La conmoción por el hijo de Moreira
HOMO ZAPPING
El
nombre de Jesús Eduardo Moreira, hijo del ex gobernador de Coahuila y
ex dirigente nacional del PRI, se convirtió en Trending Topic la noche
del jueves 4 de octubre. Los principales medios impresos elevaron el
caso a nota principal. Asesinato vil, en un contexto de descomposición y
de “matazones” en la entidad, tal como las llamó Humberto Moreira, en
una crítica nada velada a la actitud negligente de su sucesor y hermano
Rubén Moreira.
Televisa y TV Azteca desplegaron en sus
noticieros nocturnos las imágenes de Humberto Moreira adolorido. Ojalá y
en seis años de esta guerra inútil algunas de las imágenes de decenas,
cientos, miles de padres, hermanos e hijos que perdieron a sus seres
queridos hubieran sido difundidas para conmover a una clase política que
tomó como mantra la frase “no hay más ruta que la violencia” que sólo generó una espiral de mayor brutalidad y violencia.
Ese es el secreto del narcopoder que no
han querido ver nuestros imberbes burócratas: el uso de la vía militar y
del combate territorial sólo iba a potenciar su capacidad de fuego. La
violencia es parte de su negocio. Y Calderón sólo los hizo más ricos,
más impunes y con una capacidad de infiltración en todos los niveles.
Un comentario de @CarlosYanagui en Twitter recordó este diagnóstico del especialista Eduardo Buscaglia:
“La violencia que vive México no iba a detenerse hasta que empezaran a ser tocados los familiares de los políticos”.
La paradoja inevitable también fue destacada en la cuenta de @BetoCronopio:
“En el México actual, marcharán contra la violencia Javier Sicilia y Humberto Moreira”.
Un poeta y periodista crítico con un
gobernador que dejó a su entidad endeudada y tuvo que salir abruptamente
de la dirigencia del PRI para “salvar” el proyecto Peña Nieto.
Ahora le corresponderá al propio Peña
Nieto responderle a su aliado Moreira, pero también a cientos de miles
que han padecido esta espiral de violencia.
De Calderón sólo se pueden esperar ya
las últimas condolencias de un sexenio que pasará a la historia como el
más sangriento de las últimas décadas. Y ni sus ceremonias de luto por
sus amigos y ex colaboradores caídos podrán borrar su responsabilidad
histórica en esta guerra.
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