URGE QUE TRABAJADORES ENCABECEN UN FRENTE POPULAR PARA LA RECONSTRUCCIÓN NACIONAL CON VISIÓN SOCIAL
Ante el desastre económico neoliberal agudizado por las medidas contra el Coronavirus
URGE QUE TRABAJADORES ENCABECEN UN FRENTE POPULAR PARA LA RECONSTRUCCIÓN NACIONAL CON VISIÓN SOCIAL
FRENTE A LA PANDEMIA: LA RECONSTRUCCIÓN NACIONAL
El coronavirus ha puesto al desnudo el
alcance de la crisis histórica del capitalismo: la crisis civilizatoria,
frente a la cual hoy resurge la demanda de Rosa Luxemburgo: socialismo o
barbarie. Hoy, junto a las víctimas del coronavirus, los más afectados
son, en primer lugar, los trabajadores.
Sólo en Estados Unidos más de 17 millones de
trabajadores han perdido sus empleos. En nuestro país donde más de las
dos terceras partes de los trabajadores están en la economía informal
sin derecho alguno de protección social, el seguro de desempleo
prácticamente no existe y la precarización se ha profundizado en el
trabajo, el impacto sobre las trabajadoras y los trabajadores es y será
inconmensurable. A lo que se suman las acciones de algunas grandes
empresas que envían a los trabajadores a su casa sin salarios o no
suspenden el trabajo.
La política económica en nuestro país
requiere, en estos momentos. tener precisión sobre el saldo que las
políticas neoliberales dejaron sobre las finanzas públicas y, más aún,
sobre la desarticulación y precarización de las instituciones públicas,
particularmente las de la salud pública, tan necesarias en estos
momentos de pandemia.
Requiere, asimismo, tener presente el
precario y desigual crecimiento económico (social, sectorial y regional)
con crisis recurrentes en nuestra economía, cuyo costo ha recaído, en
mayor medida, sobre los trabajadores. Y tener presente, al mismo tiempo,
el curso de la crisis mundial y de la economía estadounidense a la que
estamos enganchada, no sólo por la producción y el intercambio
comercial: millones de mexicanos, con papeles y sin papeles trabajan en
Estados Unidos y han enviado miles y miles de millones de dólares a sus
familias en México y han paliado y contenido la pobreza de millones de
mexicanos.
La crisis actual demanda la necesidad de un cambio de modelo económico y establecer nuevas líneas de política económica.
Hasta ahora, las líneas centrales se
definieron en el sector público, en la lucha contra la corrupción y en
un profundizado plan de austeridad para redirigir los recursos públicos
hacia los más pobres: pensiones para adultos mayores adelantadas;
masivas becas para estudiantes, apoyos a micronegocios, empleo para
jóvenes, apoyo para actividades primarias, caminos rurales,
reconstrucción de escuelas…
En la política de salud pública están los
aumentos salariales de los primeros meses del año, se abren nuevas
plazas y se destinarán recursos a la terminación de más de 300
hospitales que se dejaron a medias y para la obtención de los
instrumentos médicos necesarios.
Se mantienen los programas prioritarios: la
recuperación de Pemex, la construcción de la refinería de dos bocas y el
tren maya, acompañados de múltiples acciones cotidianas en otros
ámbitos. Hay que tener presente que el petróleo no es sólo gasolina: es
energía eléctrica, es petroquímica, fertilizantes, plásticos; casi todo
lo que usamos de los pies a la cabeza tiene algún derivado del petróleo.
Los apoyos para las empresas medianas,
pequeñas y micro son urgentes. No habrá rescate del capital, como se
acostumbraba, como el Fobaproa que seguimos pagando.
Frente al precario crecimiento de décadas de
la economía nacional y frente a una grave crisis internacional, se habla
de una recesión mayor a la del 2009, es necesario ir más allá en el
diseño e implementación de una política económica emergente que debería
buscar la reconstrucción nacional e impulsar una alternativa popular.
La crisis ha abierto un nuevo escenario de la
lucha de clases en nuestro país en el cual la oligarquía encabezada por
la Coparmex exhibe sus intentos golpistas.
El SME y la Nueva Central de Trabajadores
pueden convocar a fuerzas sociales diversas para avanzar en la
construcción de una alternativa nacional y popular que ya vienen
construyendo.
El Estado debe recuperar no sólo una real
conducción de la economía, proteger el empleo, proteger al sector de la
economía informal en donde se encuentran la mayoría de los trabajadores y
exigir a los empresarios que respeten los derechos de los trabajadores;
intervenir en la actividad económica y establecer nuevos ejes de la
actividad que garanticen, en primer lugar, alimentación y salud para la
mayoría de la población. Rescatar y, fortalecer, por ejemplo, el trabajo
de CONASUPO, Liconsa, los laboratorios nacionales farmaceúticos… Para
ello, debe avanzar en examinar la deuda pública y repudiar la deuda
malhabida, empezando por el Fobaproa y la deuda fraudulenta de varias
entidades, como Veracruz y Tamaulipas. Por lo menos plantear la
moratoria temporal para el pago de la deuda. Y también replantear el
destino de las Afores que especulan con las pensiones de los
trabajadores.
El Banco de México debe cambiar sus funciones
y poner los recursos nacionales para la recuperación y la
reconstrucción de la economía nacional.
Nuestro país es uno de los mayores
productores, vía la maquila, de implementos médicos, hoy fundamentales
en la atención y lucha contra el coronavirus…pero, desgraciadamente esta
producción está, mayoritariamente, en manos del capital extranjero… Y
frente a Trump que, como furioso y mezquino pirata imperial quiere
acaparar la producción mundial, hay que ponerle un alto, como lo acaba
de hacer el Presidente de Canadá y el gobernador de Baja California.
Al mismo tiempo debemos avanzar en la
construcción de una alternativa popular a partir de una amplia unidad
con los diversos movimientos sociales, grupos alternativos y personas
comprometidas. En ello el SME y la Nueva Central de Trabajadores
desempeñan y desempeñarán, sin duda, un papel fundamental.
Frente a esta pandemia hay que seguir las
instrucciones de salud pública: quédate en casa, quédate en casa,
lavarnos las manos y multiplicar la solidaridad.
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