Bergoglio ocultó la complicidad del Episcopado argentino con la Junta Militar del dictador Videla
Libre Red
En el original, un memorándum sobre la reunión celebrada el 15 de noviembre de 1976 entre la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina (integrada por los cardenales Raúl Primatesta y Juan Carlos Aramburu, y monseñor Vicente Zazpe) con la Junta Militar, se expone que “el objeto de la reunión” es “ante todo, aclarar la posición de la Iglesia” sobre el golpe de Estado de ocho meses antes y el régimen dictatorial consiguiente. Como se reproduce en su versión original, tal como está archivado ese memorándum en la sede episcopal de la calle Suipacha (“Reunión de la Junta Militar con la Comisión Ejecutiva de la CEA, 15.IX.1976”. Comisión Ejecutiva de la CEA. Caja 24, Carpeta II. Documento 10.937).
En el blog de Verbitsky Iglesia y Dictadura, también se puede leer la transcripción de Bergoglio treinta años después en un libro que prologó con la frase “no debemos tener miedo a la verdad de los documentos”. En esa transcripción, el hoy Pontífice suprimió el concepto central expresado en la introducción, de “aclarar la posición de la Iglesia” y que dejaba bien claro: “De ninguna manera pretendemos plantear una posición de crítica a la acción de gobierno” dado que “un fracaso llevaría, con mucha probabilidad, al marxismo”, por lo cual “acompañamos al actual proceso de re-organización del país”. El documento original expresa de forma explícita la “comprensión, adhesión y aceptación” episcopal de ese “proceso”, “emprendido y encabezado por las Fuerzas Armadas”.
En su análisis, Verbitsky escribe:
El cotejo permite advertir el cambio en la numeración de la minuta, en cuya edición oficial se omitió que incluso a solas los tres miembros de la Comisión Ejecutiva Episcopal atribuyeron la represión sin ley a niveles intermedios, mientras destacaban “los notables esfuerzos del gobierno en pro del país” y la “imagen buena de las supremas autoridades”. Para no verse obligados a “un silencio comprometedor de nuestras conciencias que, sin embargo, tampoco le serviría al proceso” o “un enfrentamiento que sinceramente no deseamos” la Iglesia propuso abrir “un canal de comunicación” con la Junta Militar. Esa prueba de promiscuidad con la dictadura, que en el original está encabezada por el título “Lo que tememos”, fue suprimida en la recopilación de Bergoglio.
Al año siguiente, el obispo Oscar Justo Laguna, reconoció la “total ineficacia” de esa Comisión de Enlace que integraba, en una nota manuscrita a Zazpe. Sin embargo, las amables reuniones mensuales continuaron durante todo el régimen militar. Al comentar esa carta, en 2002, otro miembro de la Comisión, Carlos Galán, le escribió a Laguna: “¡Quién nos diera poder vivir de nuevo con la experiencia adquirida”. Fantasía vana. Sólo se vive una vez.
Público
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Jorge Mario Bergoglio, nuevo Papa con el nombre de Francisco, ocultó la complicidad del Episcopado argentino con la Junta Militar del dictador Jorge Rafael Videla, en un libro en el que omitió de la transcripción de los documentos originales las frases comprometedoras, según la investigación realizada por el periodista Horacio Verbitsky.
En el original, un memorándum sobre la reunión celebrada el 15 de noviembre de 1976 entre la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina (integrada por los cardenales Raúl Primatesta y Juan Carlos Aramburu, y monseñor Vicente Zazpe) con la Junta Militar, se expone que “el objeto de la reunión” es “ante todo, aclarar la posición de la Iglesia” sobre el golpe de Estado de ocho meses antes y el régimen dictatorial consiguiente. Como se reproduce en su versión original, tal como está archivado ese memorándum en la sede episcopal de la calle Suipacha (“Reunión de la Junta Militar con la Comisión Ejecutiva de la CEA, 15.IX.1976”. Comisión Ejecutiva de la CEA. Caja 24, Carpeta II. Documento 10.937).
En el blog de Verbitsky Iglesia y Dictadura, también se puede leer la transcripción de Bergoglio treinta años después en un libro que prologó con la frase “no debemos tener miedo a la verdad de los documentos”. En esa transcripción, el hoy Pontífice suprimió el concepto central expresado en la introducción, de “aclarar la posición de la Iglesia” y que dejaba bien claro: “De ninguna manera pretendemos plantear una posición de crítica a la acción de gobierno” dado que “un fracaso llevaría, con mucha probabilidad, al marxismo”, por lo cual “acompañamos al actual proceso de re-organización del país”. El documento original expresa de forma explícita la “comprensión, adhesión y aceptación” episcopal de ese “proceso”, “emprendido y encabezado por las Fuerzas Armadas”.
En su análisis, Verbitsky escribe:
El cotejo permite advertir el cambio en la numeración de la minuta, en cuya edición oficial se omitió que incluso a solas los tres miembros de la Comisión Ejecutiva Episcopal atribuyeron la represión sin ley a niveles intermedios, mientras destacaban “los notables esfuerzos del gobierno en pro del país” y la “imagen buena de las supremas autoridades”. Para no verse obligados a “un silencio comprometedor de nuestras conciencias que, sin embargo, tampoco le serviría al proceso” o “un enfrentamiento que sinceramente no deseamos” la Iglesia propuso abrir “un canal de comunicación” con la Junta Militar. Esa prueba de promiscuidad con la dictadura, que en el original está encabezada por el título “Lo que tememos”, fue suprimida en la recopilación de Bergoglio.
Al año siguiente, el obispo Oscar Justo Laguna, reconoció la “total ineficacia” de esa Comisión de Enlace que integraba, en una nota manuscrita a Zazpe. Sin embargo, las amables reuniones mensuales continuaron durante todo el régimen militar. Al comentar esa carta, en 2002, otro miembro de la Comisión, Carlos Galán, le escribió a Laguna: “¡Quién nos diera poder vivir de nuevo con la experiencia adquirida”. Fantasía vana. Sólo se vive una vez.
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