Lecciones de la pandemia
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Autor:
Pablo Moctezuma Barragán
Vivimos
inevitablemente un profundo cambio civilizatorio que va a llevar tarde o
temprano a una vida social nueva y diferente y a un cambio de modelo
económico, político, social, cultural; al surgimiento de nuevos valores,
ideales, metas, formas de el sentido de la vida. La humanidad
evolucionará y otro sistema va a sustituir al capitalismo.
La humanidad no va a ser la misma tras
la pandemia de Covid-19, que mostró el rostro más crudo del sistema
capitalista en su fase neoliberal. Hoy aspiramos a lo nuevo, una “nueva
normalidad” en la que vivamos el mundo al que aspiramos, que haga a un
lado la miseria de lo que llamamos “normalidad” y que nos hacía vivir
cuestiones “anormales”, como que la salud, el agua, la energía, todo sea
un negocio para las corporaciones.
Todos nos estamos planteando qué mundo
queremos, como debe ser ese mundo alternativo que soñamos y que hoy se
vuelve una necesidad para salir delante de la crisis integral vivimos, y
que con el sistema actual se complica.
La pandemia global enfrenta a la
humanidad a una realidad. Todos somos afectados, lo que perjudica a
alguno en el país más lejano termina por repercutir en nosotros; y todo
lo que se logre en algún lugar es un logro de la humanidad. Somos una
sola humanidad y nos une una sola lucha.
Por otro lado, se visibiliza el hecho de
que esa humanidad está profundamente dividida por diversas clases donde
algunos pueden seguir viviendo con comodidades, ingresos y en relativo
confort, y en un momento dado pueden recibir los tratamientos médicos
más avanzados, pero cientos de millones de seres humanos enfrentan el
hambre, la miseria, la falta de servicios de salud. Que se hacinan en
viviendas en las que escasea el agua y se reduce el espacio.
Si bien en el Siglo XX se logró el
reconocimiento formal de los derechos, esos derechos no están
garantizados y dependen del dios mercado. El derecho a la salud, el
empleo, la alimentación se niegan si hay una “crisis” y los mercados se
ven afectados. Los derechos humanos se ven sujetos a la bonanza en las
finanzas globales y no existe un Estado (salvo honrosas excepciones) que
vele por cada miembro de la sociedad. Queda claro que la sociedad ha de
reconstruirse alrededor del bienestar de la gente. Un derecho no está
sujeto al mercado, debe necesariamente de ser garantizado por la
sociedad (que debe organizar su funcionamiento alrededor de la
satisfacción plena de derechos).
La pandemia ha mostrado que el planeta
está en sus límites por el saqueo rapaz de las riquezas de la
naturaleza, la contaminación del aire, agua y tierra y la amenaza a
todas las especies. Las corporaciones que compiten entre sí en acumular
riquezas han mostrado una rapacidad suicida que liquida la vida. El
planeta necesitaba un respiro, y éste no debe ser temporal debido a la
pandemia, sino con un nuevo modelo de producción de bienes y servicios
que esté en armonía con la naturaleza.
La pandemia muestra que grandes núcleos
de la población están consumiendo de más y no lo verdaderamente
esencial, nos movemos inútilmente, cuáles son nuestras relaciones
prioritarias. Como cuidar la alimentación y darle la espalda a la comida
chatarra, cuánto tiempo perdemos en cuestiones superficiales y
secundarias. Cuántas prioridades no atendemos a tiempo.
Nos enseña cuánto podemos reorganizar
mejor nuestras vidas, enfocándonos a lo central y no a lo superficial.
Cuánto pueden ayudar las nuevas tecnologías para comunicarnos. Además
tenemos que reconocer nuevos derechos, como el acceso a internet de toda
la población que ya vive un fenómeno de educación, reuniones a
distancia. Nos ayuda a comprender cuáles son metas de las que no podemos
prescindir. La débil división entra la vida y la muerte. Todo está
siendo cuestionado al grado que ya nada ni nadie volveremos a ser los
mismos.
Hoy es “normal” que Estados Unidos y las
demás potencias intervengan en otros países. La nueva normalidad debe
basarse en la soberanía y la independencia de los pueblos. Y no ver como
“normal” que Washington intervenga en Venezuela, Bolivia, Ecuador,
Cuba. O que el primer ministro Netanyahu de Israel, con el apoyo de
Trump, aprovecha y amenaza con robar un 30 por ciento del territorio de
Cisjordania a los palestinos. Hoy la soberanía popular y nacional se
impone como condición indispensable para enfrentar la crisis integral
actual.
Quieren endeudarnos para salir de la
crisis. Pero esta crisis exhibe las políticas que a través del
endeudamiento impuso el Fondo Monetario Internacional (FMI) para
disminuir los presupuestos en salud y educación e imponer el
neoliberalismo que destruyó la capacidad pública para garantizar
servicios básicos.
El FMI y el Banco Mundial, que han sido
desnudados, ahora quieren que nos endeudemos para salir de la crisis,
cuando los organismos financieros internacionales nos colocaron en
situación de extrema vulnerabilidad. La economía en crisis, el aumento
de la pobreza y la desigualdad sólo se resolverá con un nuevo modelo
económico.
La nueva normalidad ha de fortalecer la
vida local, los negocios, atención a la salud, oportunidades de empleo,
infraestructura local y eliminar el modelo de concentración de la
población y la producción, el gasto excesivo de energía para el traslado
de bienes y personas y el cáncer de los megaproyectos inmobiliarios
debe ser erradicado. Implica una vida sana y combatir la comida chatarra
y los hábitos pasivos. En México se muestra lo que provoca la obesidad,
la diabetes, y la mala nutrición. Han de mejorar la higiene y la
limpieza, el ejercitarnos y comer nutritivo, evitar consumismo y
aglomeraciones.
Esto tiene que afectar el consumismo que
impulsan las corporaciones. Las transformaciones profundas son urgentes
y se darán en primer lugar por necesidad y también por la conciencia
que las condiciones actuales pueden generar y que tendrán que
revolucionar la vida actual en beneficio de pueblos y naciones.
Urge una reindustrialización para lograr
que municipios, regiones y naciones sean sustentables y cambiar los
modelos de producir y distribuir eliminando tanta basura y producción
superflua para que en todos lados se cuente con lo necesario,
priorizando los productos necesarios, en primer lugar medicamentos,
vacunas y equipo médico. Y debe llevar a un nuevo manejo del agua para
que sea garantía de todos y no negocio de pocos.
El dominio del dólar se debilita y se
hace urgente que México cuente con su propio sistema financiero, su
moneda basada en el patrón plata, y una banca y servicios financieros al
servicio de la sociedad y no de las corporaciones. Considerando primero
las necesidades de las personas a los grandes negocios para unas
cuantas corporaciones, como sucede con respecto a la banca extranjera
que abusa de nuestra economía y de la población mexicana.
Enfrentaremos la crisis más grave desde
la crisis de 1929. Pero luego de las grandes crisis de 1908, 1929,1937
que trajeron grandes problemas y guerras, al final llevo al triunfo de
Revoluciones como la Mexicana (y luego el Cardenismo), la Revolución
Soviética y una oleada de movimientos de liberación nacional y social en
China, la India, Europa del Este, África etcétera.
Los próximos años serán extremadamente
difíciles, pero la juventud, trabajadores, mujeres, pueblos originarios
están en el momento de unir fuerzas para que decenas de millones
modifiquemos a fondo los esquemas actuales que ya se demostró que no
funcionan. La fuerza potencial de pueblos conscientes y organizados es
tal que pueden llevar a un nuevo orden mundial, opuesto al que proyectan
hoy mismo los amos del dinero.
Hoy debe quedar claro que el Estado no
sólo debe mitigar las diferencias sociales, sino que es el responsable
de garantizar derechos y resolver las diferencias que genera el mercado.
Tenemos que asumir el papel estratégico que junto a algunos sectores
como el energético y alimentario tiene la salud, fortalecer la salud
pública y controlar la salud privada.
Hoy es necesario un Estado Social y no
un Estado al servicio de las corporaciones que en la pandemia ha
demostrado estar de espaldas a la población. México debe estar unido
como nunca dejando las actitudes polarizantes, divisionistas,
regionalistas y antinacionales que obstaculizan la salida de la crisis.
La sociedad tiene que encontrar la forma de unirse para resolver los
complejos problemas actuales que requieren urgente solución.
Por lo pronto Estados Unidos es el gran
perdedor en la pandemia y además tradicionales potencias imperialistas:
Reino Unido, Francia, Italia, España han salido muy mal paradas. El
paradigma del american way of life se fue al caño, esto lo
experimenta el mismo pueblo estadunidense que hoy se moviliza contra el
racismo y la guerra en manifestaciones interraciales e
intergeneracionales. Además, que países como Vietnam se vuelven
ejemplares por el manejo de la pandemia y Cuba muestra un manejo
adecuado de la contingencia con su gran organización social, además de
volcarse al apoyo de decenas de países con sus brigadas médicas (contra
las que se realiza una campaña para desprestigiar este esfuerzo
solidario).
Se requiere de paz y armonía para salir
adelante. Un mundo en guerra no podrá sobrevivir, ahora es el momento de
la solidaridad, la ayuda mutua, la cooperación entre las naciones, el
enriquecimiento mutuo en beneficio de los pueblos y no de las
corporaciones.
Tiene que sustituirse el modelo actual
que ha provocado concentraciones masivas de la población en
megaciudades, viajes incesantes en todas latitudes, polarización social,
negación de derechos como salud, educación, vivienda, lo que hoy
provoca hacinamientos donde cunde el virus. Modelo viejo que hace a la
economía dependiente del mercado externo, de cadenas de producción del
extranjero, de excesivo movimiento de mercancías y personas. Por un
nuevo modelo nacional, regional y localmente sustentable.
Pablo Moctezuma Barragán**Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
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