WikiLeaks: la caja de Pandora

Jueves 02 de diciembre de 2010


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Por supuesto que están nerviosos en el gobierno de México. Sobre todo los funcionarios que operan en las áreas más sensibles de SSP, PGR, Ejército y Marina. Así que, desde ahora, el gobierno federal está armando una estrategia mediática para minimizar las revelaciones escandalosas que pudieran surgir del propio sitio de este Robin Hood cibernético o de alguna otra de sus modestas salidas: The New York Times, Le Monde, The Guardian, Der Spiegel o El País.

Sólo que menospreciar a WikiLeaks —wiki, rápido en hawaiano, y leaks, filtraciones— no será tan fácil. En sólo tres años se han forjado una sólida credibilidad con asuntos tan peliagudos como el video de un ataque estadounidense en Irak, donde mueren 12 civiles, o la lista de 13 mil 500 nombres de miembros del cuasiclandestino y ultraderechista Partido Nacional Británico. Todo lo cual le ha valido el apoyo de cientos de ONGs de todo el mundo y premios de entidades tan diversas como The Economist o Amnistía Internacional. Y por supuesto, el aval de millones de seguidores para los que esta micro, pero poderosísima conjunción de talentos, se ha convertido en un auténtico referente bajo la dirección del australiano Julian Assange, al que ahora quieren desacreditar, acusándolo de acoso sexual.

Un medio tan influyente que ha puesto al joven Obama y a la señora Clinton a parir chayotes con la paulatina revelación de 250 mil documentos que desnudan las verdaderas intenciones de la Casa Blanca en el ámbito internacional, en los que, desde sus embajadas en todo el mundo, no sólo evidencian sus labores de espionaje, sino que hurgan en la vida personal y se burlan de muchos líderes y jefes de Estado a los que en público tratan de amigos.

A ver, nadie pretende ignorar las archisabidas intervenciones armadas de Estados Unidos en cualquier lugar de la Tierra. Tan sólo en los 50 años recientes: Cuba, Vietnam, Laos, Camboya, Panamá, Granada, Libia, Irak, Somalia, Bosnia y casi cualquier sitio que se le ocurra. Así que lo de Big Garrote is watching you no es nada nuevo. Pero, de cualquier modo, jamás en la historia se había documentado con tal detalle el germen de ese intervencionismo gringo.

En el caso de México, también hemos padecido sus intervenciones con fusiles y cañones y toda la cosa. Tampoco son nuevas las injerencias disfrazadas de diplomacia. En estos 10 años de ASPAN e Iniciativa Mérida, no son un secreto ni la arrogancia de un embajador como don Carlos Pascual, que ahora nos dice cómo hacer las cosas en la guerra al narco, ni la sujeción, a veces genufléxica, de estos dos gobiernos más dependientes que nunca de las instrucciones que vienen del Norte. Pero, en cualquier caso, será muy revelador conocer los 2 mil 285 cables sobre México, provenientes en su mayoría de la Embajada de Estados Unidos, en la capital y el resto de Guadalajara, Monterrey, algunas ciudades fronterizas y con destino, todos, a Washington. 318 de ellos confidenciales y 26 calificados como secretos. Todo un banquete informativo. Por eso, más allá del morbo. Ya nos anda.

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