Fin del petrodólar, oportunidad para la refinería Dos Bocas

 
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En su artículo “How Wall Street Controls Oil”, Philip Verleger –doctor en economía por el MIT– explica cómo desde la década pasada los participantes en el mercado comenzaron a acumular reservas y a construir nuevas instalaciones de almacenamiento de crudo, lo que terminó socavando la capacidad de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para fijar precios. Este uso de los inventarios se engrana en un mercado ya de por sí altamente especulativo, el de los contratos futuros.


Debido a la naturaleza de este mercado, la mayor parte del petróleo que se comercia no son barriles reales, sino barriles de papel. Estos barriles, reales o imaginarios, deben pagarse en petrodólares, los cuales se comercian en el mercado más volátil de todos, el mercado de divisas, y en donde, al igual que en el mercado de futuros del petróleo, la mayor parte de los petrodólares no son más que aire. Sólo para dar una idea: en su libro Currencies, Capital Flows and Crisis, John T Harvey estimó que en 2004 el valor de las transacciones de divisas era suficiente para acomodar 40 veces el comercio mundial de bienes y servicios. Este casino global, montado sobre petrodólares, es lo que hoy se desmorona.
Es importante observar, como acertadamente señala Mikhail Khazin en “The End of the Petrodollar”, que la caída del WIT en terreno negativo no significa que el precio del petróleo sea negativo, sino el de los contratos futuros. No es aclaración menor. Sobre todo para quienes piensan que a raíz del desplome del WTI México debería abandonar su proyecto petrolero. Eventualmente llegará el momento de sustituir al petróleo, pero no en el mediano plazo. De acuerdo con la agencia Reuters, este año China disminuyó en 30 por ciento el subsidio a las energías renovables y aumentó, en plena pausa por el coronavirus, en 31 por ciento sus importaciones de petróleo ruso, que paga en renminbis, y disminuyó en 1.6 por ciento las compras de petróleo saudita, que paga en petrodólares.
La movida china tiene varias lecturas: 1) las energías renovables tendrán que esperar; 2) acumula inventarios porque estima una recuperación del precio; 3) China quiere petróleo real, no barriles de papel; 4) el centro de gravedad geopolítico se aleja cada vez más del petrodólar.
El reacomodo del mercado petrolero, apenas en sus primeras etapas, ha sido tal que el Urals, el petróleo ruso, normalmente con un precio 13 por ciento menor al Brent, tuvo el precio más alto del mercado el 24 de abril pasado. Añádase a esto el caso de Irán, a quien China le compra el petróleo utilizando un sofisticado diseño financiero en el que las petroleras chinas crean bancos con el fin exclusivo de firmar convenios con instituciones financieras iraníes a las que les depositan en renminbis.
El fin del petrodólar es cuestión de tiempo. Los grandes perdedores no serán las petroleras sino los bancos detrás del mercado de futuros. En este contexto México ha jugado bien sus cartas. Prueba de ello fue la negociación con la OPEP, en donde el respaldo de coberturas petroleras permitió sostener la posición mexicana. El exitoso resultado no pasó desapercibido. De acuerdo con el portal oilprice.com, la compañía petrolera más grande de China se ha planteado la idea de copiar el modelo mexicano. Pero México debería ir más allá, sobre todo frente al fin del petrodólar y del casino petrolero global: la lección de lo sucedido con el WTI no es tener mayor capacidad de almacenamiento sino fortalecer la integración vertical de la industria. Por eso el proyecto Dos Bocas y la rehabilitación de las seis refinerías son ahora más estratégicos que nunca.
Erick Limas*
*Doctor en economía por la Universidad Libre de Berlín, Alemania. https://perifractal.wordpress.com/ Twitter: @perifractal

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