Para Calderón no hay problemas que distraigan su anhelo de gloria

Para Calderón no hay problemas que distraigan su anhelo de  gloria
Con esta campaña propagandística de pésimo gusto, está sellando su lamentable destino hacia el olvido, pues lo único seguro es que la misma tendrá resultados contraproducentes

Revista EMET


 No sabemos que más ocurrencias pueda tener Felipe Calderón de aquí al día último de noviembre, pero de lo que no hay duda es de que ninguna será en beneficio del país y mucho menos de las clases populares. Por suerte ya está impedido para enviar iniciativas preferentes al Congreso, con todo podría tener algún capricho de último momento, con altos costos para el erario, como la demagógica campaña de despedida por los medios electrónicos, en la que en vez de él agradecer a los mexicanos por haberlo aguantado seis años, la ciudadanía agraviada le da las gracias fervorosamente por haberla “gobernado”.

Con esta campaña propagandística de pésimo gusto, está sellando su lamentable destino hacia el olvido, pues lo único seguro es que la misma tendrá resultados contraproducentes. ¿En qué cabeza cabe que una sociedad sumida en la desesperación y el temor, sienta un mínimo deseo de agradecer que nos haya llevado a tan dramática realidad? Cabe esperar que sea el último dispendio del erario en favor de una camarilla que controla los medios electrónicos con una finalidad absolutamente mercantilista. Lo evidente es que durante el sexenio hubo una relación muy perversa entre Calderón y los dueños de las principales concesiones, que desgraciadamente habrá de continuar en los próximos años.

Esta relación, mientras subsista, será un obstáculo muy grande en la marcha del país hacia la democratización del Estado. Está visto que el ocupante de Los Pinos es un rehén de los jerarcas de los medios electrónicos, principalmente del duopolio televisivo. Y las cosas podrían ser peores aún, teniendo en cuenta que Enrique Peña Nieto, como es bien sabido, debe su ascenso político a Televisa, empresa que le habrá de cobrar el favor todo el tiempo que esté en Los Pinos, lo que será en detrimento de una relación positiva entre la sociedad y los medios. Si en la actualidad sólo sirven para enajenar y embaucar a la población, en los tiempos venideros se convertirán en instrumentos fundamentales del Estado para el control de la sociedad.

De hecho ya están actuando con ese objetivo, pero no lo hacen aún con absoluta obviedad. No tardarán en hacerlo en cuanto vean que Peña Nieto está en sus manos, atado e incapaz de imponerles condiciones. Estas le serán impuestas por el duopolio, sobre todo Televisa, aduciendo su eficacia para hipnotizar al público televidente, como quedó demostrado con la reciente encuesta del Inegi, en la que la 80 por ciento de mexicanos, según la muestra levantada, es feliz con la realidad que está viviendo. Obviamente, esto sólo puede atribuirse a los efectos hipnóticos de la llamada con plena justicia “caja idiota”.

Con todo, tal situación enajenante no puede durar mucho tiempo, porque los efectos dramáticos de la pésima conducción económica del país durante tres décadas, tendrán consecuencias muy graves en no mucho tiempo, pues los problemas ocasionados crecen a mucha mayor velocidad que las posibilidades para enfrentarlos y corregirlos. En todos los sectores productivos hay deficiencias y fallas notables, y mientras la pobreza se incrementa exponencialmente, la concentración de la riqueza producida por la más descarnada especulación es mayor, como lo demuestra la realidad.

Calderón deja al país en calidad de segundo importador de alimentos, y podría ser el primero en el año 2020, según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. La comida cuesta hoy el doble que hace seis años, según el vicepresidente del sector de alimentos, bebidas y tabaco de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), Pedro García Irigüen. Hace unas décadas, antes del neoliberalismo, 50 por ciento de las divisas que México obtenía provenían de las exportaciones agrícolas. Tal es la magnitud de la tragedia ocasionada por las antipatrióticas políticas públicas de la tecnocracia, sea tricolor o blanquiazul.

Sin embargo, para Calderón no hay problemas que distraigan su anhelo de gloria, y se afana únicamente en distraer a la ciudadanía con ocurrencias sin sentido, como la iniciativa de ley para cambiar la designación oficial de Estados Unidos Mexicanos a tan sólo México. Como si con ese cambio se fueran a solucionar problemas irresolubles, como el pago de la impagable deuda externa o el de la insensibilidad social de los tecnócratas.

Con todo, resulta muy preocupante que aún falte una semana para que entregue la Banda presidencial, y en este lapso podrían suceder cosas incluso peores, no sólo para el erario sino para la población mayoritaria, dado su enfermizo activismo que nunca demostró anteriormente. El colmo es que millones de mexicanos vivan en total inconciencia, como lo demostró la encuesta antedicha, situación que facilita la labor depredadora del grupo en el poder, de la que se valen los medios electrónicos para cobrar cuotas altísimas al erario nacional y afianzar su poderío antisocial
Guillermo Fabela - Opinión EMET
 

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