Por la puerta de atrás, CFE se privatiza
En:Articulistas Fecha:12 enero, 2013
REVISTA SIEMPRE!
Revelan sus propios informes
Martín Esparza Flores
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Revelan sus propios informes
Martín Esparza Flores
Cuidando de ocultar el rostro de las
firmas extranjeras que en el gobierno de Felipe Calderón terminaron por
adueñarse de la generación de energía eléctrica en el país, el informe
sexenal 2006-2012 de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) establece
que una de las estrategias planteadas en el sector fue la realización
de inversiones privadas en proyectos como la construcción de centrales
de generación que, tramposamente y según la pasada administración, “no
constituyen servicio público”.
De tal suerte que los llamados
Productores Independientes de Energía (PIE) tuvieron la puerta abierta
para hacer rentables y seguras inversiones a través de la figura de los
Pidigeras (Proyectos de Infraestructura con Impacto Diferido en el
Registro del Gasto), obteniendo de paso el compromiso inquebrantable de
la CFE para comprarles, al precio por ellos convenido, la energía
generada. Es decir, que la desnacionalización y privatización del sector
fue una de las prioridades del expresidente.
Y si bien el informe rendido por Jaime
González Aguadé, último director de la paraestatal, se guarda de llamar
por sus nombres a los beneficiarios con las jugosas concesiones, no
puede soslayarse en su informe de inversiones el alto costo que tal
modelo de inversión privada tuvo para las finanzas públicas al
favorecer, sobre todo, a firmas trasnacionales como Iberdrola,
Mitsubishi y otras muchas, al grado de haber representado en 2011 un
monto superior al registrado por la propia CFE.
Según los reportes oficiales rendidos por
la entidad, mientras en 2007 canalizó para proyectos de inversión en
la industria eléctrica nacional 23 mil 145 millones, para 2011 la cifra
apenas llegó a los 35 mil 119 millones; en contraparte, en 2007 los
Pidiregas de la paraestatal sumaron 12 mil 993 millones de pesos, para
llegar en 2011 a la suma de 38 mil 365 millones de pesos, es decir, tres
mil millones por encima de las inversiones asignadas a la CFE en su
carácter de empresa pública.
Los costos por concepto de amortización
de los Pidiregas también se dispararon, pues mientras en el 2007
ascendían a siete mil 541 millones de pesos, en 2011 alcanzaron la cifra
de 14 mil 643 millones de pesos. Importante destacar también que la
inversión “fuera de presupuesto” que, de acuerdo con el documento de la
CFE, concierne a la realización de obras cuya ejecución se encomienda,
previa licitación, a empresas privadas, también se elevó de forma
significativa pues mientras en el 2007 tan renglón reportaba inversiones
del orden de los 12 mil 992 millones de pesos, en el 2011 llegó a la
cifra récord de 36 mil 365 millones de pesos. Poniendo en duda los
supuestos estándares de eficiencia de la empresa que, como se demuestra
con sus propios informes, entregó la materia de trabajo a contratistas
privados, endosando el costo a las finanzas públicas.
Los reportes de Comisión Federal de
Electricidad (CFE) respecto a la “Generación Bruta de Energía” del
periodo 2007-2011 son indicativos de cómo la paraestatal ha cedido
terreno en el área de la generación a los privados, al grado de que en
el 2011 los particulares agrupados en las figuras de productores
independientes, permisionarios, autoabastecimiento y cogeneración, ya
producían 143, 903, 30 Gigawatts-hora, contra 257, 395, 00
Gigawatts-hora de la CFE; es decir, más del cincuenta por ciento
generado por la entidad pública, lo que demuestra el inobjetable
desplazamiento dentro del sector eléctrico nacional.
Indudable que, al analizar los datos
reportados por la CFE al jefe del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto, se le
presenta el insalvable dilema de optar por el rescate y fortalecimiento
de la industria eléctrica, nacionalizada por un presidente patriota como
lo fue Adolfo López Mateos, cuyo objetivo fue utilizarla como un área
estratégica para el desarrollo del país, o terminar sepultando los
principios de tan ilustre mexicano al permitir que continúe la
silenciosa privatización del sector eléctrico, por la puerta de atrás,
como fue el estilo de los gobiernos panistas.
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