Pandemia de Covid-19, por crisis socioambiental que enfrenta la humanidad
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
•
Autor:
Tania Damián
La
actual pandemia de Covid-19 es una expresión de las múltiples
problemáticas socioambientales que se han venido desarrollando en las
últimas décadas a nivel mundial; ante ello, es necesario un nuevo
paradigma para la construcción del mundo postCovid-19, que frene la
depredación que el sistema capitalista neoliberal ha hecho de la vida,
afirmaron Maristella Svampa, coordinadora del Grupo de Estudios Críticos
e Interdisciplinarios sobre la Problemática Energética (GECIPE) y
Víctor Manuel Toledo, titular de la Secretaría del Medio Ambiente y
Recursos Naturales (Semarnat).
En la segunda sesión del webinario
“Pos/Covid-Pos/neoliberalismo. La pandemia y el futuro de América
Latina”, la doctora en sociología Maristella Svampa explicó que la
pandemia ha colocado a la humanidad en una encrucijada civilizatoria:
por una parte, mostró el fracaso del modelo neoliberal y, por otra,
evidenció las desigualdades económicas y étnicas mundiales que se
potenciaron con los impactos de la crisis sanitaria.
Añadió que la pandemia también ha
evidenciado el retroceso social –vivido en los últimos 30 años– lo cual
se expresa en el debilitamiento y privatización del sistema de salud, la
producción de alimentos y la degradación del hábitat humano.
Por otra parte, mencionó que de acuerdo
con varios estudios, el SARS-CoV-2 así como otros virus, entre ellos el
ébola, la gripe aviar y la gripe porcina tienen sus orígenes en
problemáticas socioambientales, entre ellas la deforestación de
ecosistemas que provoca que las especies de animales lleguen a espacios
urbanos, y la cría de animales a gran escala que son el caldo de cultivo
para la transmisión de virus zoonóticos que se trasladan de animales a
seres humanos. Y añadió que “detrás del síntoma hay una causalidad muy
ligada al colapso de los ecosistemas”.
Al respecto, el biólogo Víctor Manuel
Toledo señaló que la crisis del coronavirus siempre está ligada a la
crisis ecológica; es decir, “la salud humana no puede pensarse sin
considerar la permanente relación con la salud ambiental”. Y explicó
que, de acuerdo con las visiones tradicionales indígenas, la
salud-enfermedad tiene que ver con equilibrio y desequilibrio; es decir,
el rompimiento del equilibrio del cuerpo humano o de una cultura que
padece, es una consecuencia por haber infringido ciertos límites en su
relación con su hábitat, con la naturaleza.
Por lo tanto, “la problemática que se ha
desencadenado con esta pandemia no es más que una expresión del
desequilibrio ecológico del planeta”.
Como ejemplo puso que, en el caso de
México, las seis regiones más contaminadas son las mismas seis regiones
con mayores problemas de salud humana; además dijo que el 80 por ciento
de las muertes por Covid-19 están relacionadas con esas seis regiones,
en donde los habitantes están siendo afectados por la contaminación
industrial y otras actividades contaminantes.
Por otra parte, el titular de la
Semarnat indicó que en los últimos 25 años la naturaleza ha estado
enviando “llamados” sobre los desequilibrios ambientales, e hizo un
recuento de ellos:
-
Incendios forestales en 1997-1998: en la región amazónica, indonesia, Centroamérica, México y Canadá, cerca de 9 millones de hectáreas de incendios en todo el mundo ocurrieron en un año muy seco y cálido.
-
Canícula europea en 2003: se rompieron récords de temperatura en los principales países de Europa, sobre todo en España, Francia, Portugal, Alemania e Inglaterra, lo que ocasionó la muerte de entre 20 mil y 30 mil europeos, principalmente adultos mayores.
-
Huracanes en 2005: se desataron una serie de huracanes muy destructivos en el Atlántico que alcanzaron su máxima expresión con el huracán Katrina de 2005 en Estados Unidos.
-
Sequía en Estados Unidos en 2011-2013: la sequía provocó por lo menos en 15 estados de Estados Unidos y en la mitad de México que provocó la muerte de millones de reses que afecto la agricultura.
-
Incendios forestales 2019: ocurridos en la región amazónica, Siberia, California y Australia.
Un último “llamado” de la naturaleza,
señaló el secretario, que ha mostrado el desequilibrio ecológico
provocando alteraciones ambientales y que han afectado todo tipo de
actividades humanas, es la actual crisis sanitaria de Covid-19 que tiene
su causa en “la producción insana de alimentos, la zoonosis la provocan
los sistemas agroindustriales de producción de alimentos. Por un lado
los extensos monocultivos fundamentalmente, hoy en día, de maíz y soya
transgénicos […] y, por otro lado, estos campos de concentración de
cerdos, reses y pollos”.
Por otra parte, explicó Víctor Toledo
que los desequilibrios socioambietales que han sido generados por la
humanidad tienen que ver directamente con la civilización moderna; es
decir, la civilización industrial, tecnocrática, capitalista y
patriarcal que ha sido acompañada por una visión del mundo que concibe a
la naturaleza como un sistema mecánico, como un ecosistema. Ello, ha
sido así debido a que el sistema capitalista neoliberal ha necesitado de
la naturaleza como fuente de recursos naturales par a poder
perfeccionar los mecanismos de acumulación, concentración y
centralización de la riqueza, porque desde la perspectiva neoliberal
“mientras más conozcamos a la naturaleza más tendremos la posibilidad de
explotarla”.
Sin embargo; añadió, ante la
mercantilización de la naturaleza ha surgido una nueva ciencia que
reconceptualiza a la naturaleza. Así surge la propuesta de la teoría del
Gaia –que recibe ese nombre en honor a la diosa griega de la tierra– y
describe al planeta como un sistema vivo que tiene un delicado
equilibrio.
Es interesante, mencionó, que esa nueva
visión científica se conecta con las visiones sagradas de los pueblos
indígenas; los siete mil pueblos indígenas que existen en el mundo
consideran a la madre tierra como un ser vivo, estas visiones nos
permiten tener otra concepción de la naturaleza que se centra en el
respeto, contraria la visión mecanicista y utilitarista del mundo
natural.
Por otra parte, preguntó quiénes son los
culpables del desequilibrio en el planeta. Diferentes estudios en
ecología política y en ciencias sociales han demostrado que en el mundo
actual hay una minoría de personas menor al uno por ciento, que son los
que están provocando dos fenómenos de explotación, la explotación del
trabajo humano y la explotación de la naturaleza.
Por lo tanto, para superar la crisis
ecológica y social hay que superar necesariamente esa doble explotación,
lo cual implica un cambio de civilización, acabar con las grandes
corporaciones y construirlas en cooperativas, entre otras cosas.
Y añadió que en el caso de México ya se
ha evitado la importación de glifosato –un herbicida altamente peligroso
que puede provocar cáncer– pero como producto de esa decisión ha habido
muchas presiones en la Semarnat por parte de los productores
agropecuarios y de las embajadas europeas, que es donde se ubican las
compañías que producen el glifosato.
Por otra parte, la doctora Maristella
Svampa mencionó que ante la crisis sanitaria se presentan dos
alternativas diferentes, una que demanda el retorno a la normalidad o
“nueva normalidad” y la reactivación económica, la cual va a instalar
mayores desigualdades, mayor precarización laboral, más extractivismo y
que nos llevaría a un “capitalismo del caos”. O bien, una alternativa
que piense en una globalización más democrática, por la vía del
reconocimiento de la solidaridad, la interdependencia y de políticas
públicas orientadas a un nuevo pacto ecosocial que aborde conjuntamente
las cuestiones de la justicia social con la justicia ambiental.
Este “pacto ecosocial del Sur”, explicó,
está articulado por tres ejes, la justicia redistributiva, el paradigma
del cuidado y la transición socioecológica. De acuerdo con la
coordinadora del GECIPE, la justicia social o redistributiva propone un
ingreso universal ciudadano que permita tener una vida digna, para el
cual no se requiera otro requisito más que existir; es decir, que el
derecho mismo a la existencia se traduzca como un derecho a un ingreso
que no esté relacionado a ninguna actividad económica o aun salario, lo
cual permitiría a América Latina salir de la pobreza.
En cuanto al paradigma del cuidado, los
aportes de los feminismos populares y los ecofeminismos exigen al estado
un involucramiento mayor a través de políticas públicas que
desmercantilicen la salud y que conecten cuidados, salud y medio
ambiente para enfrentar los retos de cambio climático y de la propia
pandemia del coronavirus.
El gran aporte de los feminismos,
explicó, junto con la narrativa de los pueblos originarios, es el de
dotarnos de una nueva perspectiva para relacionarnos con la naturaleza
“que deje de lado el paradigma binario que opone sociedad-naturaleza así
como opone también hombre-mujer, un paradigma que inferioriza a la
naturaleza y a la mujer”.
En cuanto a la transición socioecologica
mencionó “lo peor que puede llegar a suceder es querer salir de la
pandemia con una reactivación económica e solo atienda las cuestiones de
justicia redistributiva pero que deje de lado las cuestiones de
justicia ambiental, porque lo que tenemos que afrontar es el colapso
ecológico y la crisis ambiental climática como uno de los grandes
problemas de nuestra época”.
En el caso de América Latina la cuestión
energética está basada en los combustibles fósiles; por ello, debe
haber un cambio en las fuentes energéticas que deben ser más
democráticas y descentralizadas, mucho más en aquellos países donde el
fracking ha destruido grandes territorios, “aun si existen los recursos
naturales no es posible explotarlos. […] porque hay límites ecológicos
que rebelan que el impacto que tiene la extracción de los combustibles
fósiles pone en riesgo sin duda la vida en el planeta”.
Por lo tanto, la transición energética
debe darse no solo en los países del norte, también en los países del
sur, porque lo que puede llegar a suceder es que mientras los países del
norte transitan hacia energías más limpias y sustentables, en América
Latina se continúe con la destrucción de territorios y garantizando la
transición energética de los países del norte.
Lo mismo sucede con el modelo
agroalimentario, en el caso de América del Sur en donde se ha expandido
el modelo alimentario de la soya transgénica, el cual es un modelo “de
agricultura sin agricultores” que utiliza una gran cantidades
agroquímicos que tiene impactos mortales hacia la salud.
Por ultimo, mencionó que la crisis
actual puso también de relieve el hecho de que las ciudades han sido
“una trampa mortal” para los sectores más vulnerables que viven
hacinados y que no tienen acceso a los más servicios básicos. Por ello,
la pandemia también ha exigido repensar el modelo urbano.
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Comentarios