México SA - Corrompamos México
Carlos Fernández-Vega
Entre las más famosas frases de su campaña electoral, Felipe Calderón no dejó de repetir la relativa a las manos limpias”; presumía que él límpidas las tenía, que su gobierno las mantendría así y que combatiría abierta y decididamente la corrupción en el país. Pues bien, la realidad es contundentemente otra, como siempre, y esa bella expresión, acuñada por su creativo equipo propagandístico de importación made in Spain, también se incorpora al de por sí grueso inventario de incumplimientos que acumula el inquilino de Los Pinos.
Aunque parezca imposible, la corrupción en México es hoy mucho mayor que cuatro años atrás, cuando el de “las manos limpias” se instaló en Los Pinos. Con Calderón el país sobresale en el plano internacional, aunque no por sus logros económicos, políticos o sociales, su contribución a la ciencia o su aportación al desarrollo de la humanidad, sino por la brutal corrupción que corroe la estructura institucional, condiciona la toma de decisiones y se filtra a prácticamente en toda la sociedad.
¿Qué el inquilino de Los Pinos no ha hecho nada? ¡Momento!: de entrada, con una rapidez envidiable, logró que sus frases de campaña electoral terminaran en el cesto de la basura, con el consecuente retroceso en el nivel de bienestar de los mexicanos, y en el caso de “las manos limpias” ha hecho la hombrada de hundir a México en el índice internacional de corrupción: una caída de 28 escalones en sólo cuatro años, lo que ni siquiera Vicente Fox alcanzó a concretar en todo el sexenio (11 escalones para abajo).
Cuando Calderón se sentó en Los Pinos, en materia de corrupción México ocupaba el escalón número 70 entre la comunidad de naciones; cuatro años después cayó al escalón 98 (contra el 89 en 2009). Si se incluye el sexenio foxista, entonces el país pasó de la posición 59 a la 98, lo que confirma lo exitosos, decididos y cumplidores que han sido los gobiernos panistas.
Así, Felipe Calderón debería demandar penalmente a su creativo equipo propagandístico de importación, responsable de acuñar las célebres frases por él utilizadas tanto en tiempos de su campaña electoral como ya sentado en Los Pinos (de hecho, tendría que presentar demanda penal contra sí mismo), porque no ha dado una: de “las manos limpias” al “presidente del empleo”; del “peligro para México” al “presidente de todos los mexicanos”; del “combate a la inseguridad” al México “ganador que todos queremos”, sin olvidar todas las demás.
También en tiempos de campaña, así como en las primeras semanas de estancia en la residencia oficial, Felipe Calderón prometió “abasto pleno de medicinas” en las instituciones del sector salud, para lo cual anunció que “se reasignarán recursos presupuestales para que en 2007 se cuente con mayores recursos para la adquisición de medicamentos y para tener abasto suficiente en todos las clínicas y hospitales públicas del país”, lo que dicho sea de paso tampoco cumplió. Por el contrario, cada día que transcurre es más difícil para los derechohabientes lograr que le surtan sus recetas en las farmacias de, por ejemplo, el Instituto Mexicano del Seguro Social.
Obvio es que el inquilino de Los Pinos también incumplió con eso de reasignar recursos presupuestales. Y como los diputados siempre están atentos de las necesidades de los mexicanos y de las carencias calderonistas, no encontraron mejor negocio… perdón, mejor salida que privatizar a plenitud el abasto de medicamentos al que por ley está obligado el IMSS. Mediante la llamada “Ley Simi” (lo mismo, pero más caro), la mayoría en San Lázaro, conformada por PRI, su rémora el PVEM, y el PAN, aprobó modificar el artículo 91 de la Ley del Seguro Social, con el fin de “resolver” el desabasto de medicinas en dicha institución, lo que encarecerá los medicamentos, incrementará la de por sí espeluznante corrupción en el Instituto y fortalecerá el oligopolio existente en la fabricación y distribución de medicamentos.
Bien por los diputados, quienes para celebrar la cada día más destacada posición de México en el índice internacional de corrupción, están decididos a desmantelar una de las más valiosas instituciones del país. A partir de ahora, la ecuación es sencilla: la directiva del IMSS estimulará el desabasto de medicamentos; como resultado de la modificación aprobada por el Legislativo, a los derechohabientes les entregará “vales” (como los existentes para gasolina, alimentos, etcétera), que deberán canjear en establecimientos particulares a precios de oro (que a partir de ahora tienden a ser de platino).
Todo ello en un escenario ideal y como adelanto de lo que provocará la Ley de Asociaciones Público-Privadas, porque nada tardará en aparecer el mercado negro de vales del IMSS para medicamentos y mucho menos el aumento de precios aplicado por productores y distribuidores de tan preciados productos, es decir, el grupúsculo de laboratorios trasnacionales y de empresas privadas que acapara este segmento del mercado mexicano (valuado en más de 10 mil millones de dólares), que venderán lo mismo, pero más caro, mientras el gobierno calderonista sigue desmembrando al IMSS y desmantelando la seguridad social. Falta que el Senado de la República dé su visto bueno a lo que los diputados ya palomearon, pero el negocio es de tal magnitud que los muchachos de Xicoténcatl ya se frotan las manos.
Semanas atrás la directiva del IMSS presumía, producto de la negociación directa con productores y distribuidores, el ahorro de mil 700 millones de pesos en las adquisiciones de medicamentos para el abasto de las farmacias de la institución. Pues bien, ese ahorro se traducirá ahora en pérdida directa para los derechohabientes, a quienes les clavarán los medicamentos a precios inflados, con la venia del Congreso y la enorme sonrisa del gobierno calderonista.
Información de la Comisión de Salud de la propia Cámara de Diputados revela que el oligopolizado mercado farmacéutico mexicano es controlado por diez laboratorios trasnacionales (Pfizer, Roche, GlaxoSmithKline, Novartis, SheringPloug, de forma destacada), un grupúsculo de distribuidores (Casa Saba, Nadro y Mazram, principalmente, también dueños de cadenas de farmacias) y los grandes supermercados (Wal-Mart, específicamente), los que ni de lejos reducirán precios a los derechohabientes del IMSS. Otro éxito de la democracia a la mexicana.
Las rebanadas del pastel
A principios de 2010 la Comisión Federal de Competencia adelantó, sin saberlo, qué pasará a partir de los cambios aprobados por los diputados: multó a las empresas Eli Lilly, Cryopharma, Probiomed y Laboratorios Pisa por “conspirar” para eliminar la competencia en las licitaciones y “obligar” al IMSS a pagar precios artificialmente altos por los medicamentos.
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx • http://twitter.com/cafevega
Fuente
Entre las más famosas frases de su campaña electoral, Felipe Calderón no dejó de repetir la relativa a las manos limpias”; presumía que él límpidas las tenía, que su gobierno las mantendría así y que combatiría abierta y decididamente la corrupción en el país. Pues bien, la realidad es contundentemente otra, como siempre, y esa bella expresión, acuñada por su creativo equipo propagandístico de importación made in Spain, también se incorpora al de por sí grueso inventario de incumplimientos que acumula el inquilino de Los Pinos.
Aunque parezca imposible, la corrupción en México es hoy mucho mayor que cuatro años atrás, cuando el de “las manos limpias” se instaló en Los Pinos. Con Calderón el país sobresale en el plano internacional, aunque no por sus logros económicos, políticos o sociales, su contribución a la ciencia o su aportación al desarrollo de la humanidad, sino por la brutal corrupción que corroe la estructura institucional, condiciona la toma de decisiones y se filtra a prácticamente en toda la sociedad.
¿Qué el inquilino de Los Pinos no ha hecho nada? ¡Momento!: de entrada, con una rapidez envidiable, logró que sus frases de campaña electoral terminaran en el cesto de la basura, con el consecuente retroceso en el nivel de bienestar de los mexicanos, y en el caso de “las manos limpias” ha hecho la hombrada de hundir a México en el índice internacional de corrupción: una caída de 28 escalones en sólo cuatro años, lo que ni siquiera Vicente Fox alcanzó a concretar en todo el sexenio (11 escalones para abajo).
Cuando Calderón se sentó en Los Pinos, en materia de corrupción México ocupaba el escalón número 70 entre la comunidad de naciones; cuatro años después cayó al escalón 98 (contra el 89 en 2009). Si se incluye el sexenio foxista, entonces el país pasó de la posición 59 a la 98, lo que confirma lo exitosos, decididos y cumplidores que han sido los gobiernos panistas.
Así, Felipe Calderón debería demandar penalmente a su creativo equipo propagandístico de importación, responsable de acuñar las célebres frases por él utilizadas tanto en tiempos de su campaña electoral como ya sentado en Los Pinos (de hecho, tendría que presentar demanda penal contra sí mismo), porque no ha dado una: de “las manos limpias” al “presidente del empleo”; del “peligro para México” al “presidente de todos los mexicanos”; del “combate a la inseguridad” al México “ganador que todos queremos”, sin olvidar todas las demás.
También en tiempos de campaña, así como en las primeras semanas de estancia en la residencia oficial, Felipe Calderón prometió “abasto pleno de medicinas” en las instituciones del sector salud, para lo cual anunció que “se reasignarán recursos presupuestales para que en 2007 se cuente con mayores recursos para la adquisición de medicamentos y para tener abasto suficiente en todos las clínicas y hospitales públicas del país”, lo que dicho sea de paso tampoco cumplió. Por el contrario, cada día que transcurre es más difícil para los derechohabientes lograr que le surtan sus recetas en las farmacias de, por ejemplo, el Instituto Mexicano del Seguro Social.
Obvio es que el inquilino de Los Pinos también incumplió con eso de reasignar recursos presupuestales. Y como los diputados siempre están atentos de las necesidades de los mexicanos y de las carencias calderonistas, no encontraron mejor negocio… perdón, mejor salida que privatizar a plenitud el abasto de medicamentos al que por ley está obligado el IMSS. Mediante la llamada “Ley Simi” (lo mismo, pero más caro), la mayoría en San Lázaro, conformada por PRI, su rémora el PVEM, y el PAN, aprobó modificar el artículo 91 de la Ley del Seguro Social, con el fin de “resolver” el desabasto de medicinas en dicha institución, lo que encarecerá los medicamentos, incrementará la de por sí espeluznante corrupción en el Instituto y fortalecerá el oligopolio existente en la fabricación y distribución de medicamentos.
Bien por los diputados, quienes para celebrar la cada día más destacada posición de México en el índice internacional de corrupción, están decididos a desmantelar una de las más valiosas instituciones del país. A partir de ahora, la ecuación es sencilla: la directiva del IMSS estimulará el desabasto de medicamentos; como resultado de la modificación aprobada por el Legislativo, a los derechohabientes les entregará “vales” (como los existentes para gasolina, alimentos, etcétera), que deberán canjear en establecimientos particulares a precios de oro (que a partir de ahora tienden a ser de platino).
Todo ello en un escenario ideal y como adelanto de lo que provocará la Ley de Asociaciones Público-Privadas, porque nada tardará en aparecer el mercado negro de vales del IMSS para medicamentos y mucho menos el aumento de precios aplicado por productores y distribuidores de tan preciados productos, es decir, el grupúsculo de laboratorios trasnacionales y de empresas privadas que acapara este segmento del mercado mexicano (valuado en más de 10 mil millones de dólares), que venderán lo mismo, pero más caro, mientras el gobierno calderonista sigue desmembrando al IMSS y desmantelando la seguridad social. Falta que el Senado de la República dé su visto bueno a lo que los diputados ya palomearon, pero el negocio es de tal magnitud que los muchachos de Xicoténcatl ya se frotan las manos.
Semanas atrás la directiva del IMSS presumía, producto de la negociación directa con productores y distribuidores, el ahorro de mil 700 millones de pesos en las adquisiciones de medicamentos para el abasto de las farmacias de la institución. Pues bien, ese ahorro se traducirá ahora en pérdida directa para los derechohabientes, a quienes les clavarán los medicamentos a precios inflados, con la venia del Congreso y la enorme sonrisa del gobierno calderonista.
Información de la Comisión de Salud de la propia Cámara de Diputados revela que el oligopolizado mercado farmacéutico mexicano es controlado por diez laboratorios trasnacionales (Pfizer, Roche, GlaxoSmithKline, Novartis, SheringPloug, de forma destacada), un grupúsculo de distribuidores (Casa Saba, Nadro y Mazram, principalmente, también dueños de cadenas de farmacias) y los grandes supermercados (Wal-Mart, específicamente), los que ni de lejos reducirán precios a los derechohabientes del IMSS. Otro éxito de la democracia a la mexicana.
Las rebanadas del pastel
A principios de 2010 la Comisión Federal de Competencia adelantó, sin saberlo, qué pasará a partir de los cambios aprobados por los diputados: multó a las empresas Eli Lilly, Cryopharma, Probiomed y Laboratorios Pisa por “conspirar” para eliminar la competencia en las licitaciones y “obligar” al IMSS a pagar precios artificialmente altos por los medicamentos.
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