Urge la nueva Ley General de Aguas con sentido social
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Autor:
Pablo Moctezuma Barragán
Con
la pandemia de Covid-19 el derecho al agua tiene que garantizarse.
Promotores de la Nueva Ley General de Aguas, Pedro Moctezuma y Elena
Burns preguntan: ¿Cómo recuperar la soberanía sobre nuestras aguas
después de 28 años de haberlas puesto en manos del libre mercado?
Las corporaciones privadas, mineras, inmobiliarias, de generación de electricidad, el fracking,
las refresqueras, las agroindustrias en Baja California, las cerveceras
extranjeras han sido privilegiadas desde que Salinas en 1992, bajo la
Ley de Aguas Nacionales de cara al TLCAN (Tratado de Libre Comercio de
América del Norte), impuso un sistema de concesiones libremente
adquiribles y vendibles que sólo benefician a las corporaciones. La
Comisión Nacional del Agua (Conagua) ha dado 538 mil concesiones a 6 mil
600 grandes concesionarios que han despojado a las comunidades.
México dispone aproximadamente del 0.1
por ciento del total de agua dulce disponible a nivel mundial. Un
porcentaje importante del territorio está catalogado como zona
semidesértica. La buena gestión del agua es indispensable. No hay vida
sin agua. Su dotación es estratégica para el desarrollo y para el
funcionamiento de los ecosistemas.
México recibe alrededor de 1 mil 489
millones de metros cúbicos al año de agua en forma de precipitación, de
los cuales el 67 por ciento cae entre junio y septiembre, sobre todo en
la región sur-sureste (Chiapas, Oaxaca, Campeche, Quintana Roo, Yucatán,
Veracruz y Tabasco). Ahí se recibe el 49.6 por ciento de la lluvia. De
ese totoal, el 73 por ciento se evapotranspira y regresa a la atmósfera,
22 por ciento escurre por los ríos o arroyos y 6 por ciento se infiltra
al subsuelo de forma natural y recarga los acuíferos.
Tomando en cuenta las exportaciones e
importaciones de agua con los países vecinos, México tiene 471.5 mil
millones de metros cúbicos de agua dulce renovable por año lo que lo
convierte en un país con baja disponibilidad de agua.
Es esencial aumentar la captación de
agua de lluvia por medio de cosecha de agua, construir terrazas y
pequeñas represas y gaviones para retener el agua y aumentar su
infiltración al subsuelo, almacenar agua en nuevos lagos artificiales
como el Nabor Carrillo del Plan Texcoco, el reciclaje de aguas servidas,
procurar la recarga de mantos acuíferos por medio de la reforestación
en las cañadas que alimentan a los ríos.
Se necesita un Plan de Desarrollo Urbano
a nivel nacional que impulse el crecimiento de las ciudades que son
sustentables en agua y desestime a las que no lo son. Se requiere un
Plan Maestro que comprenda obras físicas muy importantes que propicien
la inducción del crecimiento de la población en centros urbanos ubicados
en lugares adecuados por su acceso al agua.
A partir de 1992, cuando Salinas de
Gortari hizo aprobar la Ley de Aguas Nacionales de cara al TLCAN para
beneficiar a las corporaciones privadas, la dotación de agua se ha
basado en concesiones adquiribles y vendibles. El acceso al agua se
mercantilizó y se volvió un negocio. La ley de 1992 estableció a la
Conagua como única autoridad y de manera discrecional maneja el agua y
otorga los volúmenes de agua sin tomar en cuenta a las comunidades y
pueblos, a las autoridades ejidales o comunales. Este esquema propicia
grandemente la corrupción.
La lucha y movilización de los pueblos y
organizaciones civiles, universidades y distintas instituciones han
estado cuestionando esta ley y hace 8 años con la reforma al Artículo 4
de la Constitución se logró abrir paso a una nueva Ley, así se dio hasta
febrero de 2013 para reemplazar la Ley de Aguas Nacionales o “ley de
Salinas” por una nueva.
Pero los grandes intereses que dominan Conagua y los gobiernos del PRIAN
retrasaron la aprobación de una Ley que por fin garantice la
sustentabilidad y el acceso al agua para todos que tenga como base la
participación de pueblos, ciudadanía y gobiernos (asambleas, consejos,
contralorías) en la gestión del agua. Agua para Todos ha propuesto una
Nueva Ley desde la ciudadanía, pero los grandes intereses no ceden.
Pero ya estamos en la transformación de
México. Hoy el Congreso puede dar el paso histórico de garantizar agua
para la población y además darle un respiro a la naturaleza. Rompiendo
con el neoliberalismo que ha permeado a la Conagua y haciendo de lado al
“dios mercado”, para dar pie a que los intereses de la sociedad y la
naturaleza estén por encima del de las corporaciones rapaces.
Este cambio de ley es sumamente urgente
porque “Bajo la actual Ley de Aguas Nacionales, cuyo objetivo fue
concesionar las aguas, 36 millones de mexicanos tienen agua sólo
ocasionalmente, y el 30 por ciento de las clínicas rurales funciona sin
el vital líquido. A lo largo de 8 años, se ha construido una propuesta
desde la ciudadanía y los pueblos, la Iniciativa Ciudadana; a la par,
parece existir la voluntad política para lograr una transformación
profunda de los actuales modelos de gestión”. (Moctezuma-Burns)
En México existen 722 cuencas de aguas
superficiales y 653 acuíferos, agrupadas en 37 regiones hidrológicas y
13 gerencias regionales administrativas de la Conagua, que ha violado
vedas y con el esquema de la Ley Salinas se presta a la corrupción y a
la discrecionalidad, y ahora que la transformación se inicia es
sospechoso el que se haya “quemado”, en un incendio el 23 de marzo de
2019 los archivos de Conagua.
De cara a la pandemia y crisis actual es
urgente que se apruebe la Nueva Ley que dé la espalda al neoliberalismo
en la gestión del agua. Para tal efecto el 4 de febrero de 2020,
representantes de pueblos, investigadores y organizaciones de todo el
país presentaron la Iniciativa Ciudadana de Ley General de Aguas (ICLGA)
a la mesa directiva de la Cámara de Diputados. El 4 marzo, 34 senadores
sometieron la misma propuesta al Senado. Debido a su trascendencia, se
busca que sea dictaminada por conferencia entre ambas cámaras a través
de un proceso abierto.
El texto de la Iniciativa Ciudadana LGA
ha sido publicada y turnada tres veces: como Iniciativa firmada por 34
Senadores de Morena el 4 marzo; como Iniciativa firmada por los 36
diputados del PT el 14 abril, y como Iniciativa Ciudadana avalada por el
INE en Cámara de Diputados el mismo día. El 25 abril la diputada Laura
Guerra presentó una Iniciativa, y la Comisión de Recursos Hidráulicos de
Diputados está por presentar la suya. En los distintos proyectos hay
ciertos intereses en pugna, por lo que deba aprobarse una nueva ley que
resuelva los problemas a fondo y no que sirva para perpetuar los
problemas heredados.
La iniciativa ciudadana de Nueva Ley del
Agua debe estudiarse y tomarse en cuenta, pues resuelve de fondo
problemas viejos y presenta alternativas para garantizar el derecho al
agua.
Propone Consejos democratizados para la
gestión planificada de cuencas y sus aguas, la implementación de Planes
Rectores, respetar los derechos de los pueblos indígenas, ejidos y
comunidades, lograr asignaciones y concesiones para el acceso equitativo
y sustentable.
Crear Consejos con facultades para
exigir que la Conagua extinga las concesiones en donde haya intervenido
error, dolo, vicio o información falsa en sus procesos de otorgamiento. Y
que puedan exigir la revocación de las grandes concesiones que hayan
incumplido.
Una cuestión vital que plantean es poner
las bases para la participación ciudadana en los consejos de
administración de los sistemas municipales de agua y saneamiento, y
garantizar el reconocimiento y el control democrático de los sistemas
comunitarios.
La ICNLA plantea que el presupuesto
público para obras locales de agua y saneamiento –sin incluir gastos
corrientes de la Conagua– sea 0.4 por ciento del PIB, es decir 75 mil
millones de pesos; y que sean instancias ciudadanas las que garanticen
su aplicación adecuada. Esta inversión generaría empleos y bienestar a
largo plazo en cada rincón del país.
Necesitamos trabajar de cara al futuro,
ya que la gestión y el acceso al agua se puede complicar si no se toman
hoy medidas acertadas, ya que se estima que el agua renovable para 2030
por habitante en México será de 3 mil 250 metros cúbicos. En 2012 era de
4 mil 28 metros cúbicos.
Anualmente México recibe aproximadamente
1 mil 449 millones 471 mil metros cúbicos de agua en forma de
precipitación. Es importante trabajar para que no se evapore el 72.5 por
ciento, ni que el 21.2 por ciento escurra por ríos o arroyos. Es
impresionante que sólo el 6.3 por ciento restante se infiltra al
subsuelo de forma natural y recarga los acuíferos. Esto tiene que
cambiar empleando soluciones desde las localidades para aprovechar el
agua de lluvia.
Por ejemplo, la Ciudad de México recibe
45.3 metros cúbisos por segundo de agua de lluvia, de la que se va al
drenaje 15.3 metros cúbicos por segundo del precioso líquido: sólo 5.2
metros cúbicos por segundo del agua va a recargar el manto freático, y
12.8 metros cúbicos por segundo se importa de Lerma-Cutzamala. Es
importante captar el agua suficiente incorporando en este esfuerzo a
toda la población desde los pueblos, barrios y colonias, instalando la
cosecha de agua de lluvia en las escuelas, mercados e instituciones;
usando material permeable para pavimentar, sobre todo en los lugares
donde se encharca el agua, intensificando la reforestación, promoviendo
baños secos y reutilizar el agua, para no usar agua potable en baños,
jardinería, etcétera.
Luego de la pandemia van a cambiar
muchas cosas. Las necesidades de la sociedad se van a fortalecer frente a
las del mercado, los intereses populares frente a los de las grandes
corporaciones, el Estado tiene que jugar su papel y no ponerse al
servicio de intereses privados y su acumulación de grandes fortunas.
Se ha demostrado que todo tipo de
dependencias tarde o temprano salen caras y son harto perjudiciales. Ya
basta de depender del agua de afuera, de lejos, despojando a comunidades
cuando podemos obtener agua de arriba, de la que cae en nuestra tierra,
de la que nos regala el cielo.
Un cambio profundo va a afectar grandes
intereses y no será fácil, pero es la única alternativa. Es un problema
que requiere solución. Es la hora de las transformaciones y lo veremos
en este tema tan sensible y prioritario para todas y todos. Debemos
responsabilizarnos, conocer el problema y empujar las alternativas,
porque en ello está en juego el futuro.
Pablo Moctezuma Barragán**Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
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