Analizan desde diversas disciplinas la propuesta de república amorosa de AMLO
Rafael Barajas El fisgón, Elena Poniatowska, Raquel Serur, Hugo Gutiérrez Vega y Guillermo Briseño participaron en la mesa de análisis Dimensión humanística del arte y la cultura, durante el Congreso por una República Amorosa, organizado por Morena en la Facultad de Economia de la UNAMFoto Carlos Cisneros
Arturo García Hernández
Periódico La Jornada
Sábado 17 de marzo de 2012, p. 7
La propuesta de Andrés Manuel López Obrador para la instauración de una república amorosa no es la afirmación cursi y demagógica que sus detractores se empeñan en ver, sino un planteamiento con sólidos fundamentos humanísticos, éticos, filosóficos e históricos cuyo fin último es el interés solidario e incluyente por el otro (los demás). Esa es la base de la convivencia pacífica en sociedad.
Este fue el punto de coincidencia de los participantes en la sesión de apertura del primer Congreso por una República Amorosa, con sede en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde desde distintas disciplinas se analizó la propuesta del aspirante presidencial.
Organizado por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) bajo la premisa de que "sin una reconstrucción moral de la nación no habrá cambio verdadero", el congreso sometió a discusión –en palabras de la escritora Laura Esquivel– uno de los temas que López Obrador ha puesto sobre la mesa, "un tema fundamental, porque si queremos que las cosas cambien en el país, tenemos que cambiar la manera en que nos relacionamos con los demás, tenemos que recuperar el interés real del uno en el otro: llámenle como quieran, para mí buscar una cercanía con el otro es amoroso".
El poeta Hugo Gutiérrez Vega –director del suplemento La Jornada Semanal– hizo un llamado a perderle el miedo a las palabras: “Muchas vestiduras farisaicas se han desgarrado y muchos políticos profesionales (en el peor sentido de la palabra) se han escandalizado al escuchar el discurso de Andrés Manuel López Obrador sobre la ‘república amorosa’. Estas almas diminutas le tienen miedo a la palabra amor y disfrazan sus temores acusando de cursilería a los que la utilizan en el discurso político”.
A esos señores de gustos "refinados aprendidos en esa escuela de vulgaridad y cinismo que es el duopolio televisivo" les convendría leer a autores como el cardenal jesuita Carlos María Martini, el renacentista Pico Della Mirandola, el ruso León Tolstoi y el teórico marxista Antonio Gramsci: "Ninguno de ellos teme a la palabra amor, la utilizan sin reticencias y la aplican a las más ingentes tareas políticas", dándole un "claro contenido filosófico a la praxis".
Por eso –exhortó Gutiérrez Vega– "hablemos de amor, desenmarañemos su significado, sabiendo que, como decía Juan Ramón Jiménez: quitado el amor lo demás son palabras".
En una de las mesas de trabajo, el filósofo Enrique Dussel sostuvo por su parte que tiene absoluto sentido la propuesta de una "república amorosa", porque en el ser humano el sistema emotivo es más importante que el cognitivo, y su primera y más vital manifestación es el amor a la vida.
Contrario a lo que se piensa desde una perspectiva racional, "los sentimientos no son secundarios, movilizan la acción humana".
El autor de Filosofía de la cultura y la liberación recordó que así como el odio es la tristeza por el bien ajeno o la alegría por el mal ajeno, el amor es la alegría por el bien ajeno: "Una sociedad en la que uno odia al otro, se está suicidando".
Dussel fue uno de los participantes que coincidieron en señalar que al fomentar el egoísmo, la competencia narcisista y el individualismo, el sistema económico capitalista mueve al odio, a la venganza por encima de la justicia, a la destrucción del otro para hacerlo pagar el daño que nos ha hecho: "La comunidad se funda en el amor, si no hay amor no hay comunidad, si no hay comunidad, no hay política".
Antes, el historiador Alfredo López Austin señaló que no puede haber democracia en un país violento: "Qué país puede decir que es democrático con tantas diferencias culturales y económicas" como las que tiene México.
No es que deseemos, "necesitamos una democracia que no se limite a la representación, sino participativa" y para ello es requisito que todos pasemos a integrar el Estado, con una finalidad, "el bienestar de la comunidad".
En esta sesión del Congreso por una República Amorosa también participaron la escritora Elena Poniatowska, el caricaturista Rafael Barajas El fisgón, el columnista Pedro Miguel (ambos de La Jornada), el defensor de los derechos humanos Miguel Concha, el músico Guillermo Briseño, la doctora en letras Raquel Serur, el activista pro derechos de la comunidad lésbico-gay Jaime López Velarde y la feminista Marta Lamas, entre otros.
Fuente
Arturo García Hernández
Periódico La Jornada
Sábado 17 de marzo de 2012, p. 7
La propuesta de Andrés Manuel López Obrador para la instauración de una república amorosa no es la afirmación cursi y demagógica que sus detractores se empeñan en ver, sino un planteamiento con sólidos fundamentos humanísticos, éticos, filosóficos e históricos cuyo fin último es el interés solidario e incluyente por el otro (los demás). Esa es la base de la convivencia pacífica en sociedad.
Este fue el punto de coincidencia de los participantes en la sesión de apertura del primer Congreso por una República Amorosa, con sede en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde desde distintas disciplinas se analizó la propuesta del aspirante presidencial.
Organizado por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) bajo la premisa de que "sin una reconstrucción moral de la nación no habrá cambio verdadero", el congreso sometió a discusión –en palabras de la escritora Laura Esquivel– uno de los temas que López Obrador ha puesto sobre la mesa, "un tema fundamental, porque si queremos que las cosas cambien en el país, tenemos que cambiar la manera en que nos relacionamos con los demás, tenemos que recuperar el interés real del uno en el otro: llámenle como quieran, para mí buscar una cercanía con el otro es amoroso".
El poeta Hugo Gutiérrez Vega –director del suplemento La Jornada Semanal– hizo un llamado a perderle el miedo a las palabras: “Muchas vestiduras farisaicas se han desgarrado y muchos políticos profesionales (en el peor sentido de la palabra) se han escandalizado al escuchar el discurso de Andrés Manuel López Obrador sobre la ‘república amorosa’. Estas almas diminutas le tienen miedo a la palabra amor y disfrazan sus temores acusando de cursilería a los que la utilizan en el discurso político”.
A esos señores de gustos "refinados aprendidos en esa escuela de vulgaridad y cinismo que es el duopolio televisivo" les convendría leer a autores como el cardenal jesuita Carlos María Martini, el renacentista Pico Della Mirandola, el ruso León Tolstoi y el teórico marxista Antonio Gramsci: "Ninguno de ellos teme a la palabra amor, la utilizan sin reticencias y la aplican a las más ingentes tareas políticas", dándole un "claro contenido filosófico a la praxis".
Por eso –exhortó Gutiérrez Vega– "hablemos de amor, desenmarañemos su significado, sabiendo que, como decía Juan Ramón Jiménez: quitado el amor lo demás son palabras".
En una de las mesas de trabajo, el filósofo Enrique Dussel sostuvo por su parte que tiene absoluto sentido la propuesta de una "república amorosa", porque en el ser humano el sistema emotivo es más importante que el cognitivo, y su primera y más vital manifestación es el amor a la vida.
Contrario a lo que se piensa desde una perspectiva racional, "los sentimientos no son secundarios, movilizan la acción humana".
El autor de Filosofía de la cultura y la liberación recordó que así como el odio es la tristeza por el bien ajeno o la alegría por el mal ajeno, el amor es la alegría por el bien ajeno: "Una sociedad en la que uno odia al otro, se está suicidando".
Dussel fue uno de los participantes que coincidieron en señalar que al fomentar el egoísmo, la competencia narcisista y el individualismo, el sistema económico capitalista mueve al odio, a la venganza por encima de la justicia, a la destrucción del otro para hacerlo pagar el daño que nos ha hecho: "La comunidad se funda en el amor, si no hay amor no hay comunidad, si no hay comunidad, no hay política".
Antes, el historiador Alfredo López Austin señaló que no puede haber democracia en un país violento: "Qué país puede decir que es democrático con tantas diferencias culturales y económicas" como las que tiene México.
No es que deseemos, "necesitamos una democracia que no se limite a la representación, sino participativa" y para ello es requisito que todos pasemos a integrar el Estado, con una finalidad, "el bienestar de la comunidad".
En esta sesión del Congreso por una República Amorosa también participaron la escritora Elena Poniatowska, el caricaturista Rafael Barajas El fisgón, el columnista Pedro Miguel (ambos de La Jornada), el defensor de los derechos humanos Miguel Concha, el músico Guillermo Briseño, la doctora en letras Raquel Serur, el activista pro derechos de la comunidad lésbico-gay Jaime López Velarde y la feminista Marta Lamas, entre otros.
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