Peña, sólo un invitado más en su propia casa
Obama, Peña y Harper en Toluca. Foto: Eduardo Miranda |
TOLUCA, Edomex. (apro).- El presidente Enrique Peña Nieto fue el anfitrión. México, representado por esta capital del Estado de México, la sede de la Cumbre de Líderes de América del Norte.
Pero el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se llevó los reflectores y la “nota”. En menor medida, el primer ministro Stephen Harper.
El mexicano quedó borrado en la sesión final de la Cumbre, que fue un “mensaje a medios” y que se convirtió en una sesión de preguntas y respuestas, en la que Peña Nieto ni apareció, salvo al principio, para hacer el recuento de los logros de la Cumbre que, como en todos las cumbres y encuentros de este tipo, resulta un catálogo de buenos deseos.
Poco podía hacer Peña Nieto. Un encendido Obama increpaba con virulencia a los gobiernos de Ucrania, de Siria, de Venezuela… y aun de Rusia.
Harper lo apoyaba. Y Peña Nieto, mudo.
Quizá escudado en la doctrina Estrada –por su impulsor Genaro Estrada, canciller durante la presidencia de Pascual Ortiz Rubio–, que señala que cada país tiene derecho de autodeterminación, y que ningún gobierno extranjero debe juzgar, en cualquier sentido, a gobiernos de otras naciones.
Pero más bien el presidente Peña parecía un verdadero convidado de piedra. O no conoce a fondo, como sus pares, la situación de aquellos países… o se escudó en aquella doctrina.
Nadie le preguntó ni él quiso intervenir en los temas calientes de aquellas naciones. El grueso de las preguntas fueron dirigidas a Obama y a Harper, y ellos, por su parte, intervenían para aportar su opinión.
Peña Nieto, al margen. Nunca arriesgó una opinión.
Y eso que durante la campaña presidencial, y con énfasis en la toma de posesión, decía que en materia exterior México buscaría ser un “actor global”.
Sólo habló al principio, para anunciar los acuerdos, y al final para hablar, muy en lo general, del “gran espacio” que se quiere sea América del Norte.
Un periodista mexicano preguntó a Obama y a Harper su opinión sobre los 13 meses de gobierno del presidente mexicano. No hubo palabras empalagosas y sólo resaltaron la gran hospitalidad y cordialidad del mexicano y su pueblo.
Y aun en esta oportunidad, Obama demostró que conoce a la perfección la situación interna de México. “Enrique ha emprendido reformas extraordinarias. Pero viene un debate fuerte” por las leyes secundarias de esas reformas.
Harper, quizá con menos información que el estadunidense, sólo acertó a decir que en los 20 años del Tratado de Libre Comercio entre los tres países, “México ha tenido un impresionante crecimiento económico y social”.
Desentonó de plano el presidente Peña Nieto. Se le veía abrumado, como temiendo que alguna pregunta le moviera el piso y lo sacara del guión. En ningún momento se le vio solvente, con ideas propias, o una opinión claramente sustentada.
Obama se enciende con Siria, Ucrania, Venezuela…
Fue mucho lo que dijo Obama, de manera encendida, sobre aquellos países en conflicto. Una muestra:
“Con respecto a Siria y a Ucrania, yo considero que vale la pena señalar que en esta situación hay un país que claramente ha sido un estado clientelar de Rusia (Ucrania), y otro cuyo gobierno ha sido claramente apoyado por Rusia (Siria).
“Obviamente, la gente tiene una visión muy diferente, una perspectiva muy diferente. Y hemos visto mucho descontento que se ha dado de manera orgánica por motivo de esta relación.
“No creo que esto sea en contra de Rusia, sencillamente es una expresión de las esperanzas y aspiraciones de la gente dentro de Siria y dentro de Ucrania, que reconocen que las libertades fundamentales: libertad de prensa, de expresión, de asamblea, elecciones libres y abiertas, el poder tener una empresa sin tener que pagar sobornos, de no sufrir discriminación en la religión, o por su fe, son derechos fundamentales que todo mundo quiere tener, de los que todo mundo quiere gozar”.
Obama, sin ambages:
“El presidente (Vladimir) Putin tiene una perspectiva diferente sobre estos temas y creo que eso no es secreto. Nuestro enfoque desde Estados Unidos no es ver esto como un juego de ajedrez mundial, en donde estamos jugando en contra de Rusia.
“Nuestra meta es cerciorarnos que la gente de Ucrania pueda tomar decisiones por sí mismos acerca del futuro que tendrán, que la gente de Siria pueda tomar decisiones sin que estallen bombas que asesinan a niños y a mujeres o que haya armas químicas o que gente sufra de hambre o muera de hambre porque un déspota o un tirano quiere aferrarse al poder.”
Podrá decirse que es el tradicional lenguaje de los presidentes de Estados Unidos, con todos los calificativos que históricamente se le han endilgado.
Pero es, a final de cuentas, una posición concreta, definida, ante el mundo.
Muy menor se vio el presidente Peña en el encuentro con los medios. Sus silencios, su falta de convicción y de ideas no obraron en su favor.
Y de pena ajena cuando bromeó sobre la calidez –dijo– en que se desarrollaron los trabajos de la cumbre.
“Puedo estar seguro que el espacio de calidez que aquí hemos tenido, es muy distinto al que ahora tienen seguramente los equipos, tanto de mujeres como de hombres, que representan a Estados Unidos y a Canadá en Sochi, en Rusia, (que) están teniendo, con mayor disputa y en medio de mayor frío. Este es un lugar mucho más cálido. Sean bienvenidos ambos”… cuando ya era la despedida de la cumbre.
Ni una sonrisa mereció.
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