A 3 años de su feminicidio, Lesvy vive en la lucha contra la violencia de género
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Autor:
Jordana Gonzalez
“La verdad se escribe en colectivo. Solamente
morirán si las olvidamos”.
Ana Yeli Pérez,
abogada feminista
morirán si las olvidamos”.
Ana Yeli Pérez,
abogada feminista
A 3 años de su feminicidio, Lesvy Berlín
Rivera Osorio fue recordada y reconocida por su madre, Araceli Osorio,
como alguien que continúa caminando, como la Lesvy que lleva más prisa,
la Lesvy que “sostenemos y acompañamos todas; con la que duermo y
despierto en un saludo muy especial”. La joven fue evocada como vida,
una que no debió ser cegada.
A 3 años de ser encontrado su cuerpo sin
vida en una caseta telefónica en Ciudad Universitaria de la Universidad
Nacional Autónoma de México, con voz entre cortada, Araceli Osorio dijo
que Lesvy también es la pesadilla de su agresor, “la que duerme y
despierta a su agresor”, Jorge Luis González Hernández. El joven fue
declarado culpable del feminicidio en octubre de 2019.
La madre de la universitaria, durante el
conversatorio virtual “Recordando a Lesvy, a Aideé y a todas las que
nos faltan. Nuestra lucha siempre será por la vida”, habló de la lucha
feminista y de “todo lo que hemos logrado juntas, por lo que hemos y
seguimos caminando: ya nos encontramos y ya no nos vamos a soltar”.
Señaló que cuando el espejo (la voz de la familia) y el reflejo
(aquellas mujeres sin lazo consanguíneo en común pero que se unen a la
lucha por justicia) se encuentran es cuando se empieza a caminar de otra
manera.
Ese encuentro lo presenció 2 días
después del asesinato por razón de género de su hija, el 5 de mayo de
2017, cuando un grupo de jóvenes “estudiantas” universitarias se
organizó para desaprobar la versión de las autoridades.
“La apelación entonces fue dirigida
hacia sus iguales, hacia otras mujeres. De ahí no hay atrás, de ahí es
adelante: esto lo vemos con mucho dolor, cada vez más, con las
compañeras que son desparecidas.” Para la madre de Lesvy Berlín, la voz
de las universitarias fue el reflejo del dolor sentido por la familia.
Ellas tomaron “un proceso cuando en la
familia estábamos en un momento de shock”, en el que tuvieron que
entender lo que les pasaba como familia, como mujeres y como parte de
una sociedad que se suma a criminalizar a las víctimas de la violencia
feminicida.
Las universitarias agrietaron la pared
en la que se inscriben los argumentos cargados de responsabilidad y
culpa hacia las víctimas, aseguró. Lo hicieron en unisonó diciendo: ¡No
fue suicidio, fue feminicidio! Así desmentían la versión de las
autoridades capitalinas quienes se encargaron de “filtrar la versión del
agresor a su conveniencia”. Araceli Osorio señaló que “quien se había
atrevido a hablar así de ella era porque no la conocía, era porque había
puesto oído atento al agresor”.
Esos dos momentos de vivir la muerte de
Lesvy Berlín Rivera Osorio, sucedidos a la par, ocurrieron porque
“consideraba(mos) a la Universidad un espacio seguro”.
Araceli Osorio consideró que el hecho de
tener el privilegio de estudiar en una de las mejores universidades de
Iberoamérca no garantiza el tener “herramientas para ayudarnos a que
nosotras no seamos tocadas por ese tipo de violencia”.
Dar cuenta de eso costó trabajo, pues “a
lo primero que nos enfrentamos es al miedo”, aseguró. Al enfrentarlo es
necesario no sostener más “la normalización de la violencia; no podemos
mirar hacia otro lado sino que tenemos que asumir”.
Ante la lucha colectiva por exigir
justicia en el caso de Lesvy Rivera y de más mujeres privadas de la vida
por razones de género, Araceli Osorio reconoció que los pasos dados
hasta ahora “han sido enormes porque los hemos dado juntas”. Y que de lo
aprendido en este andar de 3 años ha sido que “no estamos solas; que
nos van a faltar siempre; sólo nosotras podremos construir”.
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