La mutación del PRI
De centro izquierda a derecha
Martín Esparza Flores
Siendo oposición, los priistas
criticaban el pésimo manejo que, a su parecer, habían realizado los
panistas en el sector energético, tras dos sexenios en el poder:
corrupción e ineficiencia tanto en Petróleos Mexicanos como en la
Comisión Federal de Electricidad (CFE), así como la innegable
privatización y entrega de estas áreas estratégicas a empresas
extranjeras. De manera urgente en sus documentos elaborados en el
Congreso, exigían respeto al marco constitucional y la inaplazable
discusión, dentro de un ambiente de apertura, del futuro de la energía
en México.
En lo que consideraban dos sexenios
perdidos por el deficiente manejo de la energía por los gobiernos de
Acción Nacional, fijaban su posición con puntual rigor en el documento
titulado: 10 años de panismo (resultados) III. Energía: desperdicio y enajenación de bienes públicos,
que fuera elaborado en la LXI Legislatura; el cual, comparado con la
tesis de desmantelamiento y privatización planteada en la Estrategia
Nacional de Energía (ENE), y hasta en la reforma a sus estatutos,
comprueba la abominable mutación que sufrió el PRI en sólo dos años, al
pasar de ser un partido de centro izquierda, a uno totalmente de
derecha, diametralmente opuesto al que en julio del 2011, planteaba,
entre otros puntos:
“La energía es por definición, un sector
estratégico para la economía de cualquier país. Para México es mucho
más que eso porque incluye dos pilares históricos producto del esfuerzo
de más de cuatro generaciones: el petróleo administrado por un organismo
público estatal, Pemex, y la generación de energía eléctrica en manos
de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Ambos organismos influyen
inexorablemente en la totalidad de las actividades económicas y sociales
del país y por tanto gravitan de manera determinante en la vida
política de la nación. Lo que se haga con ellos, la manera en que se
administren o, como ocurre actualmente, se descuiden afecta a la
totalidad de los mexicanos”.
Sobre Pemex, enjuiciaban a los panistas
por sobreexplotar campos productores como Cantarell y haber invertido
más de cien mil millones de pesos en malogrados proyectos de
exploración como el de Chicontepec, cuyos pozos apenas producían, en
2008, 41 barriles diarios; de igual forma, censuraban el abandono de
áreas como la refinación, que obligaban al país a importar 370 mil
barriles diarios de gasolina para cubrir el 46 por ciento del consumo
nacional, a la vez que calificaban como un derroche la quema de gas al
haber reportado pérdidas al erario nacional, por tal concepto, del orden
de los 5 mil millones de pesos.
Y sobre el sector eléctrico, establecían
en su diagnóstico: “A pesar de que contamos con cuantiosas inversiones
públicas en termo e hidroeléctricas eficientes y con abundantes
combustibles, el gobierno panista decidió privilegiar contratos de
construcción y operación de empresas privadas generadoras de generación
de energía a muy largo plazo. Hoy, el erario paga un servicio eléctrico
caro, comprometiendo a largo plazo la importación de gas y subutilizando
energía que ya fue pagada por el pueblo de México”.
En una sui géneris confesión de
parte, los priistas apuntaban: “El sector eléctrico nacional,
crecientemente privatizado, no logra reducir sus fallas, las pérdidas en
distribución han aumentado; en el área Central, a casi dos años de la
extinción de Luz y Fuerza, continúan las interrupciones frecuentes y
abundan los errores en facturación lo que afecta gravemente a la
población; la electricidad para consumo doméstico se ha encarecido al
doble durante éstos diez años”.
Y como una anunciada paradoja,
establecían: “Para el PRI está claro que el futuro de la energía en
México se deberá discutir en un marco de apertura, certeza y honradez, y
en función de los mejores intereses del país; la solución no consiste
en privatizar los recursos de la nación para ocultar los fracasos del
PAN. México cuenta con los recursos energéticos suficientes para
enfrentar el resto. Sólo falta el liderazgo”.
Por supuesto, les faltó agregar que tal
liderazgo no debe cometer los mismos errores que Acción Nacional, y
apegarse a lo establecido con exactitud en la Constitución para que, sin
necesidad de reforma energética alguna, actúe con congruencia en la
defensa del patrimonio nacional, cumpliendo con el juramento de protesta
hecho al país el pasado primero de diciembre.
Comentarios