Viejos errores de táctica y estrategia en la izquierda en nuevos procesos
Libre Red
Esto fue denominado como izquierdismo por el eminente revolucionario Lenin, e incluso escribió obras acerca de ello, como La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo.
El otro día mientras hablaba con una compañera de militancia, tratabamos de un país como El Salvador, en el cual los dos hemos tenido la oportunidad de permanecer un tiempo, y a cuento de esto, acabamos hablando del presidente Mauricio Funes. Aunque los dos estamos de acuerdo en que no nos gusta a ninguno de los dos, había también pequeñas diferencias de percepción, como es lógico y comprensible. Funes, aunque no es miembro del FMLN, este lo presentó como candidato a presidente y juntos fueron a por el gobierno. Los dos también admitimos que Funes ha sido una cara amable y le ha permitido a la izquierda revolucionaria FMLN ganar las elecciones pasadas en El Salvador.
Yo sostenía que aunque es alguien de corte socialdemócrata, que siempre estuvo atento a qué decía el gobierno de norteamérica y que intentaba tener contentos a unos y a otros, algo que no puede ser, y hasta que no vio un poco claro algunos asuntos no empujó de manera más clara. Ella al contrario, sostenía que él no es socialista –entendiendo la palabra socialista desde su esencia revolucionaria, como las describieron los clásicos (Marx, Engels y Lenin) y no a la forma que le ha dado la II Internacional-. Hay que desterrar la idea de que no hay que aliarse con alguien porque no es socialista, comunista o un revolucionario en toda su esencia. Si obráramos por esa regla de tres, jamás trabajaríamos por los objetivos del socialismo. Evidentemente, que las alianzas no hay que hacerlas a cualquier precio, pero tampoco hay que negarlas de manera tan simple y tajante.
Esas concepciones se dan por la educación que se nos da en el capitalismo, y través de toda clase de instrumentos que poseen los estados burgueses, como la religión, el cine, etc. En todos ellos vemos a dios y el diablo, al bueno y al malo. Sin embargo, en todo eso no se distingue lo que hay entre medias, porque ni todo es blanco ni todo es negro. Hay que entender, que a veces es necesario bandear para alcanzar algunos objetivos que nos permitan avanzar.
En el caso salvadoreño, la elección de Funes, ha supuesto la victoria para el FMLN aunque este no culminase del todo la toma del poder político y del estado, es decir, llegar a su presidencia. Pero lo que sí está claro, es que esto ha permitido, por ejemplo, meter a viejos cuadros y ex guerrilleros en funciones del gobierno –como Salvador Sánchez Cerén, que ha sido un ministro de educación formidable y el cual, actualmente ejerce la vicepresidencia- y le ha quitado los miedos a la gente sobre estos, y han visto que realmente estos quieren el bien de sus compatriotas. Incluso cambios que ha hecho el mismo Funes, han significado progresos y mejorías para el pueblo.
Esto ha supuesto un gran avance, para la ex guerrilla y en la desastrosa situación de la derecha y los pequeños logros hechos por este gobierno, a pesar de la tibiez y timidez del presidente de la república, ha permitido avanzar a las fuerzas revolucionarias. Qué vale más: ¿si mejoramos o si alguien es socialista? En función a esto que creo que queda claro que es ser un verdadero/a revolucionario/a, un verdadero/a socialista, un verdadero/a comunista.
A veces, como vemos en este caso práctico, aunque algo no parezca revolucionario, no quiere decir que no lo sea. Los procesos son algo que se dan paso a paso, y a veces, para alcanzar un objetivo concreto o un objetivo estratégico, hay que aplicar políticas zigzagueantes y hacer cosas que aparentemente son contrarias a los principios revolucionarios. Marx escribía: “ya que hace falta unirse […] pactad acuerdos para alcanzar los objetivos prácticos del movimiento pero no trafiquéis con los principios, no hagáis “concesiones” teóricas”. La tesis es clara. Alcanzar acuerdos que nos permitan progresar, pero sin sacrificar la ideología. Esto es algo que no entienden muchos de los militantes de la izquierda.
Si los revolucionarios solo nos juntáramos con revolucionarios para hacer política o con gente que opina exactamente igual a nosotros mismos, no gobernaríamos ni haríamos ningún tipo de política, porque si miramos la correlación de fuerzas existente entre los revolucionarios y los conservadores en el mundo, la balanza está de lado de los últimos. Lo que queda claro es que un buen estratega es principalmente el que aprovecha todos los recursos para cambiar en el curso la situación. Una estrategia ultra avanzada y excesivamente revolucionaria cuando no es acorde a la conciencia del pueblo y a la situación, puede conducir a la incomprensión y al fracaso, cosa que ocurre no pocas veces hasta entre las gentes más revolucionarias y preparadas políticamente. Así que aprendamos de ello y avancemos por el camino que nos permita progresar.
Arkaitz González / Gazte Komunistak
Fuente
A menudo, en la izquierda cometemos errores tanto de análisis como en nuestros posicionamientos políticos debido a concepciones cerradas o excesivamente revolucionarias, algo que ocurre no solo en las izquierdas marxistas, sino en muchos otros miembros de otros cortes de tipo revolucionario.
Esto fue denominado como izquierdismo por el eminente revolucionario Lenin, e incluso escribió obras acerca de ello, como La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo.
El otro día mientras hablaba con una compañera de militancia, tratabamos de un país como El Salvador, en el cual los dos hemos tenido la oportunidad de permanecer un tiempo, y a cuento de esto, acabamos hablando del presidente Mauricio Funes. Aunque los dos estamos de acuerdo en que no nos gusta a ninguno de los dos, había también pequeñas diferencias de percepción, como es lógico y comprensible. Funes, aunque no es miembro del FMLN, este lo presentó como candidato a presidente y juntos fueron a por el gobierno. Los dos también admitimos que Funes ha sido una cara amable y le ha permitido a la izquierda revolucionaria FMLN ganar las elecciones pasadas en El Salvador.
Yo sostenía que aunque es alguien de corte socialdemócrata, que siempre estuvo atento a qué decía el gobierno de norteamérica y que intentaba tener contentos a unos y a otros, algo que no puede ser, y hasta que no vio un poco claro algunos asuntos no empujó de manera más clara. Ella al contrario, sostenía que él no es socialista –entendiendo la palabra socialista desde su esencia revolucionaria, como las describieron los clásicos (Marx, Engels y Lenin) y no a la forma que le ha dado la II Internacional-. Hay que desterrar la idea de que no hay que aliarse con alguien porque no es socialista, comunista o un revolucionario en toda su esencia. Si obráramos por esa regla de tres, jamás trabajaríamos por los objetivos del socialismo. Evidentemente, que las alianzas no hay que hacerlas a cualquier precio, pero tampoco hay que negarlas de manera tan simple y tajante.
Esas concepciones se dan por la educación que se nos da en el capitalismo, y través de toda clase de instrumentos que poseen los estados burgueses, como la religión, el cine, etc. En todos ellos vemos a dios y el diablo, al bueno y al malo. Sin embargo, en todo eso no se distingue lo que hay entre medias, porque ni todo es blanco ni todo es negro. Hay que entender, que a veces es necesario bandear para alcanzar algunos objetivos que nos permitan avanzar.
En el caso salvadoreño, la elección de Funes, ha supuesto la victoria para el FMLN aunque este no culminase del todo la toma del poder político y del estado, es decir, llegar a su presidencia. Pero lo que sí está claro, es que esto ha permitido, por ejemplo, meter a viejos cuadros y ex guerrilleros en funciones del gobierno –como Salvador Sánchez Cerén, que ha sido un ministro de educación formidable y el cual, actualmente ejerce la vicepresidencia- y le ha quitado los miedos a la gente sobre estos, y han visto que realmente estos quieren el bien de sus compatriotas. Incluso cambios que ha hecho el mismo Funes, han significado progresos y mejorías para el pueblo.
Esto ha supuesto un gran avance, para la ex guerrilla y en la desastrosa situación de la derecha y los pequeños logros hechos por este gobierno, a pesar de la tibiez y timidez del presidente de la república, ha permitido avanzar a las fuerzas revolucionarias. Qué vale más: ¿si mejoramos o si alguien es socialista? En función a esto que creo que queda claro que es ser un verdadero/a revolucionario/a, un verdadero/a socialista, un verdadero/a comunista.
A veces, como vemos en este caso práctico, aunque algo no parezca revolucionario, no quiere decir que no lo sea. Los procesos son algo que se dan paso a paso, y a veces, para alcanzar un objetivo concreto o un objetivo estratégico, hay que aplicar políticas zigzagueantes y hacer cosas que aparentemente son contrarias a los principios revolucionarios. Marx escribía: “ya que hace falta unirse […] pactad acuerdos para alcanzar los objetivos prácticos del movimiento pero no trafiquéis con los principios, no hagáis “concesiones” teóricas”. La tesis es clara. Alcanzar acuerdos que nos permitan progresar, pero sin sacrificar la ideología. Esto es algo que no entienden muchos de los militantes de la izquierda.
Si los revolucionarios solo nos juntáramos con revolucionarios para hacer política o con gente que opina exactamente igual a nosotros mismos, no gobernaríamos ni haríamos ningún tipo de política, porque si miramos la correlación de fuerzas existente entre los revolucionarios y los conservadores en el mundo, la balanza está de lado de los últimos. Lo que queda claro es que un buen estratega es principalmente el que aprovecha todos los recursos para cambiar en el curso la situación. Una estrategia ultra avanzada y excesivamente revolucionaria cuando no es acorde a la conciencia del pueblo y a la situación, puede conducir a la incomprensión y al fracaso, cosa que ocurre no pocas veces hasta entre las gentes más revolucionarias y preparadas políticamente. Así que aprendamos de ello y avancemos por el camino que nos permita progresar.
Arkaitz González / Gazte Komunistak
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