El expediente de corrupción que Narro ocultó en la UNAM
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Era
2015, último año de la gestión del rector priísta José Narro Robles en
la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuando la Dirección
General de Responsabilidades, Inconformidades y Registro Patrimonial
(Contraloría) elaboró un informe de 34 páginas, bajo el número
DGRIRP/DERE/01/2015 y fechado el 8 de junio de ese año, en donde
denunciaba graves irregularidades en el manejo del presupuesto
universitario y en la contratación de bienes y servicios para la
realización de la Olimpiada Nacional 2014, que tendría como una de sus
sedes la UNAM.
En poder de una copia de esa auditoría, Contralínea
buscó en aquel año a Narro Robles para que explicara las
irregularidades descubiertas por su órgano de control: desvío de
recursos públicos, mala administración, violaciones a la normatividad,
negligencia y omisión, pero el entonces rector rechazó dar alguna
explicación y menos sancionar o denunciar penalmente a los involucrados
por el mal manejo de recursos y, al contrario, lo que hizo fue premiar
al principal responsable del desfalco y del abuso, Severino Rubio
Domínguez, director general de Actividades Deportivas y Recreativas
(Dgadyr) de la UNAM, incorporándolo a su equipo de trabajo cuando asumió
la Secretaría de Salud, en donde le asignó una Dirección General
Adjunta.
Después de sus fracasos por intentar
dirigir al PRI y convertirse en aspirante fallido a la candidatura
presidencial por ese partido, el exrector y exsecretario de Salud ha
vuelto a su activismo político en contra del gobierno de Andrés Manuel
López Obrador y eligió para sus ataques a la figura principal en la
lucha de salud en contra de la pandemia Covid-19, el doctor Hugo
López-Gatell Ramírez, a quien sólo le bastó recordar la pésima gestión
de Narro en Salud, en donde dejó 307 hospitales abandonados.
Pero volvamos a los últimos meses de
gestión de rector priísta José Narro Robles, a quien la Contraloría de
la máxima casa de estudios, a cargo de Humberto Moheno Diez, le informó
de las graves irregularidades en el manejo del presupuesto, pero
contrario a que se impusieran sanciones a los responsables, las
autoridades universitarias protegieron a los responsables y ocultaron
las faltas administrativas y los desvíos de recursos públicos de la
UNAM, según se da cuenta puntualmente en un informe de 34 páginas.
Durante 3 meses, del 13 de octubre de
2014 al 15 de enero de 2015, la Contraloría de la UNAM revisó las
operaciones financieras, los procedimientos y la normatividad para el
control y ejercicio de 20.7 millones de pesos aportados por la Comisión
Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) con motivo de la Olimpiada
Nacional 2014, en donde la Universidad fue subsede en las disciplinas
de remo, nado sincronizado, canotaje, tiro con arco, hockey sobre hielo y
polo acuático.
Esa auditoría universitaria reconoce
contundentemente que “hubo múltiples irregularidades e incumplimientos
en la aplicación de la normatividad e instrumentación de controles para
el buen uso de recursos financieros por parte de la Dirección General de
Actividades Deportivas y Recreativas (Dgadyr) de la UNAM, a cargo de
Severino Rubio Domínguez, y de sus subalternos Maximiliano Aguilar
Salazar, director de Deporte Representativo, y José Luis Marín Correa,
secretario académico”, entre otros.
Por ejemplo, de las muchas anomalías
descubiertas en ese entonces, destaca que el 30 por ciento de las
erogaciones, que ascendieron a 6 millones 381 mil 535.11 pesos, se
realizaron con cargo a fuentes distintas al patrocinio otorgado por la
Conade.
Además, en la adquisición de bienes y
servicios no se realizó licitación alguna y tampoco hay evidencia de la
celebración de contratos, lo que habría permitido actos de corrupción,
desvíos de recursos y abusos por parte de directivos universitarios.
También se observaron otros desvíos por 829 mil 232 pesos a conceptos
ajenos a la Olimpiada.
Entre esos desvíos se suman los 326 mil
372 pesos para pagar una comida de convivencia entre exjugadores de
futbol americano de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia y
los jugadores de Pumas CU Liga Mayor, que tuvo un costo de 43 mil 500
pesos, así como la alimentación y hospedaje del equipo de baloncesto en
el hotel Villas Posadas, por un costo de 282 mil 873 pesos. Actividades
totalmente ajenas a lo establecido en el contrato.
Sin sanción alguna por la mala
administración al frente de la Dgadyr, su titular Rubio Domínguez sólo
“renunció”, dicen en la Contraloría, al cargo que tenía en la UNAM, y de
inmediato fue contratado en la Secretaria de Salud como director de
Educación en Salud, con tres subdirecciones bajo su nuevo mando que
ocupó desde el 1 de enero de 2016. Su jefe inmediato explicó haber
verificado con el contralor de la UNAM si había algún impedimento para
contratarlo y ahí le confirmaron que “no hubo sanción alguna por lo
ocurrido”.
Este universitario priísta es quien
rechaza ahora a un gobierno distinto a los intereses mafiosos que el
defendió primero como rector de la UNAM y después como secretario de
Salud.
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