Isabel León de la Cruz no pudo demostrar que el acervo de Nuevo Necaxa está a salvo
PAULA CARRIZOSA
La responsable de la Unidad Regional de Culturas Populares e Indígenas de Puebla, Isabel León de la Cruz, negó nuevamente a La Jornada de Oriente, la entrada a la bodega ubicada en el parque cívico Rafaela Padilla donde se resguardaron los documentos que formaban parte de su archivo general y entre los que destacaban los que hacían referencia a la fundación de la presa de Nuevo Necaxa, pues expresó que “prefiere estar al margen de los señalamientos que refieren a la pérdida de los acervos, ya que desde su perspectiva, ningún material se ha extraviado”.
“No haré caso de las opiniones, de los periódicos que afirmen que se han perdido documentos cuando yo sé que aquí están”, expresó mientras señalaba las cajas, los embalajes y las piezas artesanales que están depositadas en las actuales oficinas de la unidad regional, ubicadas en el primer piso de San Pedro Museo de Arte.
Confiada en que archivos como los que referirían a la fundación de la presa y de su impacto social, económico y cultural en la comunidad fueron rescatados de la bodega y de sus constantes inundaciones, la funcionara expresó que de llegar a ser la próxima delegada de la Unidad Regional, se encargará de que formen parte de un proceso de limpieza, rehabilitación y catalogación adecuado, frase con la que dejó ver sus intenciones de convertirse en la figura legal de la dependencia.
Cuando se le solicitó el acceso a la bodega en la cual permaneció el acervo, expresó que no era posible, ya que aunque ella tenía las llaves y los permisos necesarios para entrar, consideró que no era necesario visitar el lugar, ya que no había quedado material alguno.
–¿Aquí están los documentos que refieren a la fundación de la presa de Nuevo Necaxa que datan de finales del siglo XIX y de principios del XX? –se le preguntó.
–Todo el material que pudo rescatarse de aquella bodega está aquí. No veo por qué hacer las cosas grandes, cuando todo está en calma, precisó.
Y es que la desaparición de éstos archivos no ha sido la primera pérdida que se ha registrado en la Unidad Regional de Culturas Populares e Indígenas de Puebla. La primera de ellas sucedió en el año 1996, cuando se convocó a un Concurso de Memoria Indígena, que reunió más de 57 trabajos entre textos, fotografías y planos que referían al impacto que la instalación de la presa hidroeléctrica tuvo en la vida cotidiana de los pobladores e imágenes de un área restringida que estaba construida a partir de modelos de arquitectura inglesa.
En dicho certamen se recuperaron los testimonios de la gente que había participado tanto en la construcción de la presa como en los primeros movimientos sindicales en Necaxa y el impacto de la hidroeléctrica en la vida de los pueblos indígenas nahuas y totonacas que pueblan la región.
En aquella ocasión, Luz y Fuerza del Centro (LFC), la empresa que había llegado al territorio poblano, prometió que con los 57 testimonios se editarían 3 mil ejemplares de lujo para registrar la trascendencia cultural y de participación de los habitantes. Pero no sucedió así, ya que el entonces director, Horacio Castillo, “perdió” los recursos que habían sido patrocinados por el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
Así, aunque la unidad regional se quedó con el acervo, no se publicó el texto que reuniría un valioso testimonio social, único a nivel nacional.
Otro hecho sucedió en 2005, cuando Gerardo Pérez Muñoz ocupaba la jefatura de dependencia. En esta etapa se volvió a reactivar el proyecto cuando el funcionario se entrevistó con los dirigentes del SME y con las autoridades locales, con quienes se firmó un contrato para crear el Museo Comunitario de Nuevo Necaxa, el cual exhibiría el material que se tenía en resguardo.
Luego de reunir el acervo –como la indumentaria de los trabajadores; fotografías de la tecnología que se ocupaba en la presa; la colección completa de la revista Lux, que era editada por LFC, Arrieros somos, uno de los primeros documentales que se produjeron en el país; algunos trabajos de lingüística; memorias de la Revolución Mexicana y trabajos etnobotánicos escritos en náhuatl y totonaco– y de formar el Comité Cultural del Museo, el proyecto quedó inconcluso cuando las autoridades estatales decidieron que la institución debería trasladarse a Puebla con la promesa de otorgarles un espacio adecuado para desarrollar los programas.
Fuente
La responsable de la Unidad Regional de Culturas Populares e Indígenas de Puebla, Isabel León de la Cruz, negó nuevamente a La Jornada de Oriente, la entrada a la bodega ubicada en el parque cívico Rafaela Padilla donde se resguardaron los documentos que formaban parte de su archivo general y entre los que destacaban los que hacían referencia a la fundación de la presa de Nuevo Necaxa, pues expresó que “prefiere estar al margen de los señalamientos que refieren a la pérdida de los acervos, ya que desde su perspectiva, ningún material se ha extraviado”.
“No haré caso de las opiniones, de los periódicos que afirmen que se han perdido documentos cuando yo sé que aquí están”, expresó mientras señalaba las cajas, los embalajes y las piezas artesanales que están depositadas en las actuales oficinas de la unidad regional, ubicadas en el primer piso de San Pedro Museo de Arte.
Confiada en que archivos como los que referirían a la fundación de la presa y de su impacto social, económico y cultural en la comunidad fueron rescatados de la bodega y de sus constantes inundaciones, la funcionara expresó que de llegar a ser la próxima delegada de la Unidad Regional, se encargará de que formen parte de un proceso de limpieza, rehabilitación y catalogación adecuado, frase con la que dejó ver sus intenciones de convertirse en la figura legal de la dependencia.
Cuando se le solicitó el acceso a la bodega en la cual permaneció el acervo, expresó que no era posible, ya que aunque ella tenía las llaves y los permisos necesarios para entrar, consideró que no era necesario visitar el lugar, ya que no había quedado material alguno.
–¿Aquí están los documentos que refieren a la fundación de la presa de Nuevo Necaxa que datan de finales del siglo XIX y de principios del XX? –se le preguntó.
–Todo el material que pudo rescatarse de aquella bodega está aquí. No veo por qué hacer las cosas grandes, cuando todo está en calma, precisó.
Y es que la desaparición de éstos archivos no ha sido la primera pérdida que se ha registrado en la Unidad Regional de Culturas Populares e Indígenas de Puebla. La primera de ellas sucedió en el año 1996, cuando se convocó a un Concurso de Memoria Indígena, que reunió más de 57 trabajos entre textos, fotografías y planos que referían al impacto que la instalación de la presa hidroeléctrica tuvo en la vida cotidiana de los pobladores e imágenes de un área restringida que estaba construida a partir de modelos de arquitectura inglesa.
En dicho certamen se recuperaron los testimonios de la gente que había participado tanto en la construcción de la presa como en los primeros movimientos sindicales en Necaxa y el impacto de la hidroeléctrica en la vida de los pueblos indígenas nahuas y totonacas que pueblan la región.
En aquella ocasión, Luz y Fuerza del Centro (LFC), la empresa que había llegado al territorio poblano, prometió que con los 57 testimonios se editarían 3 mil ejemplares de lujo para registrar la trascendencia cultural y de participación de los habitantes. Pero no sucedió así, ya que el entonces director, Horacio Castillo, “perdió” los recursos que habían sido patrocinados por el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
Así, aunque la unidad regional se quedó con el acervo, no se publicó el texto que reuniría un valioso testimonio social, único a nivel nacional.
Otro hecho sucedió en 2005, cuando Gerardo Pérez Muñoz ocupaba la jefatura de dependencia. En esta etapa se volvió a reactivar el proyecto cuando el funcionario se entrevistó con los dirigentes del SME y con las autoridades locales, con quienes se firmó un contrato para crear el Museo Comunitario de Nuevo Necaxa, el cual exhibiría el material que se tenía en resguardo.
Luego de reunir el acervo –como la indumentaria de los trabajadores; fotografías de la tecnología que se ocupaba en la presa; la colección completa de la revista Lux, que era editada por LFC, Arrieros somos, uno de los primeros documentales que se produjeron en el país; algunos trabajos de lingüística; memorias de la Revolución Mexicana y trabajos etnobotánicos escritos en náhuatl y totonaco– y de formar el Comité Cultural del Museo, el proyecto quedó inconcluso cuando las autoridades estatales decidieron que la institución debería trasladarse a Puebla con la promesa de otorgarles un espacio adecuado para desarrollar los programas.
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