“Justicia”, piden campesinos, luego de la toma de Cananea
Fernando Gómez Mont, flanqueado por Francisco Mayorga y Abelardo Escobar, durante el acto del Consejo Agrario PermanenteFoto María Meléndrez
Fabiola Martínez y Carolina Gómez
Periódico La Jornada
Miércoles 9 de junio de 2010, p. 7
Un día después del desalojo de mineros en Cananea, en un operativo a cargo de la Policía Federal (PF), el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, fue recibido con abucheos por parte de miles de campesinos que acudieron ayer al Auditorio Nacional.
Apenas fue anunciada la presencia del funcionario en el encuentro “La transformación y modernización del sector agrario en México”, organizado por el Congreso Agrario Permanente (CAP) y la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA), los asistentes empezaron a gritar, primero de manera aislada y luego en conjunto, “¡justicia, justicia!” para el caso Cananea y también en la investigación del asesinato – en octubre pasado– de Margarito Montes, quien era dirigente de la Unión General Obrera, Campesina y Popular (UGOCP).
Luego, a cada mención o saludo de los oradores hacia Gómez Mont o al presidente Felipe Calderón, hubo sonoras rechiflas. Una señora, sentada en la tercera fila de la parte baja del auditorio, se levantó y con el puño derecho en alto reclamó la actitud del gobierno en el caso Cananea. Otro asistente hizo lo mismo, pero desde el segundo nivel. Fueron en vano los llamados de algunos líderes a los presentes para que respetaran a los invitados.
Este martes, miles de campesinos fueron traídos al Auditorio Nacional; algunos, como reconocieron sus dirigentes, debieron hacer un largo viaje ya sea desde Baja California o desde Chiapas con destino a la capital del país.
A las 10 de la mañana ya estaban instalados en las butacas del inmueble y, para el momento en que fue presentado Gómez Mont, tenían más de tres horas escuchando mensajes.
Y todavía debieron atender varios discursos más, entre ellos los de Juan Leyva, de la Alianza Campesina, y de Álvaro López, de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA); el de este último encendió el repudio de los asistentes, quienes casi no lo dejaron hablar, en especial cuando dijo que en ese acto campesino no había acarreados.
Una y otra vez se pidió que respetaran a los asistentes y que no se escondieran en la clandestinidad que da el tumulto para hacer los reclamos; compartían el presidium, con legisladores y dirigentes, los secretarios de Gobernación, Fernando Gómez Mont; Agricultura, Francisco Javier Mayorga; Reforma Agraria, Abelardo Escobar Prieto, y Desarrollo Social, Heriberto Félix Guerra.
Gómez Mont permanecía en su asiento; con rostro adusto recibió las rechiflas y las muestras de rechazo; con esa misma seriedad repasó sus líneas y, cerca de las tres de la tarde, clausuró el acto, “ejercicio democrático y demostración de la representatividad del CAP”, dijo.
En su discurso mencionó que acudía ahí “con la honrosa representación del presidente de la República, don Felipe Calderón. Vengo a decirles con toda claridad la instrucción que a sus colaboradores nos ha dado el señor Presidente: ‘trabajen de cerca con el CAP, son mujeres y hombres que representan al campo mexicano’.”
El auditorio estaba calmado entonces, posiblemente por el mensaje del funcionario, pero también por la ansiedad de muchos de salir de ahí, a sabiendas que era la última fase de una larga estancia de más de cinco horas en las butacas. Mujeres y niños cansados buscaban los baños y algo de comer o beber.
Con menos público (cientos ya estaban para ese momento en la explanada del inmueble), el responsable de la política interna dio su mensaje de nueve minutos sin ser interrumpido, salvo algunas menciones aisladas acerca del caso Margarito Montes
Gómez Mont dijo que el gobierno federal procura mayor acercamiento entre organizaciones y gobierno, “no para reproducir prácticas corporativas, sino para buscar soluciones incluyentes”. También señaló que “la verdadera emancipación de quienes todavía viven en la marginación” requiere el apoyo solidario de todos.
Al final, los campesinos que permanecían en sus asientos aplaudieron y celebraron la clausura del encuentro. Enseguida se pusieron de pie y salieron presurosos a buscar a sus dirigentes, así como la ruta para encontrar, en las inmediaciones de Paseo de la Reforma, los autobuses en los que fueron trasladados a la ciudad de México.
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