Maduro presenta informe ante la Asamblea Nacional venezolana

Foto
El vicepresidente venezolano Nicolás Maduro (derecha) entregó ayer al presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, dos carpetas con la memoria y cuenta del gobierno correspondiente a 2012Foto Reuters
 
Arturo Cano
Enviado
Periódico La Jornada
Miércoles 16 de enero de 2013, p. 26 

Caracas, 15 de enero. Sin Chávez, el chavismo tiende a ser breve. Hace un año, la presentación de la memoria y cuenta, una suerte de informe presidencial, le consumió 9 horas con 47 minutos al presidente Hugo Chávez Frías. Hoy, Nicolás Maduro despacha el trámite en siete minutos. Entrega a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional (AN), dos carpetas rojas envueltas en un listón dorado y dirige un breve mensaje. Y ya.
Primero lo primero: Ayer vimos al presidente. Les podemos decir que va remontando la cuesta, va luchando con su espíritu y su mirada, lleno de voluntad de vida y de patria. Nos dijo que les entregáramos un saludo a todos los diputados, con el mismo afecto y respeto.
No se ha visto una foto del presidente comandante ni éste ha tomado el teléfono, como solía hacer, para llamar a su programa de televisión favorito y hacer algún anuncio. Pero el vicepresidente no sólo informa que lo vio en Cuba, sino que ha nombrado a Elías Jaua –ex vicepresidente– como nuevo canciller venezolano y, de paso, como vicepresidente político de gobierno.
La oposición vuelve a trinar. ¿Lo nombró Chávez desde Cuba? ¿O alguien más? ¿Dónde está el nombramiento?
Como toda respuesta, el ministro (a todos los cargos hay que anteponer un “del Poder Popular para…”) la Comunicación, Ernesto Villegas, remite a la gaceta oficial que será publicada próximamente con todos los detalles del nombramiento.
El vicepresidente había anticipado la mejoría de Chávez en una reunión mañanera del consejo federal –el Ejecutivo y los gobernadores– en la cual saludó de mano al ex candidato presidencial opositor Henrique Capriles (consiguiendo con ello que un sector de la oposición lo quemara en leña verde).
A esas horas, la Plaza Bolívar y todos los alrededores del Parlamento se comenzaron a llenar de empleados públicos –a juzgar por sus playeras de diversos ministerios– y chavistas de a pie en números moderados. Aquí y allá las bocinas estremecían las banquetas con el himno nacional, música llanera, cánticos de campaña y la voz de trueno del presidente enfermo.
Horas más tarde, a pesar de la mejoría, Maduro sigue en el papel de quien recibe la estafeta.
Maduro está a cargo de la entrega de la memoria y cuenta del año 2012 y es recibido con dos gritos: “¡Pa’lante, comandante!” y ¡Con Chávez y Maduro el pueblo está seguro!, que lanzan la mayoría de los presentes, diputados, funcionarios y dirigentes, abrumadora mayoría roja en el recinto.
Hay besamanos. El vicepresidente saluda a casi todos en la primera fila e incluso se acerca a escuchar, unos instantes, al líder de Primero Justicia –un partido que suele llamar de la derecha fascista–, Julio Borges. Habla el opositor y Maduro lo oye pero no le responde. Un rato después, Borges escribe en la red: ¡Insólito el show que acabamos de presenciar! Cuando llegó Maduro le exigí que discutiéramos los problemas de los venezolanos.
Estamos cumpliendo impecablemente la Constitución, dice Maduro, frente a las críticas opositoras que recuerdan que la carta magna ordena que el presidente entregue personalmente el informe en cuestión.
Le faltó carisma
Nicolás Maduro bebe un sorbo de agua y repite, como lo ha hecho todos los días desde hace poco más de un mes, que el único presidente es el comandante Hugo Chávez.
Pero también se toma tiempo para la chorcha, para burlarse de la oposición como hace el presidente enfermo: Esta botellita de agua me la acaba de dar Diosdado Cabello, y eso que dicen que estamos peleados. ¡Estamos unidos desde el corazón! Aplauden los diputados y las cabezas de todos los poderes del Estado venezolano.
Una parte de los diputados de oposición se retira del recinto. Un diputado chavista pregunta: ¿No que están muy unidos?
Diosdado Cabello da por concluida la sesión. ¡Qué viva la patria!, dice, y todos tratan de acercarse a Maduro y a Jaua.
Los medios oficiales venezolanos difunden de inmediato la biografía del nuevo canciller y un artículo que publicó hace dos días con este remate: En cualquier circunstancia, debemos cumplir los lineamientos que el 8 de diciembre de 2012 nos encomendó el comandante presidente: unidad de mando en torno al vicepresidente Nicolás Maduro, unidad del pueblo civil y militar, garantizar la estabilidad política, la paz de Venezuela y seguir construyendo el socialismo bolivariano para seguir teniendo Patria, a la cual hacer el sacrificio.
Maduro y Jaua son dos de las figuras civiles que figuran al lado de Chávez desde el principio. Ambos provienen de la izquierda y han ocupado varios ministerios en el gobierno. Entre los chavistas se habla incluso de que en la decisión de Chávez sobre su sucesor ambos fueron los finalistas. Pero que se decidió por Maduro porque a Jaua le falta carisma.
El ahora canciller fue dirigente estudiantil y es sociólogo por la Universidad Central de Venezuela. Militó en un frente guerrillero escindido de Bandera Roja –grupo que fue del maoísmo a la línea proalbanesa y cuyos restos languidecen en la oposición antichavista.
El jefe ideológico de ese grupo fue Daniel Hernández. Hace un par de años, siendo diputado, conversó con este diario sobre las dificultades teóricas del proyecto de la revolución bolivariana: Es preciso ir reconfigurando, construyendo teoría, pero ese un problema nuestro, no de Chávez, decía, luego de admitir que el presidente es la gran fortaleza pero al mismo tiempo la gran debilidad del proyecto del socialismo del siglo XXI.
Jaua fungía como vicepresidente cuando se anunció la enfermedad de Chávez, así que se encargó, en los hechos, de la administración mientras el presidente iba a sus operaciones y tratamientos.
Luego, fue designado para contender por la gubernatura del estado de Miranda, contra el opositor Henrique Capriles. En la contienda del pasado 16 de diciembre logró la proeza, dicen los chavistas, de obtener 47.82 por ciento de los votos frente a 51.83 de su popular adversario.
Un dirigente del PSUV sostenía, en octubre pasado, que Jaua dejó la vicepresidencia con la condición de que lo sustituyera Maduro, y no Diosdado Cabello.
Maduro, por su parte, fue conductor de autobús y líder sindical. Desde la época en que Chávez estuvo preso, cuentan aquí, fue un asiduo visitante de la prisión y fue uno de los primeros civiles en incorporarse al Movimiento Bolivariano Revolucionario, el primer agrupamiento del chavismo.
Leal a toda prueba, Maduro provenía de la Liga Socialista, una organización derivada del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, a su vez escisión izquierdista de Acción Democrática (lo más parecido al PRI que ha dado Venezuela).
Entre los fundadores del grupo estuvieron Jorge Rodríguez (asesinado por la policía política y padre de otro ex vicepresidente de Venezuela del mismo nombre) y Julio Escalona, quien ha sido embajador de Venezuela ante la Organización de Naciones Unidas.
Además de ser el canciller que Chávez soñó, según dice el ex ministro Jesse Chacón, Maduro presidió la Asamblea Nacional –lo mismo que su esposa, la ahora procuradora general Cilia Flores– donde mantiene una fuerte influencia, al punto de que, en mayo de 2011, pudo influir para que el Parlamento venezolano rindiera homenaje al gurú Sathya Sai Baba, del que es seguidor.
En su resolución, los diputados afirmaron que el reconocimiento se debía a que “junto a Mahatma Gandhi, la Madre Teresa de Calcuta y otros líderes espirituales de su país, Sathya Sai Baba es considerado un ‘Mahatma’, un alma grande”.
 
 
Fuente 

Comentarios