La guerra antinarco de Calderón contó con recursos sin límite y prebendas a las tropas

Jesús Aranda
 
Periódico La Jornada
Miércoles 20 de marzo de 2013, p. 11
 
La guerra contra el narcotráfico durante el sexenio pasado (2006-2012) se caracterizó ‘‘por un considerable aumento en el número de operaciones urbanas, hasta ese momento inusuales –con excepción de algunas ciudades del norte–, además de profundas transformaciones en los rubros de operación, reclutamiento y entrenamiento de las tropas, aumento al presupuesto de defensa en términos reales en cerca de 50 por ciento y en el incremento a los salarios y prestaciones de la tropa y suboficiales en más de 124 por ciento en los años recientes, con el fin de hacer de la profesión militar una carrera remunerada de manera digna y atractiva’’.

Datos incluidos en el Atlas de la Seguridad y la Defensa de México 2012, elaborado por el Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (Casede), integrado por académicos y especialistas, la participación de militares en operaciones de alto impacto en contra de la delincuencia organizada –que pasó de 30 mil elementos diarios en 2006 a 45 mil 723 en el primer año de Calderón (2007)– generó en el Ejército y la Armada de México ‘‘profundas transformaciones en los rubros de operación, reclutamiento y entrenamiento’’.

Notable requipamiento

Además, fue notable el requipamiento y renovación en la forma de comunicarse con la sociedad, que se reflejó en el incremento al presupuesto de difusión de la Defensa Nacional en 809 por ciento en ese periodo.
En el apartado del Atlas sobre las fuerzas armadas elaborado por Íñigo Guevara y Moyano, se señala que ‘‘el desinterés político por invertir en la modernización militar a lo largo de décadas había llevado a que los inventarios de los medios convencionales –buques de guerra, blindados, artillería y aviación de combate– se encontraran en un estado deplorable y muy cercano a la obsolescencia, situación que hasta 2012 no se ha superado del todo’’.

El documento destaca que los programas para becar a los hijos de militares –en escuelas y universidades privadas–, créditos hipotecarios y mejoramiento en la atención médica, aunado a mejores filtros en el reclutamiento y adiestramiento de la tropa, redujo la deserción en el Ejército en 85 por ciento, al pasar de 17 mil 859 desertores por año en 2006 a 2 mil 929 en 2011.

Señala también que, a diferencia de otras administraciones, las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena) y de Marina (Semar) optaron por la compra de equipo nuevo.

Anteriormente, vehículos blindados, aviones de transporte, helicópteros, patrulleras misileras, barcos de guerra y fragatas eran adquiridos en segunda mano a Rusia, Estados Unidos, Israel, Bélgica, Francia, Reino Unido, etcétera.

En 2009 y 2010, Sedena y Semar compraron ‘‘una nueva generación de equipo militar diseñado para conflictos de baja intensidad, como los vehículos blindados ligeros SandCat para la Sedena, aviones de vigilancia CN 235 Persuader, helicópteros UH-60M Black Hawk y Bell-412, así como aviones no tripulados.

Por otra parte, Guevara y Moyano señala que la guerra contra el narcotráfico se tradujo en más de 6 mil 700 imputaciones en contra de soldados por violaciones a los derechos humanos en el sexenio pasado.
Esto motivó que la Defensa implementara una estrategia. Así, los mandos militares emprendieron una ofensiva en los medios de comunicación, que incluyó la apertura de exposiciones dirigidas al público en general, como la denominada La gran fuerza de México, lanzó la revista mensual del mismo nombre, además de anunciarse en televisión y redes sociales como Facebook y Youtube. El presupuesto de difusión de la Secretaría de la Defensa pasó de 111 mil 246 pesos en 2007 a 90 millones en 2011, con un incremento de 809 por ciento, concluye el documento.

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