Bolivia se soberaniza
miércoles 22 de septiembre de 2010
Grover Cardozo (especial para ARGENPRESS.info)
Aunque la Real Academia Española no admite el vocablo soberanizar, precisamos incorporar el término porque es útil para comprender lo que está ocurriendo en Bolivia, es decir ni las limitaciones del lenguaje pueden impedir que se reconozca que la progresiva soberanización de Bolivia es lo mejor noticia de la década.
Constatar que Bolivia hoy maneja con más soberanía sus políticas económicas, sus relaciones internacionales y también sus políticas antidroga es un dato que arrojará consecuencias a mediano y largo plazo y que puede configurar un nuevo país.
No es fácil para el presidente Morales tomar decisiones que frenan las acostumbradas “posturas imperiales de EEUU”, sobre todo en materia de certificaciones y descertificaciones en la lucha antidroga, pero Evo toma esas difíciles decisiones porque tiene clara una cuestión: De eso depende la viabilidad de todo el programa de transformaciones y sólo así tiene sentido jugarse por un nuevo proyecto de poder.
Según la Real Academia Española, la palabra "soberanía" es un sustantivo femenino que deriva del vocablo "soberano",y que en una de sus acepciones significa "la autoridad suprema del poder público", es decir que el país a través de sus representantes tiene el máximo poder sobre sí mismo o cuando menos un grado de autodeterminación razonable y suficiente.
Es cierto que en un mundo interdependiente y globalizado, la soberanía de un Estado tiene connotaciones especiales, pero es justamente por esa mayor complejidad que un Estado requiere tener mucho poder sobre sí mismo, como un gran barco que define su rumbo y no es arrastrado hacia donde sea por la primera ola que llega.
Expresado en castellano la soberanía es a un Estado lo que la dignidad y libertad es a una persona. Es decir la cualidad que define como funcionan las otras cualidades: La libertad económica, las cualidades productivas , las capacidades creativas y todo lo que implica crear riqueza y vida digna para las poblaciones.
Más allá de los conceptos de igualdad, justicia, o los postulados de la plurinacionalidad, el proceso que está en marcha en Bolivia tiene una cualidad que internamente y externamente es plausible y que ni la iglesia, los empresarios o los intelectuales liberales deben dejar de admitirlo: La reconstitución de la soberanía y la independencia del país.
Pero además cuando los países pequeños reclaman soberanía e independencia, lo único que están haciendo es exigir que las potencias y los bloques de poder globales, sean consecuentes con su prédica de libertad y democracia para el planeta. “Sean coherentes señores, no hagan trampa”.
En un mundo tan competitivo y donde las necesidades de las poblaciones se acrecientan minuto a minuto, la cuestión de la soberanía no debería ser un asunto de izquierda o derecha, porque el desarrollo es una ruta inevitablemente mediada por decisiones políticas estratégicas.
En realidad nunca debimos perder nuestra soberanía. Ahora hay que recuperar el camino. Para ser leales a su pueblo, los gobernantes no tenían que haber pasado por una escuela de formación marxista. En realidad solo necesitaban leer e interpretar con atención el postulado de independencia y soberanía plasmado en todas las constituciones anteriores.
Grover Cardozo es periodista y abogado. Fue director de ABI.
Fuente
Grover Cardozo (especial para ARGENPRESS.info)
Aunque la Real Academia Española no admite el vocablo soberanizar, precisamos incorporar el término porque es útil para comprender lo que está ocurriendo en Bolivia, es decir ni las limitaciones del lenguaje pueden impedir que se reconozca que la progresiva soberanización de Bolivia es lo mejor noticia de la década.
Constatar que Bolivia hoy maneja con más soberanía sus políticas económicas, sus relaciones internacionales y también sus políticas antidroga es un dato que arrojará consecuencias a mediano y largo plazo y que puede configurar un nuevo país.
No es fácil para el presidente Morales tomar decisiones que frenan las acostumbradas “posturas imperiales de EEUU”, sobre todo en materia de certificaciones y descertificaciones en la lucha antidroga, pero Evo toma esas difíciles decisiones porque tiene clara una cuestión: De eso depende la viabilidad de todo el programa de transformaciones y sólo así tiene sentido jugarse por un nuevo proyecto de poder.
Según la Real Academia Española, la palabra "soberanía" es un sustantivo femenino que deriva del vocablo "soberano",y que en una de sus acepciones significa "la autoridad suprema del poder público", es decir que el país a través de sus representantes tiene el máximo poder sobre sí mismo o cuando menos un grado de autodeterminación razonable y suficiente.
Es cierto que en un mundo interdependiente y globalizado, la soberanía de un Estado tiene connotaciones especiales, pero es justamente por esa mayor complejidad que un Estado requiere tener mucho poder sobre sí mismo, como un gran barco que define su rumbo y no es arrastrado hacia donde sea por la primera ola que llega.
Expresado en castellano la soberanía es a un Estado lo que la dignidad y libertad es a una persona. Es decir la cualidad que define como funcionan las otras cualidades: La libertad económica, las cualidades productivas , las capacidades creativas y todo lo que implica crear riqueza y vida digna para las poblaciones.
Más allá de los conceptos de igualdad, justicia, o los postulados de la plurinacionalidad, el proceso que está en marcha en Bolivia tiene una cualidad que internamente y externamente es plausible y que ni la iglesia, los empresarios o los intelectuales liberales deben dejar de admitirlo: La reconstitución de la soberanía y la independencia del país.
Pero además cuando los países pequeños reclaman soberanía e independencia, lo único que están haciendo es exigir que las potencias y los bloques de poder globales, sean consecuentes con su prédica de libertad y democracia para el planeta. “Sean coherentes señores, no hagan trampa”.
En un mundo tan competitivo y donde las necesidades de las poblaciones se acrecientan minuto a minuto, la cuestión de la soberanía no debería ser un asunto de izquierda o derecha, porque el desarrollo es una ruta inevitablemente mediada por decisiones políticas estratégicas.
En realidad nunca debimos perder nuestra soberanía. Ahora hay que recuperar el camino. Para ser leales a su pueblo, los gobernantes no tenían que haber pasado por una escuela de formación marxista. En realidad solo necesitaban leer e interpretar con atención el postulado de independencia y soberanía plasmado en todas las constituciones anteriores.
Grover Cardozo es periodista y abogado. Fue director de ABI.
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