La termoeléctrica de Huexca atiza el enojo contra López Obrador

La Termoeléctrica de Huexca. Foto: Margarito Pérez Retana
La Termoeléctrica de Huexca. Foto: Margarito Pérez Retana

PROCESO

En Morelos, la termoeléctrica de Huexca –una obra a la que el presidente Andrés Manuel López Obrador dio su aval– tiene molestos a los ejidatarios de los municipios Cuautla, Ayala, Tlaltizapán y Tlaquiltenango. Su defensa del agua, un derecho irrenunciable, se inició hace años. Los inconformes le recuerdan su discurso de mayo de 2014 en Yecapixtla, cuando expresó: “Sólo a un loco se le ocurriría construir una termoeléctrica en la tierra de Zapata. Es como si construyeran un basurero en Jerusalén”. Y sentencian: “Somos campesinos y queremos seguir siendo campesinos”.
CUAUTLA, Mor. (Proceso).- La termoeléctrica de Huexca ya está lista; lo mismo que el gasoducto que lleva gas natural a través de Tlaxcala, Puebla y el oriente de Morelos. No sucede lo mismo con el acueducto que traerá 2 mil 500 litros de agua por segundo para enfriar las turbinas de la termo, pues le faltan 150 metros de tubería para llegar a la planta tratadora de aguas residuales de Cuautla.

Esta obra no puede concluirse porque los lugareños levantaron dos campamentos e impiden que se termine la conexión. Se resisten al acueducto porque, dicen, pone en riesgo la sobrevivencia de 6 mil ejidatarios de los municipios Cuautla, Ayala, Tlaltizapán y Tlaquiltenango, quienes dependen del río Cuautla­ para subsistir.
En la zona se cultivan hortalizas, caña y otros productos que son transportados a los ingenios azucareros y a la Central de Abasto de la Ciudad de México. Los inconformes sentencian: “Somos campesinos y queremos seguir siendo campesinos”.
Los líderes de estas comunidades expresan su descontento con el gobierno federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador –“el del cambio verdadero”–, quien les ofreció una tarifa más baja a cambio de que permitieran el paso de la termoeléctrica por su territorio. Lo consideran un chantaje y lo comparan con el episodio protagonizado el siglo pasado por Francisco I. Madero, quien, según comentan, “quiso comprar” a Emiliano Zapata regalándole una hacienda.
El domingo 10 en el balneario El Almeal, frente a un nutrido grupo de pobladores, López Obrador se pronunció a favor de la termoeléctrica. Llamó a los opositores “radicales de izquierda”; los tildó de “conservadores”, y aseguró que eran pagados por empresas trasnacionales a cuyos directivos no les conviene la termoeléctrica.
Ese discurso contradice lo que él mismo pronunció en mayo de 2014 en un evento en Yecapixtla, cuando expresó: “sólo a un loco se le ocurriría construir una termoeléctrica en la tierra de Zapata. Es como si construyeran un basurero en Jerusalén”.
Hoy, López Obrador es un firme promotor de esa obra, lo que sorprende a los 6 mil campesinos de la región, muchos de los cuales lo acompañaron durante sus tres campañas electorales e incluso votaron por él.
Francisco García Campos, de la Asamblea Permanente de Pueblos de Morelos –un lopezobradorista desde 2006–, sostiene que ni él ni sus compañeros intentan abollar el proyecto; “nosotros estamos luchando en defensa del agua desde 2012”.
“Peleamos por el agua”
Sentado en un tronco, al lado de su parcela, el activista rememora: “Cuando el presidente Madero gana la elección, como para calmarle los ánimos al general Emiliano Zapata le ofrece, entre otras cosas, una hacienda. La respuesta del general fue que él no venía a pelear por haciendas, sino porque se hiciera justicia a los campesinos”.
Y agrega: “Nosotros decimos que no peleamos para que nos bajen la tarifa de luz, por ejemplo; no peleamos para que se nos encasquillen los canales de agua –eso es una responsabilidad del Estado. Nosotros no estamos peleando beneficios ajenos a este recurso fundamental que es el agua. El Plan de Ayala del 28 de noviembre de 1911 señala incluso que la lucha es por los montes, las tierras y el agua”.
Para García Ramos, su postura es “irreductible”. “Sin agua –dice– no podemos hacer nada”. Con el crecimiento urbano y la planta de la Coca Cola en la colonia Manantiales de Cuautla –que “tiene sus propios pozos de agua”– ese recurso ha ido mermando. Hoy, con la termo, “la situación es ya de emergencia”.
Lamenta que el gobierno federal le apueste a los “temas de rentabilidad empresarial” y no a los de “beneficio colectivo”. Explica que los ejidatarios cuentan con una concesión de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) que les permite ser usuarios del río Cuautla.
Eso incluye no sólo el líquido del caudal, sino el que se le inyecta desde la Planta Tratadora de Aguas Residuales de Cuautla, a la altura de la comunidad de Apatlaco, y que se denomina “agua de retorno”. De esta planta es de donde la Comisión Federal de Electricidad se quiere llevar el agua para la termo. De ahí la resistencia de los campesinos.
Los ejidatarios de la zona cultivan calabacita, verdolagas, caña de azúcar y arroz. Parte de sus cosechas la venden en la Central de Abastos de la Ciudad de México, dice el viejo campesino al corresponsal.
Y expone: “La declaración de López Obrador (donde los tilda de conservadores) lo ubica como desinformado. Yo le reconozco algunos logros. Yo lo apoyé desde la primera vez. Yo no estoy pagado por empresas extrajeras para afectar al Estado mexicano. Nosotros votamos por López Obrador. Gran parte de ese voto que logró en Morelos fue del campesino. Está equivocado”.
La consulta, cuestión mediática
De cara a la consulta a la que convocó López Obrador para el sábado 23 y el domingo 24 para que los habitantes expresen su sentir en torno a la termoeléctrica, los campesinos comenzaron a informar a toda la población.
–¿Y qué pasa si la consulta dice sí a la termoeléctrica? –se le pregunta a García Campos.
–Si el resultado no nos es favorable, vamos a continuar poniendo el cuerpo. Es lo que hemos hecho.
–Hay decepción, ¿verdad?
–Sí.
Se le quiebra la voz y guarda silencio hasta recuperar el aplomo.
Continúa: “Había esperanza. Uno de los eslóganes (de López Obrador) era: ‘Por el cambio verdadero’. Eso no se nos olvida”.
Él y sus compañeros han buscado, sin éxito, una interlocución con el gobierno federal. “No tenemos opción, vamos a continuar. No queremos su chantaje; no queremos su tarifa más baja. Nosotros somos campesinos y queremos seguir siendo campesinos”.
Jaime Domínguez Pérez, del Frente en Defensa de la Tierra y el Agua  Morelos, Puebla y Tlaxcala, sostiene: “Esta lucha va a seguir con o sin consulta. Más bien la consulta –que será organizada por la Secretaría de Gobernación– es una cuestión mediática para justificar la termoeléctrica”.
Y recurre a una comparación: “Es como si subiéramos a un ring de box y nos enfrentáramos a un oponente que tiene sus dos manos libres y al réferi de su parte, mientras nosotros tenemos una (mano) amarrada”.
Oriundo de Jantetelco, Domínguez Pérez fue detenido y torturado en 2013 por la policía del entonces gobernador Graco Ramírez por su oposición a la termo,
comenta:
“Si aun con una sola mano podemos noquear al oponente, el árbitro va a decir que no es cierto, que tú perdiste. Esto nos parece grave. No esperábamos esto del presidente. Tú lo tienes claro, los argumentos de Andrés Manuel son los mismos que usó Graco en su momento.”
Asegura que los contratos para la construcción del gasoducto y la termoeléctrica a las empresas españolas Elecnor y Abengoa, respectivamente, son producto de “un proceso de corrupción”, pues la licitación fue inducida. En una de sus conferencias López Obrador admitió incluso “que efectivamente hubo corrupción en el origen”, insiste.
Domínguez Pérez dice que el movimiento de resistencia a la planta tuvo conflictos internos a la hora de las elecciones de 2018. “Algunos no confiábamos ni siquiera en López Obrador. Tuvimos conflictos. Al final terminamos apoyándolo y el domingo (10 de febrero) ahí estábamos todos, aunque enojados porque nos está haciendo lo mismo que los otros (gobiernos)”.
“López Obrador sólo vino a alborotar el avispero. Nos llamó conservadores. Nosotros no somos conservadores; radicales de izquierda a lo mejor sí, porque en estos años hemos hecho cosas radicales que nos costaron cárcel y tortura. Pero, ¿a poco ya se le olvidó a López Obrador que él también fue un radical?
“Los pueblos se van a resistir. Será una lucha grande en la que ganaremos. En su afán de dominar y de imponer su proyecto, López Obrador se escuda en la democracia. Pero ¿qué es la democracia para él? Él dice: ‘La democracia soy yo’… Los que estén de acuerdo bien; los que no, son conservadores y buscan obstaculizar su proyecto. Eso es mentira, es una equivocación.”
Divide y vencerás
Durante su gestión, Graco Ramírez dividió a las comunidades que se oponían a la construcción de la termoeléctrica.
Desde 2013 los ejidatarios de los pueblos zapatistas comenzaron sus acciones de resistencia. Los primeros fueron los seguidores de Domínguez Pérez, quienes detuvieron las obras del acueducto. El 19 de septiembre de ese año la policía arremetió contra ellos y capturó al dirigente del Frente en Defensa de la Tierra y el Agua Morelos, Puebla y Tlaxcala.
Los trabajos continuaron para cubrir los 15 kilómetros de tubería. En marzo de 2015 Jorge Zapata y un grupo de habitantes de Apatlaco y ejidatarios del río Cuautla se enfrentaron con la policía e instalaron un campamento en el paso de la construcción. Las obras fueron suspendidas durante meses. El 12 de agosto de 2016 la policía desalojó a los inconformes y se reanudó la obra.
Los campesinos se reorganizaron y el 28 de agosto siguiente se instalaron en plantón en las riberas del río Cuautla. El entubamiento del acueducto llegó hasta la ribera oriente del río, en el municipio de Ayala. Del otro lado se instaló el primer plantón.
Para terminar el acueducto, los tubos deben cruzar el río y conectarse del lado de Cuautla con las tuberías de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales. Son sólo 150 metros los que impiden hasta ahora la conclusión de la obra.
Y es precisamente en esa extensión donde está instalado el plantón desde hace dos años y medio. Alguna vez, el 30 de agosto de 2016, el entonces gobernador Graco Ramírez ordenó a la policía arremeter contra la comunidad de Apatlaco.
Los campesinos respondieron con otro plantón del lado de Ayala. Son dos focos de resistencia que han sido acompañados de todos los recursos legales posibles.
Durante este periodo algunos líderes campesinos han sido cooptados por el gobierno, pero lo mayoría continúa en la lucha, aunque divididos. Hoy pueden observarse tres grupos: el de la Asociación de Usuarios del Río Cuautla, quienes se inclinan por “vender” el agua a la termoeléctrica a cambio de “apoyos económicos y en especie”; el que encabeza Arnulfo Montes Cuen, vinculado a empresas de purificación de agua potable, quien propone la construcción de represas para garantizar el abasto del líquido a los ejidos y a la termo; y el de quienes se oponen de manera abierta a la obra porque, explican, “eso significa nuestra desa­parición como campesinos”.
El pasado 12 de enero, López Obrador visitó Ayala para declarar formalmente el Año de Zapata. Jorge Zapata, nieto del Caudillo del Sur, solicitó al presidente cancelar la termoeléctrica.
Semanas después, el domingo 10 de febrero, regresó al oriente de Morelos y, contrario a lo que esperaban sus seguidores, descalificó el movimiento de resistencia y propuso una consulta para decidir sobre la operación de la termoeléctrica.
En esa segunda visita Jorge Zapata estuvo en el templete con el presidente, pero no habló.
Un ejidatario comentó: “Los compañeros no vieron bien que se quedara. Lo que ha hecho Obrador no nos gusta; no podemos avalarlo. No puede avalarlo Jorge”.
Proceso buscó al nieto del general Zapata, pero no hubo respuesta.
Este reportaje se publicó el 17 de febrero de 2019 en la edición 2207 de la revista Proceso.

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