México: La Secretaría del Trabajo viola los derechos de sus propios trabajadores
martes 2 de febrero de 2010
Adán salgado Andrade (especial para ARGENPRESS.info)
Desde la anárquica Ciudad de México. Letreros refiriéndose al secretario del trabajo, el señor Javier Lozano, como “Lozano hermano del puerco y del marrano” u “Oficial mayor te vendiste”, entre otros, pegados en las paredes del Centro de Atención a la Infancia (Cendi), reciben a los curiosos o solidaria gente que se acerca a preguntar a los empleados del sitio, la mayoría mujeres, cuál es el problema que las ha llevado, muy unidas, a defender su centro de trabajo, reuniéndose afuera del edificio para organizar guardias durante varios días. Allí se cuidan a los hijos de los trabajadores tanto de la Secretaría del Trabajo, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, la Junta federal de Conciliación y Arbitraje y, para mayor ironía, la Procuraduría de la Defensa del Trabajo.
“Fíjese que apenas el miércoles en la tarde le dijeron las autoridades a la directora que el Cendi se iba a cerrar por inseguro”. En efecto, sin mediar reuniones previas, ni todos los procesos legales que deben seguirse constitucionalmente para declarar inseguro un sitio laboral, ni que se cuestionara a las empleadas sobre si consideraban la construcción insegura, muy al estilo de lo que se hizo con los trabajadores de Luz y Fuerza, funcionarios de alto rango de la mal llamada Secretaria del Trabajo y Previsión Social (STPS), comenzando por su secretario, el ya mencionado Javier Lozano, a la directora del lugar se le citó en las oficinas del Oficial Mayor, el señor Héctor Antonio Alcudia Goya, quien, sin mayor protocolo, le soltó el cuestionable argumento de que el edificio en donde se encuentra el Cendi es inseguro y que debía desocuparse ya, de inmediato. El jueves 28, la directora reunió a sus empleadas para decirles que, por órdenes superiores, el Cendi dejaría de laborar y que ese mismo día tenían que recoger todos y todas sus cosas, así, sin mayor explicación. “La directora está de nuestro lado”, declara una trabajadora, “pero es que la presionan de arriba. Dice que está entre las espada y la pared”. El débil y leguleyo argumento de que el edificio fue revisado por peritos el pasado diciembre se cae aún más dada la premura con que parecen estar actuando las autoridades, en especial el señor Alcudia Goya, quien el jueves se había entrevistado con las empleadas, prometiéndoles que abogaría por ellas y que vería que siguieran trabajando allí. Pero el viernes 29 el Cendi, como en efecto se les había advertido, ya estaba cerrado y personal de seguridad de la propia secretaria está dentro del local, “vigilando” que las trabajadoras no vayan a entrar más. Según se ha sabido, lo querían vacío ya para el martes 3 de febrero y, al parecer, deseaban las arbitrarias autoridades “laborales” aprovechar el “puente” del próximo lunes, que es día de asueto en México, para que se desmovilizara todavía más a las empleadas. Como suele suceder en casos así, los rumores corren y corren, por esa suerte de comunicación social alternativa, bajo el agua. “Pues alguien nos dijo que ya tenían nuestros cheques para liquidarnos desde el año pasado, pero que ya luego se echaron para atrás”, comenta otra trabajadora, con una mezcla de coraje y desesperación por lo que está pasando. Quizá así haya sido, pienso, pues ahora ya está de moda no sólo liquidar a los trabajadores, sino las irrupciones violentas a sus centros de trabajo y la toma por parte de corporativos policíacos. Esto, que podríamos denominar el síndrome de los electricistas (recuérdese que así se rompió la relación laboral con los trabajadores de Luz y Fuerza, tomando la policía federal todas las instalaciones de esa estratégica empresa estatal, así, sin avisarles), al parecer, está tendiendo a convertirse en algo que el represivo y autoritario gobierno panista de este país está empleando, en vista de que, según dicho ente, ha estado funcionando. No es algo nuevo, desde luego, pues la toma de las instalaciones por los dueños de empresas, ha sido una forma arbitraria y violenta de terminar la relación laboral con sus trabajadores a lo largo de la historia de este país (fábricas, empresas, minas…). Pero ahora la modalidad es que el propio gobierno, que se supone que está para defender la “legalidad laboral”, es quien lo está haciendo, tanto con muy leguleyos y arbitrarios argumentos, como con el uso abierto de la represión policíaca y militar.
Ubicado en la confluencia de las calles Doctor Barragán y Doctor Liceaga, este Cendi fue fundado hace unos 40 años, aunque en el sitio actual lleva establecido desde 1975. Originalmente contaba con planta baja y dos niveles, pero hace unos diez años se demolió el segundo nivel, pues las autoridades de entonces consideraron que para que fuera “más seguro”, tenía que estar menos alto. Y está tan bien hecho el edificio, aseguran las empleadas, que no sólo resistió esa demolición, sino tantos temblores que desde que existe ha soportado, el más fuerte de ellos el devastador sismo de 1985, que no lo afectó, fuera de algunas pequeñas cuarteaduras. El más reciente fue el sucedido en abril del año pasado, 2009, del que salió igualmente sin novedad. Y sí, en realidad el edificio tanto por fuera, como puede verse, como por dentro, según me platican las empleadas, está en muy buen estado. “Pero un noticiero mentiroso dijo que el edificio está en ruinas”, exclama una de ellas, muy enojada, refiriéndose a los vendidos medios, “y eso no es cierto, nada más porque no podemos entrar, si no, se lo enseñábamos”, afirma categórica.
Por otro lado, el supuesto “peritaje”, si realmente se llevó a cabo, no cuenta con evidencias de que verdaderamente se haya realizado, excepto por unas fotos que muestran a presuntos ingenieros haciendo la “inspección”. “Pero los de las fotos no son los que vinieron… los que vinieron eran unos muchachos muy jóvenes, ni parecían ingenieros”. Buen punto, pues en general, los peritos en cualquier materia son personas maduras, no jóvenes, que, al decir de las declarantes, si eran ingenieros, se veían recién egresados. Así que si esa fuera la justificación de las autoridades para cerrar el sitio, no pesa.
Les pregunto que cuántos niños hay actualmente. “Ciento diez”, contesta una. Y ya comienzan a platicar que podría dar cabida a unos 200 infantes. Sin embargo, cada año la población tiende a disminuir porque se han ido desplazando de ubicación las oficinas a las que originalmente daba atención ese Cendi. La principal, la Junta de Conciliación y Arbitraje, que quedaba muy cerca, actualmente se encuentra en Azcapotzalco. Igualmente otras oficinas y dependencias de la secretaria se han trasladado a la zona del Ajusco, y son pocas las que aún quedan cerca. Además, muchas de las madres trabajadoras a las que atiende el Cendi han ya dejado atrás la edad de la procreación o tienen pocos hijos. Son 57 empleadas, lo que daría una proporción de poco más de dos niños por trabajadora, que en términos del eficientismo neoliberal que domina al mundo (muy al estilo McDonald’s, de hacer mas hamburguesas con menos personal), ha de significar un “despilfarro de recursos”, sobre todo en estos críticos tiempos en que el gobierno de los mal administradores panistas están recortando todos los presupuestos… excepto, por supuesto, sus insultantes y abultados salarios. Les pregunto sobre sus estudios, y me responden que cuentan con estudios medios tales como asistentes educativas, puericultistas o incluso licenciaturas en educación, o sea, que cuentan con buena preparación. Pero además, la experiencia de varias de ellas debida a su antigüedad laboral, es algo imprescindible también. A diferencia de muchas de las improvisadas “guarderías” que abundan en este país, localizadas en lugares peligrosos (recuérdese lo sucedido en Sonora en el 2009, con el incendio de una supuesta “guardería” que se hallaba establecida en una bodega de llantas, que dejó decenas de infantes muertos), las empleadas del Cendi de la STPS aseguran que el lugar es totalmente adecuado, contando con áreas de juegos, áreas verdes, amplios salones, cocinas, comedores… todo cuanto hace de la estancia de los niños segura, adecuada y confortable. Además, nunca ha habido algún accidente o algún niño que haya sufrido daño de algún tipo, ¡ni mucho menos algún deceso!, aseguran las empleadas.
Quizá el hecho de que más del 80% de las empleadas tengan más de 15 años laborando allí, haya dado marcha atrás al proyecto original de liquidarlas – que seguramente estuvo en las opciones que había para cerrar el sitio –, en flagrante violación a los derechos laborales debidos a su antigüedad laboral. Una de ellas tiene 33 años trabajando, tiempo suficiente para jubilarse, “pero no he querido porque con lo que te dan de pensión te mueres de hambre”, afirma.
Y entonces, muy a la mano y convenientemente, se manejó lo de las “peligrosas instalaciones”, acompañando tan absurdo argumento, como comento arriba, de la arbitraria toma del edificio desde el viernes 29. En las ventanas que están al lado de la entrada principal, los empleados de “seguridad” que se encuentran en el edificio – que según testigos fue tomado durante la noche –, hay largos pliegos emulando los “oficios” con los cuales las autoridades ilegal y unilateralmente, determinaron el cierre de aquél. Con una pésima redacción, aún más enredada por supuestos tecnicismos que tratan de “demostrar” la peligrosidad de la construcción, se pretendió “convencer” a las empleadas y a las madres de los niños que sus vidas “corrían peligro” si seguía funcionando como guardería. Se subraya, en negritas, una frase que dice “El edificio analizado está en riesgo de colapso en el momento de un sismo intenso”. Si ese fuera el caso, comentan las empleadas, con tanto sismo intenso que ha habido, incluido el de abril pasado, ya se hubiera caído. Además, como señalo antes, si realmente está en peligro de colapsarse, con las pruebas en mano y frente a empleadas y madres, se debió de hacer una amplia y detallada exposición de las fallas que tan mal redactadas y pésimamente señaladas se indican en los “oficios”. Sin embargo, la premura, la ilegalidad y la turbiedad con que han actuado las autoridades, llena de suspicacias y sospechas tan precipitada, arbitraria acción.
Si realmente estuviera el edificio en malas condiciones, como ya señalé, qué mejor que todo mundo lo supiera y se mostrara fehacientemente qué tan mal se encuentra. Nada mejor que la verdad y la transparencia.
Y dado que ese es el único argumento esgrimido por las mañosas, autoritarias autoridades, las empleadas, en la mañana del viernes, como medida de presión, cerraron por varias horas el eje central “Lázaro Cárdenas”, lo cual surtió efecto, ya que acudieron autoridades capitalinas a escuchar sus reclamos. El resultado de tan espontánea movilización es que se llegó al acuerdo de que el martes 3 de febrero próximo acudirán a inspeccionar el edificio peritos de la delegación Cuauhtemoc, junto con padres y madres de los hijos y empleadas, para dar fe de que en verdad está en malas condiciones o revocar el autoritario argumento. Y si en verdad estuviera en malas condiciones, pedirán que todo el Cendi sea trasladado a un nuevo local, pues la “solución” planteada por las autoridades es la de distribuir a los niños en otras guarderías y a las empleadas “reubicarlas”. Pero no cuesta trabajo imaginar de qué tipo serán las reubicaciones que les propongan. Quizá les planteen irse, por ejemplo, hasta el Ajusco, lo que para la mayoría significarían traslados de dos o más horas. Por lo que quizá muchas optarían por el retiro, como también se ha rumorado que se les ofrecería, incluso con un bono adicional… y eso también se parece mucho al síndrome de los electricistas, a los que originalmente se quiso “convencer” de que aceptaran sus liquidaciones ofreciéndoles supuestas indemnizaciones muy por encima de la ley, pero que en la mayoría de los casos resultaron engañosas. De hecho, se les ofrecieron a las empleadas dos semanas de vacaciones extras a las que tienen derecho, “en lo que se les coloca, gozando de todas sus prestaciones de ley”. Claro, pretenden las amañadas autoridades convencerlas mostrándose muy aparentemente “espléndidos”. Y a las madres de los hijos que allí se atendían, se les concedió licencia, toda la necesaria, también en lo que se “halla una nueva guardería” para sus hijos. “Pero, fíjese, muchas madres tienen un hijo en una primaria cercana y luego de allá, traen aquí al otro niño, así que si cerraran el Cendi, sería muy difícil para ellas… a lo mejor también tendrían que sacar de la primaria a su otro hijo”. Y también es el caso con varias empleadas, que justamente tienen a uno de sus hijos en dicha primaria y si las reubicaran, serían muchas otras complicaciones las que tendrían. “Además, se violan los derechos humanos de los niños, pues de repente se les rompe su ambiente diario de convivencia social y sana formación”, dice otra trabajadora.
Pero, claro, al gobierno y sus nefastas autoridades eso es lo que menos les interesa. Total, los funcionarios viajan en autos blindados, con escoltas o en helicópteros.
Mientras tanto, las muestras de autoritarismo continúan. Las madres que laboran en las oficinas que se localizan en el Ajusco, decidieron solidariamente realizar un paro de labores el viernes 29, en apoyo al Cendi. Y también han acudido varias a hacer guardias. Platican que en tales oficinas, una de ellas impidió el paso al jefe de personal y que el prepotente funcionario la aventó a un lado, espetándole además que ella no era nadie para impedirle la entrada. La solidaria madre terminó con un tobillo esguinzado y acudió a una clínica para que la revisen. Les sugiero que levanten una demanda penal contra el individuo aquel.
Como medida de presión adicional, montarán guardias tanto diurnas como nocturnas hasta el martes, día en el que, confían, se sabrá la verdad. Les aconsejo que haya un notario presente para que dé fe de los hechos, cualesquiera que éstos sean.
Y, como dije antes, quizá la premura sea que el edificio se vaya a emplear para otros fines. Ocupando más de dos terceras partes de la manzana en que se localiza el edificio del Cendi, están las oficinas del Servicio panamericano de Protección, empresa que se dedica al traslado de valores (cuyas camionetas, por cierto, se estacionan donde quiera y circulan de manera muy prepotente en intimidatorio por toda la ciudad). También, según los rumores divulgados por “Radio pasillo”, como algunas le llaman a la comunicación “bajo el agua”, se ha sabido que dicha empresa desde hace años ha querido comprar el edificio para ampliar sus oficinas (seguramente porque en la época actual tan, digamos, insegura, le ha ido muy bien en sus negocios y se quiere ampliar, razono). No sorprendería que una vez desocupado el lugar, la “Panamericana”, como se la conoce coloquialmente, pasara a ocuparlo, con sólo hacerle algunas ligeras adecuaciones. Y no sería de sorprender, pues en este gobierno panista todos los bienes públicos, desde edificios, hasta zonas naturales protegidas, se están vendiendo.
“¡Pero estamos dispuestas a todo, sí, llegaremos hasta las últimas consecuencias!”, declara una de ellas. “¡Si de todos modos nos quieren fregar, pues ya más no van a poder!”, exclama otra, con verdadero ahínco y ganas. “Nunca pensé que alguna vez estaría en esto”, comenta otra, “¡pero más vale tarde que nunca, que no digan que no luchamos por nuestro centro de trabajo!”. Y tan dispuestas están a defenderlo, que pasaron ya su primera noche, la del viernes a sábado, fuera del edificio, haciendo guardia, sufriendo frío y todas las inconveniencias que eso ocasiona. “¡De aquí no nos vamos a mover hasta que nos devuelvan el cendi, se lo aseguro!”.
Les deseo lo mejor y les prometo que esto se divulgará lo antes posible. No sólo se trata de su lucha, sino de la de miles de trabajadores que han sufrido, o sufrirán, la misma suerte.
Fuente
Adán salgado Andrade (especial para ARGENPRESS.info)
Desde la anárquica Ciudad de México. Letreros refiriéndose al secretario del trabajo, el señor Javier Lozano, como “Lozano hermano del puerco y del marrano” u “Oficial mayor te vendiste”, entre otros, pegados en las paredes del Centro de Atención a la Infancia (Cendi), reciben a los curiosos o solidaria gente que se acerca a preguntar a los empleados del sitio, la mayoría mujeres, cuál es el problema que las ha llevado, muy unidas, a defender su centro de trabajo, reuniéndose afuera del edificio para organizar guardias durante varios días. Allí se cuidan a los hijos de los trabajadores tanto de la Secretaría del Trabajo, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, la Junta federal de Conciliación y Arbitraje y, para mayor ironía, la Procuraduría de la Defensa del Trabajo.
“Fíjese que apenas el miércoles en la tarde le dijeron las autoridades a la directora que el Cendi se iba a cerrar por inseguro”. En efecto, sin mediar reuniones previas, ni todos los procesos legales que deben seguirse constitucionalmente para declarar inseguro un sitio laboral, ni que se cuestionara a las empleadas sobre si consideraban la construcción insegura, muy al estilo de lo que se hizo con los trabajadores de Luz y Fuerza, funcionarios de alto rango de la mal llamada Secretaria del Trabajo y Previsión Social (STPS), comenzando por su secretario, el ya mencionado Javier Lozano, a la directora del lugar se le citó en las oficinas del Oficial Mayor, el señor Héctor Antonio Alcudia Goya, quien, sin mayor protocolo, le soltó el cuestionable argumento de que el edificio en donde se encuentra el Cendi es inseguro y que debía desocuparse ya, de inmediato. El jueves 28, la directora reunió a sus empleadas para decirles que, por órdenes superiores, el Cendi dejaría de laborar y que ese mismo día tenían que recoger todos y todas sus cosas, así, sin mayor explicación. “La directora está de nuestro lado”, declara una trabajadora, “pero es que la presionan de arriba. Dice que está entre las espada y la pared”. El débil y leguleyo argumento de que el edificio fue revisado por peritos el pasado diciembre se cae aún más dada la premura con que parecen estar actuando las autoridades, en especial el señor Alcudia Goya, quien el jueves se había entrevistado con las empleadas, prometiéndoles que abogaría por ellas y que vería que siguieran trabajando allí. Pero el viernes 29 el Cendi, como en efecto se les había advertido, ya estaba cerrado y personal de seguridad de la propia secretaria está dentro del local, “vigilando” que las trabajadoras no vayan a entrar más. Según se ha sabido, lo querían vacío ya para el martes 3 de febrero y, al parecer, deseaban las arbitrarias autoridades “laborales” aprovechar el “puente” del próximo lunes, que es día de asueto en México, para que se desmovilizara todavía más a las empleadas. Como suele suceder en casos así, los rumores corren y corren, por esa suerte de comunicación social alternativa, bajo el agua. “Pues alguien nos dijo que ya tenían nuestros cheques para liquidarnos desde el año pasado, pero que ya luego se echaron para atrás”, comenta otra trabajadora, con una mezcla de coraje y desesperación por lo que está pasando. Quizá así haya sido, pienso, pues ahora ya está de moda no sólo liquidar a los trabajadores, sino las irrupciones violentas a sus centros de trabajo y la toma por parte de corporativos policíacos. Esto, que podríamos denominar el síndrome de los electricistas (recuérdese que así se rompió la relación laboral con los trabajadores de Luz y Fuerza, tomando la policía federal todas las instalaciones de esa estratégica empresa estatal, así, sin avisarles), al parecer, está tendiendo a convertirse en algo que el represivo y autoritario gobierno panista de este país está empleando, en vista de que, según dicho ente, ha estado funcionando. No es algo nuevo, desde luego, pues la toma de las instalaciones por los dueños de empresas, ha sido una forma arbitraria y violenta de terminar la relación laboral con sus trabajadores a lo largo de la historia de este país (fábricas, empresas, minas…). Pero ahora la modalidad es que el propio gobierno, que se supone que está para defender la “legalidad laboral”, es quien lo está haciendo, tanto con muy leguleyos y arbitrarios argumentos, como con el uso abierto de la represión policíaca y militar.
Ubicado en la confluencia de las calles Doctor Barragán y Doctor Liceaga, este Cendi fue fundado hace unos 40 años, aunque en el sitio actual lleva establecido desde 1975. Originalmente contaba con planta baja y dos niveles, pero hace unos diez años se demolió el segundo nivel, pues las autoridades de entonces consideraron que para que fuera “más seguro”, tenía que estar menos alto. Y está tan bien hecho el edificio, aseguran las empleadas, que no sólo resistió esa demolición, sino tantos temblores que desde que existe ha soportado, el más fuerte de ellos el devastador sismo de 1985, que no lo afectó, fuera de algunas pequeñas cuarteaduras. El más reciente fue el sucedido en abril del año pasado, 2009, del que salió igualmente sin novedad. Y sí, en realidad el edificio tanto por fuera, como puede verse, como por dentro, según me platican las empleadas, está en muy buen estado. “Pero un noticiero mentiroso dijo que el edificio está en ruinas”, exclama una de ellas, muy enojada, refiriéndose a los vendidos medios, “y eso no es cierto, nada más porque no podemos entrar, si no, se lo enseñábamos”, afirma categórica.
Por otro lado, el supuesto “peritaje”, si realmente se llevó a cabo, no cuenta con evidencias de que verdaderamente se haya realizado, excepto por unas fotos que muestran a presuntos ingenieros haciendo la “inspección”. “Pero los de las fotos no son los que vinieron… los que vinieron eran unos muchachos muy jóvenes, ni parecían ingenieros”. Buen punto, pues en general, los peritos en cualquier materia son personas maduras, no jóvenes, que, al decir de las declarantes, si eran ingenieros, se veían recién egresados. Así que si esa fuera la justificación de las autoridades para cerrar el sitio, no pesa.
Les pregunto que cuántos niños hay actualmente. “Ciento diez”, contesta una. Y ya comienzan a platicar que podría dar cabida a unos 200 infantes. Sin embargo, cada año la población tiende a disminuir porque se han ido desplazando de ubicación las oficinas a las que originalmente daba atención ese Cendi. La principal, la Junta de Conciliación y Arbitraje, que quedaba muy cerca, actualmente se encuentra en Azcapotzalco. Igualmente otras oficinas y dependencias de la secretaria se han trasladado a la zona del Ajusco, y son pocas las que aún quedan cerca. Además, muchas de las madres trabajadoras a las que atiende el Cendi han ya dejado atrás la edad de la procreación o tienen pocos hijos. Son 57 empleadas, lo que daría una proporción de poco más de dos niños por trabajadora, que en términos del eficientismo neoliberal que domina al mundo (muy al estilo McDonald’s, de hacer mas hamburguesas con menos personal), ha de significar un “despilfarro de recursos”, sobre todo en estos críticos tiempos en que el gobierno de los mal administradores panistas están recortando todos los presupuestos… excepto, por supuesto, sus insultantes y abultados salarios. Les pregunto sobre sus estudios, y me responden que cuentan con estudios medios tales como asistentes educativas, puericultistas o incluso licenciaturas en educación, o sea, que cuentan con buena preparación. Pero además, la experiencia de varias de ellas debida a su antigüedad laboral, es algo imprescindible también. A diferencia de muchas de las improvisadas “guarderías” que abundan en este país, localizadas en lugares peligrosos (recuérdese lo sucedido en Sonora en el 2009, con el incendio de una supuesta “guardería” que se hallaba establecida en una bodega de llantas, que dejó decenas de infantes muertos), las empleadas del Cendi de la STPS aseguran que el lugar es totalmente adecuado, contando con áreas de juegos, áreas verdes, amplios salones, cocinas, comedores… todo cuanto hace de la estancia de los niños segura, adecuada y confortable. Además, nunca ha habido algún accidente o algún niño que haya sufrido daño de algún tipo, ¡ni mucho menos algún deceso!, aseguran las empleadas.
Quizá el hecho de que más del 80% de las empleadas tengan más de 15 años laborando allí, haya dado marcha atrás al proyecto original de liquidarlas – que seguramente estuvo en las opciones que había para cerrar el sitio –, en flagrante violación a los derechos laborales debidos a su antigüedad laboral. Una de ellas tiene 33 años trabajando, tiempo suficiente para jubilarse, “pero no he querido porque con lo que te dan de pensión te mueres de hambre”, afirma.
Y entonces, muy a la mano y convenientemente, se manejó lo de las “peligrosas instalaciones”, acompañando tan absurdo argumento, como comento arriba, de la arbitraria toma del edificio desde el viernes 29. En las ventanas que están al lado de la entrada principal, los empleados de “seguridad” que se encuentran en el edificio – que según testigos fue tomado durante la noche –, hay largos pliegos emulando los “oficios” con los cuales las autoridades ilegal y unilateralmente, determinaron el cierre de aquél. Con una pésima redacción, aún más enredada por supuestos tecnicismos que tratan de “demostrar” la peligrosidad de la construcción, se pretendió “convencer” a las empleadas y a las madres de los niños que sus vidas “corrían peligro” si seguía funcionando como guardería. Se subraya, en negritas, una frase que dice “El edificio analizado está en riesgo de colapso en el momento de un sismo intenso”. Si ese fuera el caso, comentan las empleadas, con tanto sismo intenso que ha habido, incluido el de abril pasado, ya se hubiera caído. Además, como señalo antes, si realmente está en peligro de colapsarse, con las pruebas en mano y frente a empleadas y madres, se debió de hacer una amplia y detallada exposición de las fallas que tan mal redactadas y pésimamente señaladas se indican en los “oficios”. Sin embargo, la premura, la ilegalidad y la turbiedad con que han actuado las autoridades, llena de suspicacias y sospechas tan precipitada, arbitraria acción.
Si realmente estuviera el edificio en malas condiciones, como ya señalé, qué mejor que todo mundo lo supiera y se mostrara fehacientemente qué tan mal se encuentra. Nada mejor que la verdad y la transparencia.
Y dado que ese es el único argumento esgrimido por las mañosas, autoritarias autoridades, las empleadas, en la mañana del viernes, como medida de presión, cerraron por varias horas el eje central “Lázaro Cárdenas”, lo cual surtió efecto, ya que acudieron autoridades capitalinas a escuchar sus reclamos. El resultado de tan espontánea movilización es que se llegó al acuerdo de que el martes 3 de febrero próximo acudirán a inspeccionar el edificio peritos de la delegación Cuauhtemoc, junto con padres y madres de los hijos y empleadas, para dar fe de que en verdad está en malas condiciones o revocar el autoritario argumento. Y si en verdad estuviera en malas condiciones, pedirán que todo el Cendi sea trasladado a un nuevo local, pues la “solución” planteada por las autoridades es la de distribuir a los niños en otras guarderías y a las empleadas “reubicarlas”. Pero no cuesta trabajo imaginar de qué tipo serán las reubicaciones que les propongan. Quizá les planteen irse, por ejemplo, hasta el Ajusco, lo que para la mayoría significarían traslados de dos o más horas. Por lo que quizá muchas optarían por el retiro, como también se ha rumorado que se les ofrecería, incluso con un bono adicional… y eso también se parece mucho al síndrome de los electricistas, a los que originalmente se quiso “convencer” de que aceptaran sus liquidaciones ofreciéndoles supuestas indemnizaciones muy por encima de la ley, pero que en la mayoría de los casos resultaron engañosas. De hecho, se les ofrecieron a las empleadas dos semanas de vacaciones extras a las que tienen derecho, “en lo que se les coloca, gozando de todas sus prestaciones de ley”. Claro, pretenden las amañadas autoridades convencerlas mostrándose muy aparentemente “espléndidos”. Y a las madres de los hijos que allí se atendían, se les concedió licencia, toda la necesaria, también en lo que se “halla una nueva guardería” para sus hijos. “Pero, fíjese, muchas madres tienen un hijo en una primaria cercana y luego de allá, traen aquí al otro niño, así que si cerraran el Cendi, sería muy difícil para ellas… a lo mejor también tendrían que sacar de la primaria a su otro hijo”. Y también es el caso con varias empleadas, que justamente tienen a uno de sus hijos en dicha primaria y si las reubicaran, serían muchas otras complicaciones las que tendrían. “Además, se violan los derechos humanos de los niños, pues de repente se les rompe su ambiente diario de convivencia social y sana formación”, dice otra trabajadora.
Pero, claro, al gobierno y sus nefastas autoridades eso es lo que menos les interesa. Total, los funcionarios viajan en autos blindados, con escoltas o en helicópteros.
Mientras tanto, las muestras de autoritarismo continúan. Las madres que laboran en las oficinas que se localizan en el Ajusco, decidieron solidariamente realizar un paro de labores el viernes 29, en apoyo al Cendi. Y también han acudido varias a hacer guardias. Platican que en tales oficinas, una de ellas impidió el paso al jefe de personal y que el prepotente funcionario la aventó a un lado, espetándole además que ella no era nadie para impedirle la entrada. La solidaria madre terminó con un tobillo esguinzado y acudió a una clínica para que la revisen. Les sugiero que levanten una demanda penal contra el individuo aquel.
Como medida de presión adicional, montarán guardias tanto diurnas como nocturnas hasta el martes, día en el que, confían, se sabrá la verdad. Les aconsejo que haya un notario presente para que dé fe de los hechos, cualesquiera que éstos sean.
Y, como dije antes, quizá la premura sea que el edificio se vaya a emplear para otros fines. Ocupando más de dos terceras partes de la manzana en que se localiza el edificio del Cendi, están las oficinas del Servicio panamericano de Protección, empresa que se dedica al traslado de valores (cuyas camionetas, por cierto, se estacionan donde quiera y circulan de manera muy prepotente en intimidatorio por toda la ciudad). También, según los rumores divulgados por “Radio pasillo”, como algunas le llaman a la comunicación “bajo el agua”, se ha sabido que dicha empresa desde hace años ha querido comprar el edificio para ampliar sus oficinas (seguramente porque en la época actual tan, digamos, insegura, le ha ido muy bien en sus negocios y se quiere ampliar, razono). No sorprendería que una vez desocupado el lugar, la “Panamericana”, como se la conoce coloquialmente, pasara a ocuparlo, con sólo hacerle algunas ligeras adecuaciones. Y no sería de sorprender, pues en este gobierno panista todos los bienes públicos, desde edificios, hasta zonas naturales protegidas, se están vendiendo.
“¡Pero estamos dispuestas a todo, sí, llegaremos hasta las últimas consecuencias!”, declara una de ellas. “¡Si de todos modos nos quieren fregar, pues ya más no van a poder!”, exclama otra, con verdadero ahínco y ganas. “Nunca pensé que alguna vez estaría en esto”, comenta otra, “¡pero más vale tarde que nunca, que no digan que no luchamos por nuestro centro de trabajo!”. Y tan dispuestas están a defenderlo, que pasaron ya su primera noche, la del viernes a sábado, fuera del edificio, haciendo guardia, sufriendo frío y todas las inconveniencias que eso ocasiona. “¡De aquí no nos vamos a mover hasta que nos devuelvan el cendi, se lo aseguro!”.
Les deseo lo mejor y les prometo que esto se divulgará lo antes posible. No sólo se trata de su lucha, sino de la de miles de trabajadores que han sufrido, o sufrirán, la misma suerte.
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