En medio de la pandemia, la guerra por el agua
La falta de agua en La Estación –y otras colonias, como Zapotitla, Tlaltenco, Selene, Jerusalén, Unidad Santa Ana o Santa Catarina– ha provocado que organizaciones como Antorcha Campesina y líderes vecinales presuntamente ligados a Morena –que gobierna la alcaldía y la ciudad– rebasen la autoridad del alcalde Raymundo Martínez Vite y controlen la distribución del líquido para beneficiar a sus agremiados.
El origen
La escasez de agua en Tláhuac no es nueva. Vecinos entrevistados relatan que los problemas y protestas comenzaron en 2009, con la construcción de la Línea 12 del Metro. Años después, en su campaña para la jefatura de Gobierno, Claudia Sheinbaum prometió solucionar el problema. Al iniciar su gestión, el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) comenzó a cambiar tuberías y reparar fugas para tener mayor presión en la red y que el líquido pueda subir hasta la zona alta de la demarcación; pero la red de distribución estaba dañada por el sismo del 2017.Mientras continuaban los trabajos, la gente recibía en sus hogares “un hilito” de agua y por tandeo: un día sí y otro no y sólo un par de horas. A veces llegaba limpia y a veces “hasta con gusanos”. A inicios de 2020 y ante la presión de los vecinos, el Sacmex y la alcaldía aplicaron un sistema de distribución gratuita con pipas. Por eso, afuera de las casas y en los patios es común observar tinacos, tambos, cubetas, botes y garrafones prestos para ser llenados por esos vehículos… cuando llegan.
En las calles es común observar camionetas con montones de garrafones de 20 litros que van a llenar a negocios de purificadoras para luego venderlos a domicilio en 10 pesos. Lo mismo los llevan en cajuelas de autos, triciclos, bicicletas y hasta carritos de supermercado.
Con esfuerzos, vecinos de dos o tres domicilios cooperan para juntar mil 800 pesos y comprar el contenido de una pipa particular. Aunque corren el riesgo de que, a la hora de llenar sus tinacos, lleguen otros habitantes y les exijan con violencia que les compartan el líquido.
Lo peor, aseguran, es que cada bimestre llega puntual a las casas el recibo del Sacmex. “¡Es el colmo, nos cobran, pero de la llave no sale ni gota!”, denuncia la señora Elvira Jarquín, mientras muestra el documento.
En las calles también es común observar hoyos hechos por trabajadores del Sacmex, que dejan abiertos tras realizar maniobras en las tomas o válvulas de la red; el peligro es que personas o autos puedan caer.
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