¡RESISTIMOS y AVANZAMOS!
En más de 10 años de la lucha de Resistencia hemos marchado del Ángel
de la Independencia al Zócalo infinidad de veces. Como aquel 15 de
octubre de 2009 en que cientos de miles, entre electricistas, familias,
aliados y simpatizantes formamos esa imponente columna que conectaba ya
el punto de salida y el de llegada y la marea de gente no terminaba. Yo,
que entonces era Representante de mi escalafón, recuerdo haber entrado
ya de noche al Zócalo. Y recuerdo que éramos miles y miles de
trabajadores recién expulsados de nuestro trabajo los que marchábamos y
echábamos consignas, una tras otra, aunque poco tiempo después sabríamos
que muchos de los que marcharon aquel día –poco más de 1,400 según la
base de datos del SAE- ya traían en la bolsa su cheque de Banjército.
Más de 20 mil renunciaron en las semanas siguientes y muy pocos
tuvieron el valor de contárselo a sus representantes o compañeros de
escalafón. La gran mayoría desaparecieron o simplemente dejaron de
contestar llamadas telefónicas. Un buen número, con el dinero de su
liquidación ya depositado, acudían al Sindicato “a ver cómo iba la cosa”
sin revelarle a nadie su condición de liquidados y, en el colmo de la
mezquindad, un numeroso grupo de ellos se presentaban a recoger
despensas que otras organizaciones nos proporcionaban solidariamente.
Cuando se filtró la lista de liquidados del SAE, miles de “combativos
SMEítas” desaparecieron por completo, algunos de ellos “aguerridos”
representantes y ex-representantes sindicales o legisladores históricos,
y por supuesto los integrantes de la planilla Naranja y su círculo más
allegado. Ya después se supo de las “invitaciones” a liquidarse de
ex–miembros del Comité, jubilados, representantes y trabajadores que
tenían puestos de mando en sus escalafones, con la promesa de “entrar a
la Comisión”.
En pocos meses, más de 25 mil ex-trabajadores de
Luz y Fuerza renunciaron voluntariamente a la defensa de su sindicato y
desacataron el acuerdo de Asamblea General del 11 de octubre, de que
nadie se liquidara, algunos plenamente conscientes de su decisión, otros
–muchos más- atraídos por la zanahoria de jugosas liquidaciones y
puestos en CFE para los primeros 10 mil liquidados. Pero al paso de los
meses, los que en un principio y por vergüenza ocultaban su condición de
liquidados empezaron a desinhibirse, en las comunidades electricistas y
en las incipientes redes sociales pasaron de presumir autos,
camionetas, motos y viajes, a burlarse, humillar e insultar a quienes
decidimos mantenernos en la resistencia y luchar por la restitución de
Luz y Fuerza.
Decían aquellos que renunciaron, que ya nada podía
hacerse contra el gobierno de Calderón, que la culpa la tenía Martín
Esparza por apoyar a López Obrador y que lo mejor que podíamos hacer los
“resistontos”, “resistoles” y demás apodos que nos adjudicaban, era
tomar la liquidación y olvidarnos de Luz y Fuerza y el SME.
Pero
con necia obstinación y mucha dignidad, 16,599 SMEítas decidimos
quedarnos. E iniciamos ese continuo recorrido por las calles de la
Ciudad. Ese tramo ya mencionado de más o menos 4 kilómetros lo
recorrimos un centenar de veces a lo largo de una década, kilometraje al
que hay que sumar las decenas de marchas a San Lázaro, tanto a la
Cámara de Diputados como a las oficinas del Poder Judicial, al Senado
(el viejo, el de Xicoténcatl), a la Junta Federal de Conciliación, a la
Suprema Corte, a Los Pinos, a la Secretaría de Energía, a la del
Trabajo, en Toluca, en Cuernavaca y en todas las Divisiones, marchas por
nuestra lucha y marchas por solidaridad con los mineros, con los
maestros de la CNTE, con los estudiantes, con los padres de los niños de
la guardería ABC, contra Calderón y su narco guerra, contra la
imposición de Peña Nieto, con los padres de los 43 normalistas de
Ayotzinapa, contra los feminicidios, marchas que acumulan MÁS DE MIL
KILÓMETROS, andados a punta de consignas.
Vaya, fuimos los
primeros en marchar dentro del Aeropuerto con nuestras demandas y en
solidaridad con los sindicatos de aviación. Fuimos los primeros en
marchar al interior de la Junta Federal en Ferrería, ante la sorpresa de
abogados, trabajadores y funcionarios. Fuimos los primeros en marchar
dentro de una plaza comercial de la burguesía san angelina, en la que
están las oficinas de Hacienda, ante la mirada desconcertada de “fifís” y
los gestos de aprobación de los trabajadores de las tiendas. No se nos
olvida.
Como tampoco se nos olvidan los 17 días de huelga de
hambre de nuestras 11 compañeras afuera del Edificio de CFE en Reforma e
Insurgentes y el día en que medio millar de Federales intentaron
levantarlas y miles de SMEítas dignos acudimos a defenderlas; los 90
días de la huelga de hambre masiva en el Zócalo y el sacrificio de
alrededor de un centenar de compañeras y compañeros de la resistencia (y
no uno solo, como los oportunistas disidentes quieren hacer creer a la
gente), y la respuesta de la base electricista cuando el gobierno filtró
que los levantaría por la fuerza y miles de SMEítas llenamos en minutos
la plancha del Zócalo aquella noche, con palos, piedras, cadenas y
muchas otras cosas, dispuestos a defender a los huelguistas.
No
olvidamos los 6 meses en el plantón del Zócalo y los incontables días
que se suman de plantones en Ferrería, la CFE de Río Ródano, la SEGOB de
Bucareli, la SENER en Insurgentes, las guardias en Lechería, en Juandó,
en Cuernavaca, en Pachuca, en Necaxa y en cada una de las Divisiones,
no exentas de enfrentamientos con la policía Local, Estatal y Federal e
incluso el Ejército.
Porque tampoco se nos olvida aquel
enfrentamiento con los Federales en Venustiano Carranza y 20 de
noviembre, cuando intentábamos “aguarle” el festejo a Calderón por su
medio sexenio de “gobierno”, no olvidamos de entonces los golpes con
tolete y el gas lacrimógeno, no olvidamos a nuestro Secretario General
repeliendo federales a patadas, empujones y puñetazos y la lluvia de
huevos ofrecida en la retirada.
Como tampoco olvidamos la
arremetida de los federales en la autopista a Querétaro contra nuestros
compañeros de Juandó, los enfrentamientos afuera de la SEGOB cuando
llegábamos antes de que montaran las vallas, la gaseada en Cables
Bolívar o el cartucho que lanzaron en la Suprema Corte y fue a dar hasta
el metro. O la “caceroleada” de nuestras compañeras, entre ellas
nuestra actual Tesorera, una madrugada en la puerta principal de Los
Pinos, que hasta los del Estado Mayor salieron corriendo en calzones,
sin saber lo que estaba pasando.
No olvidamos que en estos 10
años se llevaron a cabo, además de las Asambleas Generales Ordinarias
Estatutarias, más de 30 Asambleas Generales Extraordinarias en las que
se definió el rumbo de la resistencia frente al decreto de extinción,
comenzando por la del 11 de octubre en la que se acordó no aceptar la
liquidación ofrecida por el gobierno. Asambleas en las que se acordó la
negociación con 2 administraciones federales diferentes y los acuerdos
alcanzados con 5 diferentes Secretarios y una Secretaria de Gobernación.
En esas Asambleas se acordó aceptar las pensiones de Renta Vitalicia,
se aprobó el Acuerdo Marco de la negociación, se aprobó la creación y el
CCT de Fénix, la conformación de la Cooperativa LF del Centro, las
modificaciones al Estatuto para salvaguardar la membresía activa de la
resistencia y extender los periodos de gestión de la Comisión de Trabajo
y el Comité Central, el pago de dividendos a partir de las ganancias de
Fénix y la creación de un Fideicomiso para fondear pensiones futuras.
Y para quienes sufren amnesia a modo, el 30 de agosto del 2016, la
Asamblea General aprobó el resultado de la negociación como una solución
parcial y transitoria al conflicto, aprobando también que se iniciara
el proceso de pago de las indemnizaciones.
En los más de 10 años
de resistencia al decreto, se han realizado sin interrupción las 10
Asambleas Presupuestales y las 22 Asambleas de Informes, como lo
establece el Estatuto, para rendir cuentas sobre las actividades y las
finanzas del Sindicato, a pesar de que algunos aún vociferan que no se
rinden informes a la base, que “dónde está el dinero que entra en Coapa”
y que nunca se aparecieron en las Asambleas correspondientes a pedir
que se les informara.
Y para quienes dicen que hay que
democratizar al Sindicato, en 10 años se han realizado los procesos
electorales del Comité Central tal y como lo marca el Estatuto.
Curiosamente, mientras vivíamos lo más duro de la Resistencia, cuando
solamente había negativas del gobierno y no se veía posibilidad alguna
de salir adelante, no hubo una sola planilla de oposición que quisiera
contender. Entre 2010 y 2018, mientras resistíamos contra Calderón y
Peña Nieto, no hubo un solo “valiente” “crítico” o “dignísimo” SMEíta
que quisiera contender por la Dirección del SME contra Martín Esparza.
La construcción de la Resistencia ha sido un proceso en permanente
construcción pero con objetivos inamovibles: mantener la existencia del
Sindicato, alcanzar la reinserción laboral de sus miembros activos, para
recuperar lo que nos fue arrebatado con la extinción de Luz y Fuerza y
lograr la renacionalización de la Industria Eléctrica.
Pero el
camino para lograr estos objetivos no es lineal ni consecutivo, como nos
consta. Ni exento de errores y fallas, como también nos consta. Y no
todos los elementos necesarios ni los resultados dependen exclusivamente
de la decisión del Comité Central, como nuestra historia ha hecho
constar infinidad de veces.
Este largo recordatorio se debe a que
hay un sector que se ha atrevido a desconocer estos 10 años de
historia, los logros alcanzados y además acusa a la Dirección Sindical
de haber traicionado al movimiento. Tal sector, que ha formado parte de
la Resistencia, así sea por el hecho de no haberse liquidado en el 2009,
de unos años a la fecha se ha dedicado a denostar los avances de la
negociación política con el Gobierno Federal, porque éstos no se ajustan
a sus expectativas de lo que debió ser la lucha, según ellos.
Encabezados por José Antonio Almazán y Mario Benítez, de entrada
hicieron todo lo que les fue posible para influir en la opinión de la
Asamblea General, insistiendo en la inutilidad de dialogar con el
Gobierno y buscando romper la negociación pues, a juicio de estos dos
personajes, la solución se encontraría por otras vías: la apuesta de
Benítez por una supuesta lucha popular (en los términos de su secta
política “En Lucha”), la de Almazán por esperar a la llegada de AMLO a
la Presidencia y con ello lograr la automática restitución de Luz y
Fuerza, como se comprometió en el 2010 (y a la que, por su rotundo
fracaso, se ha unido Benítez), ambas opciones a cambio de perder nuestro
registro como Sindicato Nacional de Industria y con ello dejar de
existir como organización legal y legítima.
No hay que olvidar
que dichos personajes, al no poder convencer a la base electricista y
derrotados siempre en el debate en Asamblea, se dieron a la tarea de
convocar a la gente a desacatar los acuerdos tomados por la mayoría,
manifestando su inconformidad de manera pública en abierta violación a
lo que establece el Estatuto, pasando de la descalificación de los
acuerdos de Asamblea a la descalificación del movimiento de Resistencia,
pasando luego a las descalificaciones a la Dirección del Sindicato con
videos y publicaciones dirigidos a la opinión pública y de ahí a la
abierta provocación, a los insultos y las calumnias.
Y cuando
fueron sujetos a procesos de investigación en la Comisión Autónoma de
Justicia, con toda la soberbia que les caracteriza decidieron
desconocerla y declararse en rebeldía, en un afán de configurarse como
los nuevos mártires del movimiento obrero. Cosa que por cierto no han
logrado, salvo en las publicaciones a modo de sus patrocinadores de “En
Lucha”.
Sin una plataforma coherente, sin programa ni propuestas
que ofrezcan alternativas al proyecto laboral y político de la Dirección
actual encabezada por Martín Esparza, la “disidencia” solamente ha
buscado capitalizar descontentos derivados de errores y dificultades
ocurridos en el desarrollo de los emprendimientos económicos y los
procesos de reinserción laboral, atribuyéndose –ridículamente- las
correcciones hechas para resolver los descontentos.
Repudiados en
las Asambleas y en los pasillos por la gran mayoría de la Resistencia,
suspendidos en sus derechos por su sistemática violación (a veces por
cínica arrogancia, a veces por simple ignorancia) al Estatuto Sindical,
el grupo disidente decidió buscar aliados en el exterior, mediante
conferencias de prensa, presentaciones en programas de radio y notas
periodísticas a modo, en dónde se presentan como víctimas.
Nuevamente, sin otra propuesta que pedirle trabajo al Presidente y
rogándole encarecidamente intervenga en el SME para sacar a Martín
Esparza y al resto del Comité por ser -según ellos- “ladrones” y
“corruptos” que –nuevamente, según ellos- nos hemos convertido en
“empresarios” y vivimos con lujos derivados de liquidaciones y salarios
“millonarios” de los que –una vez más, según ellos- hemos hecho
partícipes a nuestros familiares y amigos, incluyendo las rentas
vitalicias, sin otra prueba que la presentación en redes sociales de
hojas de Excel.
Denuncias y documentos que ya por años han
llevado y traído a foros, presentaciones, a diputados, senadores y hasta
la UIF de Hacienda. Y prometiendo a quien quiera escucharlos que,
cuando se desclasifiquen los documentos de la extinción, acabaremos en
la cárcel. Así de frágil e inconsistente es su propuesta para “recuperar
y democratizar” al SME.
En enero de 2019, una desafortunada y
desinformada declaración del Presidente en sus conferencias mañaneras
les dio la pauta para atacar nuevamente a la Dirección del SME y con
ello, al propio Sindicato y su proyecto de reinserción laboral, a partir
de una, al parecer, cándida propuesta de unidad, como condición para
resolver el conflicto.
Como por arte de magia la fauna dañera da
una magistral maroma, digna de Gastón Sáenz, y proponen una nueva
alianza, clamando a los cuatro vientos que “hay que obedecer al
Presidente”; se reúnen y establecen pactos de unidad con quienes ayer
criticaron por haber abandonado la lucha y hoy reivindican como
indefensas víctimas del neoliberalismo que se vieron obligados a
liquidarse, un grupo de esos 28 mil que decidieron voluntariamente
renunciar en 2009 y jubilados que abandonaron al Sindicato. Un grupo que
se mantuvo cómodamente apartado del conflicto y que hoy intentan robar
10 años de lucha del SME, negando la historia de la resistencia, como si
todo lo descrito al principio no hubiera ocurrido y ahora reclaman
derechos estatutarios de los que también decidieron prescindir.
Sin el menor asomo de vergüenza, aparecen de la nada ex–trabajadores de
conocida y nefasta trayectoria, jubilados que incluso antes del decreto
habían dejado de hacer vida sindical, viejos ex–dirigentes del SME, los
mismos que llamaron a sus familiares y allegados a liquidarse, y ahora
se dicen “verdaderos” miembros y hasta representantes de un Sindicato al
que dieron por muerto. Y señalan como responsable de su cobardía, de su
apatía, de su mezquindad y su traición al SME a nuestro Secretario
General, quien sí se quedó a defender a la organización y a todos sus
agremiados.
Robándose con descaro la consigna zapatista “Para
Todos Todo”, preparan escenarios para “recuperar” el Sindicato. Discuten
la formación de planillas para contender en la siguiente elección y en
sus reuniones comparten espacio los dañeros con Alejandro Muñoz y otros
miembros de la planilla naranja, ex–miembros del Comité, liquidados,
maleantes y oportunistas como Ramón Ramírez y lanzan una dispareja
campaña contra el SME en medios y redes sociales.
Pero su
incapacidad y negligencia queda manifiesta en el proceso electoral,
enviando a un par de oligofrénicos representantes de planilla. Y en
espera de una intervención presidencial (como la de Calderón y Lozano en
el 2009) demandan la anulación del proceso. Y desesperados buscan
escalar el conflicto lanzando un intento de ocupación violenta de la
sede sindical el pasado 27 de septiembre, deslindándose luego de su
estrepitoso fracaso.
Hoy es inocultable el contubernio y la complicidad entre quienes traicionaron al SME hace 10 años y quienes lo hacen ahora.
Y sin otra propuesta más que rogar por empleos y la destitución del
Comité Central, le envían al Presidente un documento acompañado por poco
menos de 1,900 firmas virtuales de “apoyo”, de las cuales 1,349 son de
liquidados (entre ellos, candidatos de la planilla naranja de Alejandro
Muñoz), 130 de jubilados (incluidos varios, que no todos, los
ex-miembros del Comité que apoyaron la extinción de Luz y Fuerza) y 4 de
Renta Vitalicia; poco más de 300 de miembros activos, que al estudiar
de cerca sus apellidos y escalafones, como en el caso de los jubilados,
se entiende que mayoritariamente se trata de la red de familiares,
amigos y compañeros de escalafón de los Dañeros y de buena cantidad de
liquidados. Finalmente, firman cerca de un centenar de personas, entre
las que hay algunos que cobraron su indemnización en el 2016 y
decidieron no continuar como miembros de la cooperativa, otros que
fueron suspendidos en sus derechos sindicales y unos más que renunciaron
o fueron separados antes del decreto de extinción.
A todo esto,
cabe preguntarse, ¿es legítimo que quienes desecharon la defensa de
nuestra organización y la abandonaron en el 2009, reclamen ahora un
lugar en el Sindicato que nosotros hemos defendido contra su disolución
forzada desde hace 10 años? Y pregunto si es legítimo, porque legal y
estatutariamente no lo es.
¿Es legítimo que quienes, como los
dañeros, han violentado nuestro Estatuto, que se han manifestado
abiertamente contra los acuerdos de nuestra Asamblea General, defiendan
ahora a quienes abandonaron a nuestro Sindicato hace 10 años y hoy
quieren ser parte de la reinserción laboral y los beneficios económicos
que genera el propio SME? ¿No resulta miserable, por decir lo menos, que
al no contar con apoyo de la base electricista en Resistencia, ahora le
pidan apoyo y unidad a quienes decidieron liquidarse? ¿No es acaso
deleznable que, quienes no se cansaron de criticar la creación de Fénix
hoy pidan que se les reparta a ellos y a sus “nuevos amigos”?
Mientras nuestros adversarios buscan de todas las maneras posibles
desestabilizar a nuestra organización, en el SME continuamos avanzando
por la reinserción laboral, generar nuevas fuentes de empleo,
reestructurar nuestra sociedad cooperativa, fortalecer el fideicomiso
para futuras pensiones de los trabajadores, apoyar económicamente a
compañeras y compañeros cercanos a pensionarse por el IMSS y lograr que
el Gobierno Federal dé formal cumplimiento a lo acordado con la
administración pasada, que pésele a quien le pese es un compromiso
institucional.
Hay que resaltar que muchos de los proyectos
desarrollados por nuestro Sindicato a partir del liderazgo visionario de
nuestro Compañero Martín Esparza, encaminados a crear empleos y generar
ingresos económicos, fueron duramente criticados por propios y extraños
y hoy forman parte de las actividades que la reforma laboral de la
actual Administración permite a los Sindicatos como formas de
subsistencia.
Todo ello, en el marco de una creciente crisis
económica global, agudizada por una emergencia sanitaria que, a la vista
de todos, también repercutirá fuertemente en lo laboral.
Los
últimos 10 años de políticas neoliberales coinciden, no casualmente, con
el golpe al SME, principal obstáculo a las reformas estructurales de
los tecnócratas, a los que todavía les complicamos la aplicación de la
reforma energética por más de 3 años.
Buscaron desaparecer al
SME de un plumazo y hoy estamos dados a la tarea de reinsertar
laboralmente a quienes decidieron quedarse a luchar y son leales al
proyecto, tarea por cierto nada sencilla ante esta crisis sistémica que
contrae la economía, destruye empleos y desmantela servicios y
prestaciones que son conquistas históricas de la clase trabajadora.
A pesar de todo ello, el SME seguirá avanzando.
Texto y foto de nuestro compañero Juan José Gómez Beristain, Pro Secretario del Trabajo.
Cred. 107061
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