AMLO: éxito de la operación hormiga

Rubén Cortés
De modo que los 14 millones 756 mil 350 votos que AMLO dio al PRD en 2006 no eran del PRD, sino de él. El PRD, sin AMLO, perdió desde entonces 10 millones 525 mil votos, pasó a ser la cuarta fuerza en 16 estados y perdió la emblemática gubernatura de Zacatecas.
Pero él mantiene su posición. La encuesta de antier de BGC dice que a 31 por ciento de la población le gustaría que fuera Presidente y a nueve por ciento no le disgustaría. La añagaza tuvo recompensa: AMLO destruyó un partido y construyó un proyecto personal.
También fue recompensada su infatigable campaña presidencial que lo llevó a visitar, a veces en varias ocasiones, más de dos mil 500 municipios y comunidades olvidadas, usando para ello recursos de dudosa transparencia.
Así, AMLO está vivo y el PRD muerto, salvo que él le haga el favor de jalarlo a su coalición personal de partidos, junto con el PT y Convergencia. Porque sí, el PRD ganó ahora tres gubernaturas, pero en alianza con el PAN y con dos candidatos priistas y uno de Convergencia.
Mario López (Sinaloa) y Rafael Moreno Valle (Puebla) eran priistas y jamás fueron perredistas, y Gabino (Oaxaca) era candidato de Convergencia. El único perredista natural en liza, Antonio Mejía Haro, perdió el Zacatecas, donde el PRD gobernaba hacía 12 años.
Eso es el PRD sin AMLO, mientras con él fue la segunda fuerza política en los comicios presidenciales de 2006, con el 35.31 por ciento de la votación, a sólo 243 mil 934 de Calderón.
En tanto, él empieza a someter esta semana en todas las regiones del país su proyecto alternativo de nación. ¿Cómo puede una persona que no tiene cargo político, trabajo formal ni devenga salario armar una campaña presidencial interminable?
Con recursos igual de interminables. En la pasada Legislatura, los diputados del PRD le dieron 50 millones destinados al gasto social para que los usara como quisiera. Los senadores le dieron 10 millones.
También se benefició del SME que, gracias a la autonomía sindical, antes de ser defenestrado manejaba, sin rendir cuentas, 432 millones de pesos anuales de descuento de cuotas a los trabajadores, a razón de tres por ciento cada quincena.
¿Con qué ideología? Con ninguna definida: tras perder en 2006, llamó a Calderón “culpable del desastre nacional”; hace poco, junto con Lorenzo Meyer y Elena Poniatowska, pidió “no culpar a Calderón ni al PAN” por la mala situación de México.
Aunque la ideología ya define poco, luego de que la alianza PAN- PRD resultara la gran ganadora durante las pasadas elecciones.
Y AMLO lo sabe. Es el político más astuto de México

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