Dos disidentes... mexicanos
Rosalía Vergara
MÉXICO, D.F., 19 de julio (Proceso).- Las demandas de Cayetano Cabrera y Miguel Ángel Ibarra –los electricistas que hasta el jueves 15 llevaban respectivamente 82 y 78 días en huelga de hambre– parecen sencillas: uno exige que se cumpla el convenio por el cual se nombra a la CFE como patrón sustituto del SME y el otro su reinstalación en la planta de Necaxa. Politizado el conflicto, ambas peticiones parecen inaceptables para el gobierno de Felipe Calderón, que ni ha volteado a verlos pero, en cambio, se congratuló por las medidas del régimen castrista que permitieron al disidente Guillermo Fariñas levantar su ayuno.
La vigencia del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) se consume igual que la vida de los huelguistas de hambre Cayetano Cabrera Esteva y Miguel Ángel Ibarra Jiménez, quienes ya padecen graves problemas de salud.
Mientras el secretario general Martín Esparza y sus colaboradores exigen al gobierno federal que nombre patrón sustituto del sindicato a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), estos dos hombres –que siguen postrados en sus catres, requieren de un tanque de oxígeno y reciben vitaminas por vía intravenosa porque ya no pueden tomar mucha agua ni miel– tienen sus propias demandas.
Cayetano, ingeniero oaxaqueño del IPN, descendiente de ferrocarrileros que lucharon con Demetrio Vallejo, le pide al secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, que deje de anunciar en los medios de comunicación la muerte del SME, que lo comunique a la organización de manera oficial.
Miguel Ángel, poblano y representante del SME en la división Necaxa (donde nació Luz y Fuerza del Centro), miembro tradicional de las llamadas familias SME porque en ellas todos son electricistas, tiene más esperanzas: “Yo saldré de aquí cuando me devuelvan mi trabajo”.
El futuro del sindicato está en manos de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA), pues ahí está radicada la demanda para que la CFE sea el patrón sustituto de los electricistas, como lo prevén sus estatutos.
Después de que el miércoles 14 la asamblea del SME tomó protesta de 13 de los 26 miembros de su comité central para darle vigencia al sindicato, el SME debe informar a la Dirección de Registro de Asociaciones Sindicales de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) para que proceda la toma de nota, pero en conferencias de prensa Lozano Alarcón ha comentado que ésta no procederá, e invitó a los extrabajadores a tramitar su liquidación en una tercera etapa que incluye la condonación de los créditos hipotecarios.
El mismo miércoles 14, el secretario del Exterior y vocero del sindicato, Fernando Amezcua, calificó la oferta de Lozano como una “canallada” porque dicho descuento es una prestación sindical que se paga con su fondo para la vivienda.
En el límite
Cayetano Cabrera tiene 46 años, cinco de los cuales trabajó en Luz y Fuerza del Centro (LFC). Es ingeniero eléctrico egresado del Politécnico, donde también daba clases, hasta que pidió permiso por tres meses para declararse en huelga de hambre. En agosto tiene que regresar a su cátedra.
Cayetano vive en Coacalco, Estado de México, con su esposa Doris López y sus dos hijas. Pagan renta y, por supuesto, la electricidad. La pareja es de Ixtepec, Oaxaca. Doris se escapó con él cuando salió del pueblo para estudiar en la Ciudad de México. Ella, que es enfermera quirúrgica, conoce las consecuencias de la huelga de hambre: Cayetano ya tiene taquicardia e insuficiencia renal.
El sindicalista es orgulloso devoto de la Santa Muerte, a la que puso un pequeño altar junto a su catre. “Le tengo mucha fe. Ya le dije que me voy con ella cuando me toque”, comenta en entrevista, el martes 13. Pero él considera que aún no llega la hora. Ese día llegaron dos ambulancias por otros cinco huelguistas y Cayetano le indicó irritado a su mujer: “Diles que no me voy a ir. Si la ambulancia vino por mí, no me voy a ir”.
Cayetano cuestiona que los medios de comunicación mexicanos le dieran más importancia a la huelga de hambre del disidente cubano Guillermo Fariñas que a la de los 15 miembros del SME que aún se sostienen en ella. Considera que el gobierno federal debe voltearlos a ver para solucionar su conflicto. Afirma que sólo levantará su protesta si se nombra a la CFE como patrón sustituto.
Por su parte, a Miguel Ángel ya le está fallando el hígado. El doctor le dijo que sus problemas se solucionaban comiendo, pero él asegura: “No hay poder humano que me saque de aquí”. Se sintió mal el martes en la noche, pero fue a visitar a Cayetano. Contemplar su aspecto “fue un shock”, señala.
Él no está mucho mejor. Ya había salido del campamento al hospital, en mayo pasado. De pronto tuvo sarpullido que primero confundieron con varicela, pero era dermatitis. Cuando Miguel Ángel regresó al campamento, estuvo aislado una semana.
En ese entonces declaró a Proceso (edición 1752): “¿Hasta cuándo saldré de aquí? Hasta que pierda la conciencia”. Lo está cumpliendo.
Su hermana llega a verlo y se le nublan los ojos. Sus compañeros de Necaxa que fueron a las asambleas del lunes y el miércoles en el SME también lo visitaron y les ganó la emoción. Por eso aclara: “Yo les dije que no lloren, que luchen. Sus lágrimas no me sirven de nada”.
A la familia, de plano le advirtió que no lo fueran a ver si no se podían “aguantar el sentimiento”. Tiene otra hermana que no lo ha ido a visitar. A ella le mandó decir: “En la casa próximamente habrá un velorio, vas, ¿no? Estamos jodidos, pero café y pan sí habrá”.
Ahora sostiene que sólo dejará la huelga para ir a trabajar a Necaxa. Quiere que le devuelvan su empleo, mediante la CFE o con la misma LFC cuando “echen abajo el proceso de liquidación, que es ilegal”, aunque reconoce que es difícil conseguir esto.
Para el doctor Alfredo Verdiguel, médico del campamento, la situación de los huelguistas “ya es bien peligrosa”, pero ellos no se quieren dar por vencidos. La única forma de sacarlos sin su aprobación es cuando pierdan “el estado de alerta”, como señala el Tratado de Malta.
Los huelguistas de hambre podrían quedar inconscientes por un paro cardiorrespiratorio, un shock hipoglucémico, inanición o causas similares, lo que puede ocurrir en cualquier momento, según el médico.
El viernes 16 se tenía programada una mesa de diálogo en la Secretaría de Gobernación, pero hasta el cierre de esta edición permanecía en suspenso por la remoción de Fernando Gómez Mont, el miércoles 14. Esa noche surgió el rumor de que la Policía Federal intentaría desalojar a los huelguistas, pero esto no sucedió.
Para el propio viernes se programó una asamblea con organizaciones de izquierda para formular un plan de acción conjunto en defensa de los derechos de los trabajadores. Y el domingo 18 se pretende realizar un ayuno de 12 horas en el Ángel de la Independencia. La idea es llenar de gente la avenida Reforma, desde la glorieta de la palma hasta la Diana Cazadora. A los participantes les piden llevar tres litros de agua, sillas y caramelos macizos.
En ese acto se formará un “tribunal ciudadano” para realizar sendos juicios políticos contra Javier Lozano y Felipe Calderón por su actuación en el conflicto laboral.
Por lo pronto, en la carpa donde está Cayetano hay un mensaje dirigido a quienes participaron en la huelga de hambre: “Compañero exhuelguista, recoge aquí tu reconocimiento al mérito sindical Ernesto Velasco de fecha 11 de junio del 2010”.
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MÉXICO, D.F., 19 de julio (Proceso).- Las demandas de Cayetano Cabrera y Miguel Ángel Ibarra –los electricistas que hasta el jueves 15 llevaban respectivamente 82 y 78 días en huelga de hambre– parecen sencillas: uno exige que se cumpla el convenio por el cual se nombra a la CFE como patrón sustituto del SME y el otro su reinstalación en la planta de Necaxa. Politizado el conflicto, ambas peticiones parecen inaceptables para el gobierno de Felipe Calderón, que ni ha volteado a verlos pero, en cambio, se congratuló por las medidas del régimen castrista que permitieron al disidente Guillermo Fariñas levantar su ayuno.
La vigencia del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) se consume igual que la vida de los huelguistas de hambre Cayetano Cabrera Esteva y Miguel Ángel Ibarra Jiménez, quienes ya padecen graves problemas de salud.
Mientras el secretario general Martín Esparza y sus colaboradores exigen al gobierno federal que nombre patrón sustituto del sindicato a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), estos dos hombres –que siguen postrados en sus catres, requieren de un tanque de oxígeno y reciben vitaminas por vía intravenosa porque ya no pueden tomar mucha agua ni miel– tienen sus propias demandas.
Cayetano, ingeniero oaxaqueño del IPN, descendiente de ferrocarrileros que lucharon con Demetrio Vallejo, le pide al secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, que deje de anunciar en los medios de comunicación la muerte del SME, que lo comunique a la organización de manera oficial.
Miguel Ángel, poblano y representante del SME en la división Necaxa (donde nació Luz y Fuerza del Centro), miembro tradicional de las llamadas familias SME porque en ellas todos son electricistas, tiene más esperanzas: “Yo saldré de aquí cuando me devuelvan mi trabajo”.
El futuro del sindicato está en manos de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA), pues ahí está radicada la demanda para que la CFE sea el patrón sustituto de los electricistas, como lo prevén sus estatutos.
Después de que el miércoles 14 la asamblea del SME tomó protesta de 13 de los 26 miembros de su comité central para darle vigencia al sindicato, el SME debe informar a la Dirección de Registro de Asociaciones Sindicales de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) para que proceda la toma de nota, pero en conferencias de prensa Lozano Alarcón ha comentado que ésta no procederá, e invitó a los extrabajadores a tramitar su liquidación en una tercera etapa que incluye la condonación de los créditos hipotecarios.
El mismo miércoles 14, el secretario del Exterior y vocero del sindicato, Fernando Amezcua, calificó la oferta de Lozano como una “canallada” porque dicho descuento es una prestación sindical que se paga con su fondo para la vivienda.
En el límite
Cayetano Cabrera tiene 46 años, cinco de los cuales trabajó en Luz y Fuerza del Centro (LFC). Es ingeniero eléctrico egresado del Politécnico, donde también daba clases, hasta que pidió permiso por tres meses para declararse en huelga de hambre. En agosto tiene que regresar a su cátedra.
Cayetano vive en Coacalco, Estado de México, con su esposa Doris López y sus dos hijas. Pagan renta y, por supuesto, la electricidad. La pareja es de Ixtepec, Oaxaca. Doris se escapó con él cuando salió del pueblo para estudiar en la Ciudad de México. Ella, que es enfermera quirúrgica, conoce las consecuencias de la huelga de hambre: Cayetano ya tiene taquicardia e insuficiencia renal.
El sindicalista es orgulloso devoto de la Santa Muerte, a la que puso un pequeño altar junto a su catre. “Le tengo mucha fe. Ya le dije que me voy con ella cuando me toque”, comenta en entrevista, el martes 13. Pero él considera que aún no llega la hora. Ese día llegaron dos ambulancias por otros cinco huelguistas y Cayetano le indicó irritado a su mujer: “Diles que no me voy a ir. Si la ambulancia vino por mí, no me voy a ir”.
Cayetano cuestiona que los medios de comunicación mexicanos le dieran más importancia a la huelga de hambre del disidente cubano Guillermo Fariñas que a la de los 15 miembros del SME que aún se sostienen en ella. Considera que el gobierno federal debe voltearlos a ver para solucionar su conflicto. Afirma que sólo levantará su protesta si se nombra a la CFE como patrón sustituto.
Por su parte, a Miguel Ángel ya le está fallando el hígado. El doctor le dijo que sus problemas se solucionaban comiendo, pero él asegura: “No hay poder humano que me saque de aquí”. Se sintió mal el martes en la noche, pero fue a visitar a Cayetano. Contemplar su aspecto “fue un shock”, señala.
Él no está mucho mejor. Ya había salido del campamento al hospital, en mayo pasado. De pronto tuvo sarpullido que primero confundieron con varicela, pero era dermatitis. Cuando Miguel Ángel regresó al campamento, estuvo aislado una semana.
En ese entonces declaró a Proceso (edición 1752): “¿Hasta cuándo saldré de aquí? Hasta que pierda la conciencia”. Lo está cumpliendo.
Su hermana llega a verlo y se le nublan los ojos. Sus compañeros de Necaxa que fueron a las asambleas del lunes y el miércoles en el SME también lo visitaron y les ganó la emoción. Por eso aclara: “Yo les dije que no lloren, que luchen. Sus lágrimas no me sirven de nada”.
A la familia, de plano le advirtió que no lo fueran a ver si no se podían “aguantar el sentimiento”. Tiene otra hermana que no lo ha ido a visitar. A ella le mandó decir: “En la casa próximamente habrá un velorio, vas, ¿no? Estamos jodidos, pero café y pan sí habrá”.
Ahora sostiene que sólo dejará la huelga para ir a trabajar a Necaxa. Quiere que le devuelvan su empleo, mediante la CFE o con la misma LFC cuando “echen abajo el proceso de liquidación, que es ilegal”, aunque reconoce que es difícil conseguir esto.
Para el doctor Alfredo Verdiguel, médico del campamento, la situación de los huelguistas “ya es bien peligrosa”, pero ellos no se quieren dar por vencidos. La única forma de sacarlos sin su aprobación es cuando pierdan “el estado de alerta”, como señala el Tratado de Malta.
Los huelguistas de hambre podrían quedar inconscientes por un paro cardiorrespiratorio, un shock hipoglucémico, inanición o causas similares, lo que puede ocurrir en cualquier momento, según el médico.
El viernes 16 se tenía programada una mesa de diálogo en la Secretaría de Gobernación, pero hasta el cierre de esta edición permanecía en suspenso por la remoción de Fernando Gómez Mont, el miércoles 14. Esa noche surgió el rumor de que la Policía Federal intentaría desalojar a los huelguistas, pero esto no sucedió.
Para el propio viernes se programó una asamblea con organizaciones de izquierda para formular un plan de acción conjunto en defensa de los derechos de los trabajadores. Y el domingo 18 se pretende realizar un ayuno de 12 horas en el Ángel de la Independencia. La idea es llenar de gente la avenida Reforma, desde la glorieta de la palma hasta la Diana Cazadora. A los participantes les piden llevar tres litros de agua, sillas y caramelos macizos.
En ese acto se formará un “tribunal ciudadano” para realizar sendos juicios políticos contra Javier Lozano y Felipe Calderón por su actuación en el conflicto laboral.
Por lo pronto, en la carpa donde está Cayetano hay un mensaje dirigido a quienes participaron en la huelga de hambre: “Compañero exhuelguista, recoge aquí tu reconocimiento al mérito sindical Ernesto Velasco de fecha 11 de junio del 2010”.
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