflicto enorme con las comunidades autónomas, lo que replantea la
cuestión de la autodeterminación nacional -en especial para Cataluña y
el País Vasco, uno de los conflictos que llevó a la guerra civil. El
derrumbe de Bankia, una entidad que se formó por la fusión de seis
bancos quebrados con asistencia financiera del Estado, amenaza con poner
a España en las filas de solicitantes de un rescate europeo.
Grecia
Grecia
resume toda la crisis política que se ha puesto en movimiento en
Europa. Las elecciones del domingo pasado han creado una situación
excepcional: el ‘establishment’ político ha sido privado de mandato por
medio del voto ciudadano. El referendo que la señora Merkel vetó a
finales del año pasado retornó con yapa (como advertimos, en noviembre
pasado, que habría de ocurrir). El ‘rescate’ de Grecia recibió su
certificado de defunción.
En
Grecia, una coalición de izquierda, Siryza, se ha transformado en el
árbitro político. Esto es lo fundamental de la nueva situación política.
El núcleo fundamental de Siryza está constituido por Sinapsysmos, una
escisión reformista (‘eurocomunista’) del partido comunista, originada a
comienzos de la década de 1980. En los últimos años, sufrió la
separación de un ala derecha. Siryza ha jugado un papel combativo en las
huelgas universitarias y en las luchas recientes, con una línea de
fuerte ataque contra la izquierda revolucionaria, a la que acusa de
ultrista y teme como rival. Reivindica la ruptura de los pactos de
ajuste, despidos masivos, rebajas salariales y privatización de empresas
firmados por Grecia con la Unión Europea; exige la moratoria de la
deuda externa; plantea la intervención y la eventual nacionalización de
los bancos; pero es firme defensora del euro y de la Unión Europea. Un
planteo y el otro son definitivamente incompatibles, incluso si las
reivindicaciones que levanta Siryza no salen del marco capitalista. El
único interrogante es si la Comisión Europea tiene un plan B para
negociar los planteos de Siryza, u otro para expulsar a Grecia del euro.
El
carácter político de Siryza es fundamental, porque Grecia deberá
convocar a nuevas elecciones ante la imposibilidad de formar gobierno
con los resultados del domingo último. Siryza podría convertirse, en
este caso, en una fuerza mayoritaria. Esta posibilidad podría obligar al
partido comunista a cambiar de frente: de la hostilidad hacia Siryza a
un frente o gobierno de coalición con ella -aunque lo más probable es
que acentúe su línea sectaria, con la finalidad de ofrecer una
posibilidad de recomposición a los partidos burgueses tradicionales:
Nueva Democracia (y sus escisiones) y Pasok. En la izquierda
revolucionaria, algunos sectores podrían pasar al apoyo político a
Siryza. En síntesis, podría formarse en Grecia un gobierno ‘chavista’
(para usar una terminología actual) o kerenskista, en el lenguaje
clásico. Esto en medio de un colapso social y político excepcional.
Fuente
Comentarios