¿Contagiarse o comer? Dilema para 37 millones de informales en México: OIT
Más de 2,000 millones de personas laboran en la
economía informal en el mundo. La OIT hizo un llamado a los gobiernos a
implementar medidas de apoyo y conservación del empleo.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 55.8% de la población ocupada en México tiene un trabajo en la economía informal. Eso significa que seis de cada 10 trabajadores no tienen un contrato firmado que los proteja de despidos o abusos, carecen de seguridad social, si se enferman no les pagan los días de incapacidad, tampoco cuentan con vacaciones ni ahorro para el retiro.
A nivel mundial, más de 2,000 millones de personas están dentro de la economía informal,
según la OIT. O sea, 62% de quienes trabajan en todos los países están
en esa precaria situación laboral que ahora se ve mucho más afectada por la pandemia y las medidas de distanciamiento social.
De acuerdo con el documento La crisis de Covid-19 y la economía informal: Respuestas inmediatas y desafíos políticos, elaborado por la OIT, en los países de más bajos ingresos, 90% de los empleos son informales.
A partir de ahí, el porcentaje se reduce, pero no desaparece ni en países ricos. En naciones con ingresos medios, 67% de los puestos de trabajo están fuera de la economía formal y sus beneficios. Y en los de altos ingresos, la proporción es de 18 por ciento.
Eso era antes del coronavirus. Pero las medidas de confinamiento y de contención “amenazan con aumentar los niveles de pobreza relativa” de esos trabajadores en todo el orbe.
En México, por cada 100 hombres, 77 tienen un trabajo o la posibilidad de estar buscar uno. En el caso de las mujeres, solo 45 de cada 100 están en esa situación. La tasa de informalidad para ellas es de 57%, mientras que para los varones es de 55%, según el Inegi.
Los sectores más afectados por la pandemia son los de hospedaje, servicios de alimentación, fabricación y comercio mayorista y minorista, según el organismo internacional. Además de 500 millones de agricultores que producían para el mercado urbano.
Los bloqueos y otras medidas de contención de la enfermedad se están convirtiendo en “una fuente de tensión social, prácticas y comportamientos transgresores”, advierte la OIT.
Porque, por un lado, se les está impidiendo salir a trabajar para que no se enfermen y se pueda mitigar la curva de contagios. Pero eso, como hemos dicho, los dejará en una mayor pobreza, incluso de alimentos. Si salen para poder ganar algo, “ponen en peligro los esfuerzos de los gobiernos en su lucha contra la pandemia”.
En la Ciudad de México, la Central de Abasto fue declarada uno de los puntos de mayor contagio en la capital del país por el gobierno local. En ese centro de comercio y distribución de alimentos trabajan más de 90,000 personas. El valor anual de sus operaciones es de 9 millones de dólares, según información de su página de Internet.
Gran parte de quienes laboran ahí lo hacen en la economía informal, por ejemplo, 13,800 carretilleros que cargan las mercancías a los compradores.
Luego de que el Gobierno de la Ciudad de México colocó anuncios para advertir sobre el riesgo potencial de contagios en la zona, varios locatarios manifestaron su inconformidad y señalaron que eso bajaría aún más sus ventas.
“Los mercados de alimentos desempeñan un papel esencial para garantizar la alimentación y seguridad en muchos países, tanto como fuente de alimentos como un lugar para que los pequeños agricultores vendan sus productos”, señala la OIT.
Para la OIT, “las respuestas inmediatas no pueden separar la salud y impacto económico y deben seguir una estrategia multipista”. Las líneas de acción que recomiendan a los gobiernos son:
Fuente
Escrito por:
Blanca Juárez
Morir de hambre o morir de coronavirus, las opciones para quienes laboran en la economía informal.
“Quedarse en casa significa perder sus empleos y sus medios de vida”,
ha reconocido la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En
México, más de 37 millones de personas están en esa situación.De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 55.8% de la población ocupada en México tiene un trabajo en la economía informal. Eso significa que seis de cada 10 trabajadores no tienen un contrato firmado que los proteja de despidos o abusos, carecen de seguridad social, si se enferman no les pagan los días de incapacidad, tampoco cuentan con vacaciones ni ahorro para el retiro.
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De acuerdo con el documento La crisis de Covid-19 y la economía informal: Respuestas inmediatas y desafíos políticos, elaborado por la OIT, en los países de más bajos ingresos, 90% de los empleos son informales.
A partir de ahí, el porcentaje se reduce, pero no desaparece ni en países ricos. En naciones con ingresos medios, 67% de los puestos de trabajo están fuera de la economía formal y sus beneficios. Y en los de altos ingresos, la proporción es de 18 por ciento.
Eso era antes del coronavirus. Pero las medidas de confinamiento y de contención “amenazan con aumentar los niveles de pobreza relativa” de esos trabajadores en todo el orbe.
Foco de infección e informalidad
Las mujeres están más expuestas a la informalidad, señala la OIT. Principalmente en países de medianos y bajos ingresos.En México, por cada 100 hombres, 77 tienen un trabajo o la posibilidad de estar buscar uno. En el caso de las mujeres, solo 45 de cada 100 están en esa situación. La tasa de informalidad para ellas es de 57%, mientras que para los varones es de 55%, según el Inegi.
Los sectores más afectados por la pandemia son los de hospedaje, servicios de alimentación, fabricación y comercio mayorista y minorista, según el organismo internacional. Además de 500 millones de agricultores que producían para el mercado urbano.
Los bloqueos y otras medidas de contención de la enfermedad se están convirtiendo en “una fuente de tensión social, prácticas y comportamientos transgresores”, advierte la OIT.
Porque, por un lado, se les está impidiendo salir a trabajar para que no se enfermen y se pueda mitigar la curva de contagios. Pero eso, como hemos dicho, los dejará en una mayor pobreza, incluso de alimentos. Si salen para poder ganar algo, “ponen en peligro los esfuerzos de los gobiernos en su lucha contra la pandemia”.
En la Ciudad de México, la Central de Abasto fue declarada uno de los puntos de mayor contagio en la capital del país por el gobierno local. En ese centro de comercio y distribución de alimentos trabajan más de 90,000 personas. El valor anual de sus operaciones es de 9 millones de dólares, según información de su página de Internet.
Gran parte de quienes laboran ahí lo hacen en la economía informal, por ejemplo, 13,800 carretilleros que cargan las mercancías a los compradores.
Luego de que el Gobierno de la Ciudad de México colocó anuncios para advertir sobre el riesgo potencial de contagios en la zona, varios locatarios manifestaron su inconformidad y señalaron que eso bajaría aún más sus ventas.
“Los mercados de alimentos desempeñan un papel esencial para garantizar la alimentación y seguridad en muchos países, tanto como fuente de alimentos como un lugar para que los pequeños agricultores vendan sus productos”, señala la OIT.
Respuestas inmediatas
Parece que hay pocas salidas, especialmente tratándose de este sector que ya estaba siendo desfavorecido y ahora se están profundizando sus desigualdades.Para la OIT, “las respuestas inmediatas no pueden separar la salud y impacto económico y deben seguir una estrategia multipista”. Las líneas de acción que recomiendan a los gobiernos son:
- Reducir la exposición de los trabajadores y sus familias al virus y los riesgos de contagio
- Asegurar que las personas infectadas tengan acceso a la atención médica
- Proporcionar ingresos y apoyo alimenticio a individuos y sus familias para compensar la pérdida o reducción en actividad económica
- Reducir y prevenir el daño al tejido económico y preservar el empleo.
- Estimular la economía y el empleo a nivel macro y sectorial
- Apoyo a empresas, empleos e ingresos
- Protección de los trabajadores en el lugar de trabajo
- Confiar en el diálogo social para encontrar soluciones
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