Reino Unido: Recortes, preocupaciones y amenaza de huelga

PL


El gobierno británico anunció hoy de manera oficial el mayor programa de recortes presupuestarios en 60 años, dirigido a reducir el enorme déficit fiscal del país, que trepa al 11 por ciento del Producto Interno Bruto.

Ante la Cámara de los Comunes, el ministro de Economía, George Osborne, detalló el plan que de antemano desató fricciones dentro de la actual administración conservadora-liberal y el descontento popular.


Osborne destacó que las reducciones serán de entre un 25 y un 40 por ciento para los presupuestos de las distintas áreas del Estado, incluidas seguridad, educación, defensa, medio ambiente y bienestar social.


La nación europea, con la sexta economía mundial, tiene una deuda de 163 mil millones de libras esterlinas (unos 187 mil millones de euros), por la cual debe pagar por interés cerca de 120 millones de libras (136 millones de euros) diarios, y 43 mil millones de libras (unos 49 mil millones de euros) al año.


El Ejecutivo de coalición del primer ministro David Cameron espera disminuir el abultado endeudamiento del país para el 2015.


Referente al empleo, de los puntos más espinosos dentro de las medidas de austeridad, el jefe del Tesoro confirmó que la llamada Oficina de Responsabilidad Presupuestaria estima en casi medio millón de personas la cifra de desempleados en los próximos cuatro años.


Habrá algunos despidos, eso es inevitable cuando el país se ha quedado sin dinero, justificó Osborne ante los diputados.


Consciente de la enorme preocupación social y la amenaza de los trabajadores de convocar a huelgas, el ministro subrayó que el Gobierno hará todo lo posible para ayudar a quienes queden sin empleo a encontrar un trabajo alternativo.


La Revisión Completa de los Gastos (CSR), como se le denomina al programa presentado este miércoles, incluye la disminución de numerosas partidas financieras asignadas a los ministerios, excepto los de Sanidad y Cooperación Internacional.


Con anterioridad, Cameron intentó mitigar los temores sobre el impacto del drástico plan aprobado por su Gobierno con el fin de enmendar la economía británica.


El primer ministro aseguró que los recortes no serán tan dolorosos como espera la gente, aunque esa declaración choca con las críticas en amplios sectores, la controversia dentro de las filas gubernamentales y las advertencias de protestas por parte de las mayores asociaciones sindicales del país.


La confederación gremial Trade Union Congress de Reino Unido calificó de cruel el referido proyecto y advirtió que causará un daño irreparable a la sociedad británica.


Para los inconformes, los ajustes significan una contracción de los salarios y un retroceso en los beneficios sociales que afectará sobre todo a los sectores más vulnerables.


Asimismo, el ministro de Defensa, Liam Fox, alertó al Gobierno de los peligros de hacer recortes impositivos al presupuesto de las Fuerzas Armadas en tiempos de guerra y negó su apoyo a esa medida.


El Tesoro británico pidió a esa cartera disminuir en un 10 por ciento su plan anual, que asciende a 37 mil millones de libras, unos 43 mil millones de euros.


La medida podría tener una reacción brutal si no se reconocen los peligros y continúan abogando por recortes draconianos en un momento en el que está la guerra, dijo Fox, en referencia al conflicto de Afganistán.


Cerca de 10 mil militares británicos están desplegados actualmente en Afganistán, principalmente en la provincia de Helmand, uno de los bastiones de la resistencia afgana.


Por otra parte, autoridades educacionales del estado europeo expresaron preocupación por los ajustes que amenazan con cerrar prestigiosas universidades del país, lo cual pondrá en riesgo la prosperidad nacional en el futuro, alegaron los académicos.


De igual forma, muchos británicos ven con nerviosismo la disminución de hasta un 50 por ciento del presupuesto asignado a la construcción de viviendas sociales.


Entre otras medidas que pueden resultar polémicas sobresale la decisión de retrasar la edad mínima de jubilación en el sector público de 60 a 65 años, y obligar a los empleados a aumentar su contribución al fondo de pensiones para reducir el aporte estatal a corto plazo.


Las críticas de la oposición llegaron de inmediato por parte del jefe del Partido Laborista, el recién elegido Ed Miliband, quien afirmó que el ejecutivo de Cameron pone en juego irresponsablemente la economía del país.


Para el viceprimer ministro, el liberal democrático Nick Clegg, el programa de ajustes implicó decisiones difíciles, pero necesarias para salvar la economía de Reino Unido, cuyo Gobierno secundó a otros países de la Unión Europa en la aplicación de políticas de austeridad fiscal, con severos recortes del gasto público y otras medidas neoliberales.


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