La Jornada - El Correo Ilustrado

¿Por qué Miguel Márquez está en el Cereso?

No existe evidencia de que haya recibido un Ferrari o le hayan confiscado un yate. Tampoco hay pruebas en su contra de que sea dueño de alguna empresa contratista que dé servicios a la CFE. Mucho menos que haya violado la Constitución Política para ceder terreno a las firmas trasnacionales en el campo de la generación de electricidad. No. Miguel Márquez está en el Cereso de San Miguel, Puebla, no porque haya cometido alguno de los delitos mencionados. Todo lo contrario: él, como miembro de la dirección del SME y como electricista en resistencia, desde el 10 de octubre de 2009 ha luchado pacíficamente para que los trabajadores de Luz y Fuerza del Centro que no se han liquidado recuperen el empleo que Calderón les robó. Ha denunciado la rapiña que Georgina Kessel y Alfredo Elías Ayub cometieron contra el patrimonio de LFC. Ha demostrado la corrupción de Néstor Moreno Díaz y otros funcionarios de la CFE. Ha defendido el contrato colectivo de los electricistas y al SME de la manera más radical: participando en una huelga de hambre durante 62 días, sacrificio que le trajo daños irreversibles en su salud. Ha enfrentado con dignidad el daño moral y la campaña mediática de desprestigio orquestada por Javier Lozano.

Por eso Miguel Márquez está en el Cereso, porque, como en todos los casos de luchadores sociales, el gobierno inventa los cargos de “privación ilegal de la libertad en la modalidad de plagio” y “daños al patrimonio nacional” para criminalizar la lucha social y la protesta.

Cecilia Figueroa R. y José Antonio Almazán G.

Refiere cobros excesivos y mal trato de la CFE

El 26 de septiembre pasado me enteré de tres recibos de luz acumulados, por las cantidades de 209, 287 y 13 mil 414 pesos, respectivamente –en total 13 mil 910 pesos–, motivo por el que me presenté a reclamar en la sucursal Plaza Aragón las facturaciones y consumos excesivos del servicio 575760400133.

Después de cinco días de recurrir a dicha sucursal, por fin me recibió el empleado Fernando Reyes, el cual sin efectuar el reajuste del caso, me dijo “tiene que pagar las cantidades que se indican y si no hágale como quiera”, por lo que traté de poner una queja por escrito con el gerente, quien dijo llamarse Camilo Olivas Vela, el cual me contestó en forma grosera y prepotente “aquí no recibimos escritos de quejas, si no paga le cortamos la luz”. Para tal efecto emitió la orden 490198838, de la cual se negó a darme una copia.

Suponiendo sin conceder que los datos que tienen fueran ciertos, la más reciente lectura del medidor del 17 de agosto de 2009 es de 5 mil 633 kilovatios y la lectura actual del 26 de septiembre de 2010 es de 6 mil 714 kilovatios, es decir, se consumieron mil 81 kilovatios, un promedio de 180 kilovatios por bimestre a precio intermedio de 1.16 pesos, más 16 por ciento de IVA, dan un total de mil 452.80 pesos, por lo que las cantidades que tienen son inventadas y mal intencionadas.

Desde hace mucho tiempo no se habita la casa a la que se refiere el servicio mencionado, la cantidad que se pagaba a Luz y Fuerza del Centro (LFC) era mínima, de entre 100 y 150 pesos bimestrales.

Al desaparecer por decreto LFC, éste omitía como sustituto a la CFE, motivo por el cual se suspendieron los pagos.

A partir de que la CFE se hizo cargo de cobrar los servicios, se han presentado múltiples irregularidades, como en este caso: facturas de cobros excesivos fuera de la realidad, lecturas estimadas contrastantes con las del medidor (ahora el usuario está obligado a presentar la foto de lectura del medidor, trabajo que le corresponde a la empresa), trato agresivo a los usuarios, que a diario llenan las salas para reclamar abusos.

Llaman a la CFE “empresa de clase mundial”, pero tiene el mayor número de quejas en el país, muchas de las cuales son por cobros indebidos y servicio deficiente a los usuarios. Aunado a esto, los presuntos actos de corrupción de sus funcionarios, que son del conocimiento público, lo llevan sin remedio a la privatización. Pero de esto, usted nada sabe, nada supo.

Elvira Flores

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