Olvidan PGJEM y scouts a niño muerto en accidente provocado por negligencia

Silvia Chávez González
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 27 de noviembre de 2012, p. 32 

Naucalpan, Méx., 26 de noviembre. Con insistencia, Gabriel pidió permiso a sus padres para asistir a una actividad al aire libre organizada por la agrupación de boy scouts de la cual era miembro. No muy convencida, su madre accedió. El domingo 3 de abril de 2011 fue el último día que vio con vida a su hijo. Gabriel cayó a un barranco y murió por estallido de pulmones sin recibir ayuda. Tenía 11 años de edad.
Han pasado 18 meses y la Procuraduría General de Justicia del estado de México (PGJEM) aún no esclarece las circunstancias que llevaron a la muerte al único descendiente de la familia López Chávez. La agrupación de escultismo tampoco ha dado la cara ni ha mostrado la solidaridad que estipulan sus normas.
Aquel día, Gabriel y ocho menores del grupo Scout 88 fueron trasladados al parque Diversión en gotcha localizado en la carretera Los Cipreses, en el bosque de Los Remedios.
Por la tarde, los López Chávez descansaban en casa. Gabriel había prometido llegar a las 12:30 horas, pero el reloj marcaba las 13:30 y no aparecía. Pilar Chávez, su madre, se sentía inquieta. A las 14:30 (dos horas después del incidente) recibió una llamada en la que sólo le informaron que su hijo había sufrido un accidente. Lo cierto es que a esa hora ya había muerto.
De acuerdo con la averiguación 483990550001511, el niño pereció al caer en un barranco de 15 metros. La Secretaría del Trabajo y Previsión Social del gobierno estatal confirmó que el parque Diversión en gotcha no tenía licencia de funcionamiento ni cumplía medidas de protección civil. El grupo cambió a último momento de sede para jugar, porque el lugar era gratuito para los jefes scout.
Gabriel –recuerda su madre– se comportaba con una madurez inusual para su edad; inteligente y emprendedor, ambicionaba ser chef internacional. Dominaba el inglés, jugaba futbol y decía que también quería ser veterinario. Todo quedó en sueños.
Cursaba el sexto grado de primaria en el Colegio Greengates School México, donde Pilar es docente. Su esposo, Guillermo López, es consultor en administración. Ambos querían que la preparación académica de su hijo se complementara con el aprendizaje de los valores que promueve el escultismo, entre los que destacan el trabajo en equipo y el respeto a las reglas.
Juan Carlos Bucardo, subjefe de la manada de lobatos; Pablo Varela Valdez, Itzel Olivares Varela y Alfonso Jesús Padilla de Alba eran los encargados de cuidar a los menores. De la declaración ministerial se desprende que no tomaron las precauciones adecuadas. Se justificaron con el argumento de que el área de juego estaba delimitada con maletas, pero que Gabriel no la respetó y cayó al barranco.
Pilar Chávez arribó al parque tres horas después del accidente. Enfrentó a Pablo, uno de los jefes scout, quien le informó que el Ministerio Público no había llegado, por lo que no podían mover a Gabriel. El padre de uno de los niños le dijo: Las cosas son así: tu hijo cayó en un barranco y está muerto.
El matrimonio López Chávez sostiene que, además de la negligencia que causó la muerte de su hijo, han enfrentado la total falta de solidaridad de la Asociación Nacional de Scouts, uno de los valores que supuestamente promueve esa organización.
Este el segundo accidente en que se ve envuelto el Grupo Scout 88; hace 17 años un menor murió al caer, cuando fue obligado a caminar por un despeñadero con los ojos vendados.
Pilar y Guillermo exigen el esclarecimiento de los hechos y castigo ejemplar para los responsables. Siguen sin resignarse a la ausencia de su hijo. Llevan en el recuerdo el sonido de la guitarra que Gabriel tocaba a la perfección; guardan los certificados y diplomas que lo acreditaban como un niño destacado y, con frecuencia llevan flores a su tumba, en el panteón Español.

Fuente

Comentarios