La Jornada - El Correo Ilustrado
Cananea histórica
Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea es un libro imprescindible de reditar con el apoyo de todos los sindicatos independientes, grupos afines y, de ser preciso, de la sociedad civil. En momentos cuando el lumpen burgués empresarial y sus serviciales pujadores de empresas públicas nacionales optan por evadir toda cordura y moverse embrutecidos en el plano impune y prosaico del dinero ganado a costillas de la sociedad mexicana, y desafiando de forma directa las garantías laborales y sociales del sindicalismo nacional independiente, es obligado mover la lucha al plano de las ideas; la historia y otras disciplinas nos rearmarán y conducirán por buen camino.
Ocho meses han pasado de la toma cobarde de las instalaciones de LFC, cuatro meses de que la justicia, subordinada al gobierno federal, dio su veredicto en contra de la huelga de los mineros de Cananea. El tiempo, bondadoso y gran amigo de la verdad, nos ha ido revelando y dando la razón respecto del auténtico propósito detrás de estas dos acciones fascistas del gobierno calderonista. El pasado 6 de junio quedó todo dicho: ¡o son ellos o somos nosotros!
“Una revolución –escribió el comité central del SME de 1956, en la parte introductoria del libro citado– es el periodo más tenso de la lucha de clases, cuando una clase social envejecida e impotente abandona la escena para dar paso a una nueva clase capaz de realizar las tareas inevitables del desarrollo histórico”. Después de cien años, de nueva cuenta aquí estamos: los mineros, los electricistas, los maestros y toda la clase asalariada en su conjunto, hermanados en contra de un gobierno intransigente, desgastado y construido de ideas inconexas. Enfrentarlo con la casta que despierta el parafrasear de nuestra historia y con argumentos que nos guíen a la edificación de un nuevo pacto social será uno de tantos camino a seguir.
César Sánchez, miembro del SME
Censuran acciones contra trabajadores
El gobierno opta por recurrir a la fuerza pública para resolver problemas laborales que debieran transitar por la concertación.
El golpe a la huelga de Cananea y el desalojo de Pasta de Conchos, con la pretensión de poner las instalaciones en manos de Minera México, evidencian la falsedad del cierre por causa de fuerza mayor con la que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje determinó la extinción del centro de trabajo.
El abandono de responsabilidades sociales y quitarse la máscara y mostrar su verdadero rostro deben llevar a los mexicanos a no olvidar esta conducta hoy para con los mineros, ayer para con los electricistas y en el mañana para cualquiera de los que vivimos del trabajo y no estamos dispuestos a aceptar la política laboral que se instrumenta.
Catedráticos de derecho del trabajo de diversas universidades del país protestamos por esta forma de reprimir las acciones de los trabajadores.
María Teresa Guerra, Néstor de Buen, Alfonso Bouzas, Carlos de Buen, Octavio Loyzaga, Manuel Fuentes, Manuel Reyna, Manuel García, Octavio Cantón, Miriam Lizbeth Muñoz, Aleida Hernández, Guadalupe Zamora, Martha Moheno, Arturo Fernández, Enrique Larios, María del Carmen Macías, Perla Gómez, Felipe Ortuño y Ramón Acosta
Fuente
Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea es un libro imprescindible de reditar con el apoyo de todos los sindicatos independientes, grupos afines y, de ser preciso, de la sociedad civil. En momentos cuando el lumpen burgués empresarial y sus serviciales pujadores de empresas públicas nacionales optan por evadir toda cordura y moverse embrutecidos en el plano impune y prosaico del dinero ganado a costillas de la sociedad mexicana, y desafiando de forma directa las garantías laborales y sociales del sindicalismo nacional independiente, es obligado mover la lucha al plano de las ideas; la historia y otras disciplinas nos rearmarán y conducirán por buen camino.
Ocho meses han pasado de la toma cobarde de las instalaciones de LFC, cuatro meses de que la justicia, subordinada al gobierno federal, dio su veredicto en contra de la huelga de los mineros de Cananea. El tiempo, bondadoso y gran amigo de la verdad, nos ha ido revelando y dando la razón respecto del auténtico propósito detrás de estas dos acciones fascistas del gobierno calderonista. El pasado 6 de junio quedó todo dicho: ¡o son ellos o somos nosotros!
“Una revolución –escribió el comité central del SME de 1956, en la parte introductoria del libro citado– es el periodo más tenso de la lucha de clases, cuando una clase social envejecida e impotente abandona la escena para dar paso a una nueva clase capaz de realizar las tareas inevitables del desarrollo histórico”. Después de cien años, de nueva cuenta aquí estamos: los mineros, los electricistas, los maestros y toda la clase asalariada en su conjunto, hermanados en contra de un gobierno intransigente, desgastado y construido de ideas inconexas. Enfrentarlo con la casta que despierta el parafrasear de nuestra historia y con argumentos que nos guíen a la edificación de un nuevo pacto social será uno de tantos camino a seguir.
César Sánchez, miembro del SME
Censuran acciones contra trabajadores
El gobierno opta por recurrir a la fuerza pública para resolver problemas laborales que debieran transitar por la concertación.
El golpe a la huelga de Cananea y el desalojo de Pasta de Conchos, con la pretensión de poner las instalaciones en manos de Minera México, evidencian la falsedad del cierre por causa de fuerza mayor con la que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje determinó la extinción del centro de trabajo.
El abandono de responsabilidades sociales y quitarse la máscara y mostrar su verdadero rostro deben llevar a los mexicanos a no olvidar esta conducta hoy para con los mineros, ayer para con los electricistas y en el mañana para cualquiera de los que vivimos del trabajo y no estamos dispuestos a aceptar la política laboral que se instrumenta.
Catedráticos de derecho del trabajo de diversas universidades del país protestamos por esta forma de reprimir las acciones de los trabajadores.
María Teresa Guerra, Néstor de Buen, Alfonso Bouzas, Carlos de Buen, Octavio Loyzaga, Manuel Fuentes, Manuel Reyna, Manuel García, Octavio Cantón, Miriam Lizbeth Muñoz, Aleida Hernández, Guadalupe Zamora, Martha Moheno, Arturo Fernández, Enrique Larios, María del Carmen Macías, Perla Gómez, Felipe Ortuño y Ramón Acosta
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