Lecciones de la pandemia

 

Vivimos inevitablemente un profundo cambio civilizatorio que va a llevar tarde o temprano a una vida social nueva y diferente y a un cambio de modelo económico, político, social, cultural; al surgimiento de nuevos valores, ideales, metas, formas de el sentido de la vida. La humanidad evolucionará y otro sistema va a sustituir al capitalismo.


La humanidad no va a ser la misma tras la pandemia de Covid-19, que mostró el rostro más crudo del sistema capitalista en su fase neoliberal. Hoy aspiramos a lo nuevo, una “nueva normalidad” en la que vivamos el mundo al que aspiramos, que haga a un lado la miseria de lo que llamamos “normalidad” y que nos hacía vivir cuestiones “anormales”, como que la salud, el agua, la energía, todo sea un negocio para las corporaciones.
Todos nos estamos planteando qué mundo queremos, como debe ser ese mundo alternativo que soñamos y que hoy se vuelve una necesidad para salir delante de la crisis integral vivimos, y que con el sistema actual se complica.
La pandemia global enfrenta a la humanidad a una realidad. Todos somos afectados, lo que perjudica a alguno en el país más lejano termina por repercutir en nosotros; y todo lo que se logre en algún lugar es un logro de la humanidad. Somos una sola humanidad y nos une una sola lucha.
Por otro lado, se visibiliza el hecho de que esa humanidad está profundamente dividida por diversas clases donde algunos pueden seguir viviendo con comodidades, ingresos y en relativo confort, y en un momento dado pueden recibir los tratamientos médicos más avanzados, pero cientos de millones de seres humanos enfrentan el hambre, la miseria, la falta de servicios de salud. Que se hacinan en viviendas en las que escasea el agua y se reduce el espacio.
Si bien en el Siglo XX se logró el reconocimiento formal de los derechos, esos derechos no están garantizados y dependen del dios mercado. El derecho a la salud, el empleo, la alimentación se niegan si hay una “crisis” y los mercados se ven afectados. Los derechos humanos se ven sujetos a la bonanza en las finanzas globales y no existe un Estado (salvo honrosas excepciones) que vele por cada miembro de la sociedad. Queda claro que la sociedad ha de reconstruirse alrededor del bienestar de la gente. Un derecho no está sujeto al mercado, debe necesariamente de ser garantizado por la sociedad (que debe organizar su funcionamiento alrededor de la satisfacción plena de derechos).
La pandemia ha mostrado que el planeta está en sus límites por el saqueo rapaz de las riquezas de la naturaleza, la contaminación del aire, agua y tierra y la amenaza a todas las especies. Las corporaciones que compiten entre sí en acumular riquezas han mostrado una rapacidad suicida que liquida la vida. El planeta necesitaba un respiro, y éste no debe ser temporal debido a la pandemia, sino con un nuevo modelo de producción de bienes y servicios que esté en armonía con la naturaleza.
La pandemia muestra que grandes núcleos de la población están consumiendo de más y no lo verdaderamente esencial, nos movemos inútilmente, cuáles son nuestras relaciones prioritarias. Como cuidar la alimentación y darle la espalda a la comida chatarra, cuánto tiempo perdemos en cuestiones superficiales y secundarias. Cuántas prioridades no atendemos a tiempo.
Nos enseña cuánto podemos reorganizar mejor nuestras vidas, enfocándonos a lo central y no a lo superficial. Cuánto pueden ayudar las nuevas tecnologías para comunicarnos. Además tenemos que reconocer nuevos derechos, como el acceso a internet de toda la población que ya vive un fenómeno de educación, reuniones a distancia. Nos ayuda a comprender cuáles son metas de las que no podemos prescindir. La débil división entra la vida y la muerte. Todo está siendo cuestionado al grado que ya nada ni nadie volveremos a ser los mismos.
Hoy es “normal” que Estados Unidos y las demás potencias intervengan en otros países. La nueva normalidad debe basarse en la soberanía y la independencia de los pueblos. Y no ver como “normal” que Washington intervenga en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba. O que el primer ministro Netanyahu de Israel, con el apoyo de Trump, aprovecha y amenaza con robar un 30 por ciento del territorio de Cisjordania a los palestinos. Hoy la soberanía popular y nacional se impone como condición indispensable para enfrentar la crisis integral actual.
Quieren endeudarnos para salir de la crisis. Pero esta crisis exhibe las políticas que a través del endeudamiento impuso el Fondo Monetario Internacional (FMI) para disminuir los presupuestos en salud y educación e imponer el neoliberalismo que destruyó la capacidad pública para garantizar servicios básicos.
El FMI y el Banco Mundial, que han sido desnudados, ahora quieren que nos endeudemos para salir de la crisis, cuando los organismos financieros internacionales nos colocaron en situación de extrema vulnerabilidad. La economía en crisis, el aumento de la pobreza y la desigualdad sólo se resolverá con un nuevo modelo económico.
La nueva normalidad ha de fortalecer la vida local, los negocios, atención a la salud, oportunidades de empleo, infraestructura local y eliminar el modelo de concentración de la población y la producción, el gasto excesivo de energía para el traslado de bienes y personas y el cáncer de los megaproyectos inmobiliarios debe ser erradicado. Implica una vida sana y combatir la comida chatarra y los hábitos pasivos. En México se muestra lo que provoca la obesidad, la diabetes, y la mala nutrición. Han de mejorar la higiene y la limpieza, el ejercitarnos y comer nutritivo, evitar consumismo y aglomeraciones.
Esto tiene que afectar el consumismo que impulsan las corporaciones. Las transformaciones profundas son urgentes y se darán en primer lugar por necesidad y también por la conciencia que las condiciones actuales pueden generar y que tendrán que revolucionar la vida actual en beneficio de pueblos y naciones.
Urge una reindustrialización para lograr que municipios, regiones y naciones sean sustentables y cambiar los modelos de producir y distribuir eliminando tanta basura y producción superflua para que en todos lados se cuente con lo necesario, priorizando los productos necesarios, en primer lugar medicamentos, vacunas y equipo médico. Y debe llevar a un nuevo manejo del agua para que sea garantía de todos y no negocio de pocos.
El dominio del dólar se debilita y se hace urgente que México cuente con su propio sistema financiero, su moneda basada en el patrón plata, y una banca y servicios financieros al servicio de la sociedad y no de las corporaciones. Considerando primero las necesidades de las personas a los grandes negocios para unas cuantas corporaciones, como sucede con respecto a la banca extranjera que abusa de nuestra economía y de la población mexicana.
Enfrentaremos la crisis más grave desde la crisis de 1929. Pero luego de las grandes crisis de 1908, 1929,1937 que trajeron grandes problemas y guerras, al final llevo al triunfo de Revoluciones como la Mexicana (y luego el Cardenismo), la Revolución Soviética y una oleada de movimientos de liberación nacional y social en China, la India, Europa del Este, África etcétera.
Los próximos años serán extremadamente difíciles, pero la juventud, trabajadores, mujeres, pueblos originarios están en el momento de unir fuerzas para que decenas de millones modifiquemos a fondo los esquemas actuales que ya se demostró que no funcionan. La fuerza potencial de pueblos conscientes y organizados es tal que pueden llevar a un nuevo orden mundial, opuesto al que proyectan hoy mismo los amos del dinero.
Hoy debe quedar claro que el Estado no sólo debe mitigar las diferencias sociales, sino que es el responsable de garantizar derechos y resolver las diferencias que genera el mercado. Tenemos que asumir el papel estratégico que junto a algunos sectores como el energético y alimentario tiene la salud, fortalecer la salud pública y controlar la salud privada.
Hoy es necesario un Estado Social y no un Estado al servicio de las corporaciones que en la pandemia ha demostrado estar de espaldas a la población. México debe estar unido como nunca dejando las actitudes polarizantes, divisionistas, regionalistas y antinacionales que obstaculizan la salida de la crisis. La sociedad tiene que encontrar la forma de unirse para resolver los complejos problemas actuales que requieren urgente solución.
Por lo pronto Estados Unidos es el gran perdedor en la pandemia y además tradicionales potencias imperialistas: Reino Unido, Francia, Italia, España han salido muy mal paradas. El paradigma del american way of life se fue al caño, esto lo experimenta el mismo pueblo estadunidense que hoy se moviliza contra el racismo y la guerra en manifestaciones interraciales e intergeneracionales. Además, que países como Vietnam se vuelven ejemplares por el manejo de la pandemia y Cuba muestra un manejo adecuado de la contingencia con su gran organización social, además de volcarse al apoyo de decenas de países con sus brigadas médicas (contra las que se realiza una campaña para desprestigiar este esfuerzo solidario).
Se requiere de paz y armonía para salir adelante. Un mundo en guerra no podrá sobrevivir, ahora es el momento de la solidaridad, la ayuda mutua, la cooperación entre las naciones, el enriquecimiento mutuo en beneficio de los pueblos y no de las corporaciones.
Tiene que sustituirse el modelo actual que ha provocado concentraciones masivas de la población en megaciudades, viajes incesantes en todas latitudes, polarización social, negación de derechos como salud, educación, vivienda, lo que hoy provoca hacinamientos donde cunde el virus. Modelo viejo que hace a la economía dependiente del mercado externo, de cadenas de producción del extranjero, de excesivo movimiento de mercancías y personas. Por un nuevo modelo nacional, regional y localmente sustentable.
Pablo Moctezuma Barragán*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social

Fuente 

Comentarios