Grecia a punto de salir de la zona euro

Alexei Bogdanovski (RIA NOVOSTI, especial para ARGENPRESS.info)
viernes, 18 de mayo de 2012  


Los acreedores europeos de Grecia han vuelto a amenazarle con exigir que abandone la eurozona en caso de no cumplir las condiciones que le fueron formuladas y reducir los gastos en unos 11.000 millones de euros, cifra equivalente al 11% del PIB griego.


Es posible que Grecia acabe saliendo de la eurozona y los griegos se sienten amenazados por esta posibilidad.

Un panorama nada prometedor

Si Grecia no llega a formar Gobierno o el Gabinete de Ministros decide renunciar a sus acuerdos con los acreedores o rescindirlos unilateralmente, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional podrían suspender la asignación de recursos a Atenas. De este modo el reciente tramo de 4.200 millones de euros se convertiría en el último.

Parece un guión bastante realista dado que los promotores de estas estrictas medidas financieras, Ángela Merkel entre ellos, no disponen de posibilidad de maniobra. Es decir, o bien Grecia sigue reduciendo los gastos a cambio de préstamos, o el país será desconectado del “aparato de la respiración asistida”.

Teniendo en cuenta que en las elecciones del pasado 6 de mayo el 70% de los votantes apoyaron los partidos que se pronuncian en contra de los préstamos a cambio de las reducciones, no se podría descartar dicho desarrollo de los acontecimientos. De acuerdo con las evaluaciones de la consultora Citigroup, en la actualidad las probabilidades de que Grecia abandone la eurozona son del 75%.

Atenas tiene sus razones para abandonar la zona del euro, la moneda única resulta demasiado costosa para el país, la falta de control sobre la política monetaria hace imposible que aumente la inflación, cosa que permitiría restablecer la competitividad de la atrasada industria griega.

El enorme déficit existente con los países de la Unión Europea solo puede ser financiado si se contraen nuevas deudas. Sin embargo, desde el derrumbe de la pirámide de la deuda a principios de 2000, Grecia ya no puede solicitar más préstamos. Esta situación podría prolongarse por un período del tiempo indeterminado. Manteniendo la circulación del euro y siguiendo con la aplicación del actual rumbo político, Grecia está condenada a ser una periferia turística y agrícola, sin perspectivas de alcanzar en algún momento el poderío económico y la riqueza de Alemania, por poner un ejemplo.

Sin embargo, el retorno del dracma es una opción todavía peor: no ayudará a Grecia a ejercer un control sobre su economía, debido a una serie de problemas administrativos locales.

El Banco francés BNP Paribas augura para Grecia, solo por pasar al dracma, un derrumbe del PIB de un 20%, seguido de una inflación equivalente a entre un 40% y un 50% anual, mientras que la deuda nominal superará el 200% del PIB griego. Ello significa que es inevitable que Grecia anuncie una suspensión de pagos de su deuda externa y ya no podrá recurrir a préstamos para financiar su crecimiento. Los préstamos desaparecerán como tales, dado que los bancos quebrarán por la presión de sus accionistas y los negocios griegos no dispondrán de ninguna fuente de financiación.

La inflación devaluará los ahorros en euros y la caída de la cotización del dracma hará dispararse los precios incluso de los artículos de primera necesidad. “Los sueldos serán más bajos que ahora y no sólo en términos absolutos… Si vuelve la dracma la inflación estará fuera del control. El segundo problema es que tendremos que pagar en dracmas todas los productos importados, desde el petróleo hasta las medicinas”, explicó el investigador del Fondo ELIAMEP, Dimitris Sotirópulos.

La mencionada recuperación de la competitividad se verá limitada por la inflación y ni siquiera el sector del turismo, el único beneficiario de la recuperación de la dracma, podrá mantener al país a flote, asegura el experto, que se muestra escéptico acerca de un mayor grado de la competitividad de las exportaciones griegas, debido a la devaluación de la moneda nacional. “Grecia no exporta nada, incluso el aceite de oliva y las aceitunas son procesadas por la industria italiana”, concluyó.

De modo que la salida de la zona del euro pondrá al país al borde de un desastre económico y social. ¿Se sienten los griegos realmente amenazados por este hipotético desarrollo de los acontecimientos? Todo parece indicar que ya no lo están.

Un atolladero político

Manolis Glezos tiene casi 90 años de edad y su nombre les era familiar en su momento a los habitantes de la Unión Soviética. Fue Glazos quien con su amigo Apostolos Santas derribó la bandera nazi con la cruz gamada, instalada sobre el edificio de la Acrópolis, inmortalizando para siempre sus nombres. Glezos no se dispone a abandonar la política: en las elecciones generales celebradas la semana pasada lideró el bloque de extrema izquierda Syriza, que inesperadamente obtuvo el segundo mejor resultado.

“En estos momentos están temblando todos aquellos que convirtieron a Grecia en un país que pide limosna, acostumbrándola al dinero fácil, a la corrupción y al favoritismo. Tienen miedo al pueblo e intentan impedirle que acceda al poder… No lo conseguirán, porque no se puede obligar a las aguas de un río a fluir en la dirección contraria”, manifestó recientemente a los periodistas.

El Partido por él representado se pronuncia por permanecer dentro de la Unión Europea y de la eurozona, pero en contra de las nuevas medidas de ahorro. Syriza propone que las pagas de jubilación retornen a los niveles de antes de la crisis e incluso los superen, los bancos sean nacionalizados, los gastos para la sanidad pública, elevados a pesar de haber permanecido hasta hace poco dentro de los más altos del mundo.

Las ideas de Glezos sobre la fuente de los fondos son muy simples: gravar de manera forzosa a aquellos que ganen más de 20.000 euros al año, obligando al mismo tiempo a Alemania a indemnizar a Grecia por un préstamo obligado y la devastación en los años de la Segunda Guerra Mundial con unos 1,5 billones de euros.

El problema está en que en Grecia tributan los funcionarios y los jubilados, mientras que el negocio se ve libre de esta carga. De poder cobrar los impuestos a los círculos empresariales, ni sería necesario pedir más préstamos. Tampoco queda muy claro cómo se puede combinar la aceptación de los préstamos alemanes con la exigencia de indemnizar al país los daños ocasionados durante la Guerra. Parece que la edad no le impide a Glezos a comportarse con cierta extravagancia y expresar al mismo tiempo la opinión de la segunda fuerza política más potente del país.

Soluciones extravagantes son formuladas también por representantes de otras fuerzas políticas. Así, los comunistas proponen una salida inmediata tanto de la UE como de la eurozona: todo, explican, para que mejore por fin el nivel de la vida del pueblo. El partido Griegos Independientes, creado hace tan sólo tres meses, se disponen a emitir obligaciones para las reservas de petróleo y gas todavía no detectadas pero situadas supuestamente cerca de las costas griegas. Los neonazis del Partido Amanecer Dorado se pronuncian por colocar minas a los largo de las fronteras del país, porque la causa de todos los males son los inmigrantes. Y la bandera de dicho partido recuerda demasiado la de la Alemania nazi.

No son opiniones radicales, sino la nueva tendencia de la política griega que se traduce en casi un 50% de los escaños en el Parlamento


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