México, en últimos sitios del índice de paz; mide violencia y estabilidad democrática
Fernando Camacho Servín
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de septiembre de 2010, p. 20
Debido en gran parte a los megaproyectos turísticos y económicos, y a la negación de los conflictos sociales que generan, México ocupa los últimos lugares en el índice global de paz, lista donde se consigna el nivel de estabilidad democrática o de violencia existente en diversas naciones.
Elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz –organización privada australiana–, este ranking toma en cuenta 23 indicadores cualitativos y cuantitativos, entre ellos la relación de las naciones con sus vecinos, el aumento en su gasto militar, el respeto a los derechos humanos, la aceptación de la diversidad, los niveles de corrupción y el acceso a la educación básica.
De una lista de 149 miembros, México ocupa el lugar 107, al nivel de países como Camerún, Irán, El Salvador o Camboya, señaló Pablo Romo Cedano, coordinador del Observatorio de la Conflictividad Social en México, dependiente de la organización civil Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz).
En entrevista con La Jornada, Romo explicó que uno de los principales factores causantes del actual clima de violencia en el país –además de la guerra contra el narcotráfico– es la forma en que algunas compañías nacionales y extranjeras han invadido “territorios ancestrales, ejidos y pueblos indios” para imponerles megaproyectos económicos.
“Vemos que en los recientes cuatro años se han incrementado los conflictos por la tierra y los recursos naturales, a causa de minas a cielo abierto, nuevas represas o proyectos que quieren asentarse por la fuerza en regiones donde hay gran biodiversidad, como en los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Veracruz”, dijo.
A la irrupción forzosa de estos megaproyectos en las comunidades nativas se suma la invisibilización de las protestas que generan, lo cual termina de alimentar la espiral de violencia que padece México.
“Frecuentemente la respuesta ha sido la criminalización de los grupos opositores, a quienes no se reconoce como actores en el conflicto”, con derecho a manifestar su descontento y a organizarse para resistir.
El lugar que ocupa México en el índice global de paz “representa la posición del país en cuanto a violencia. A ese nivel nos ha llevado Calderón, y habla de un gobierno incapaz de asimilar la pluralidad social y de dar alternativas de vida a la gente”, advirtió Romo.
Además de las tensiones que generan los megaproyectos, los índices de inestabilidad social se han disparado por la “guerra fratricida a la que nos ha enviado el Ejecutivo. México está en el lugar 18, de 24 en América Latina, muy cerca de Colombia, que es un paradigma mundial en el tema de la violencia”.
Para salir de los últimos lugares del ranking, consideró que el país debe reconocer su diversidad y cambiar sus programas de desarrollo para que no se impongan por los grandes corporativos, sino desde las comunidades. “En vez de hacer una guerra contra algo intangible, el gobierno debería luchar contra la ignorancia y por la educación, para cumplir con las metas del Milenio.”
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Periódico La Jornada
Miércoles 22 de septiembre de 2010, p. 20
Debido en gran parte a los megaproyectos turísticos y económicos, y a la negación de los conflictos sociales que generan, México ocupa los últimos lugares en el índice global de paz, lista donde se consigna el nivel de estabilidad democrática o de violencia existente en diversas naciones.
Elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz –organización privada australiana–, este ranking toma en cuenta 23 indicadores cualitativos y cuantitativos, entre ellos la relación de las naciones con sus vecinos, el aumento en su gasto militar, el respeto a los derechos humanos, la aceptación de la diversidad, los niveles de corrupción y el acceso a la educación básica.
De una lista de 149 miembros, México ocupa el lugar 107, al nivel de países como Camerún, Irán, El Salvador o Camboya, señaló Pablo Romo Cedano, coordinador del Observatorio de la Conflictividad Social en México, dependiente de la organización civil Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz).
En entrevista con La Jornada, Romo explicó que uno de los principales factores causantes del actual clima de violencia en el país –además de la guerra contra el narcotráfico– es la forma en que algunas compañías nacionales y extranjeras han invadido “territorios ancestrales, ejidos y pueblos indios” para imponerles megaproyectos económicos.
“Vemos que en los recientes cuatro años se han incrementado los conflictos por la tierra y los recursos naturales, a causa de minas a cielo abierto, nuevas represas o proyectos que quieren asentarse por la fuerza en regiones donde hay gran biodiversidad, como en los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Veracruz”, dijo.
A la irrupción forzosa de estos megaproyectos en las comunidades nativas se suma la invisibilización de las protestas que generan, lo cual termina de alimentar la espiral de violencia que padece México.
“Frecuentemente la respuesta ha sido la criminalización de los grupos opositores, a quienes no se reconoce como actores en el conflicto”, con derecho a manifestar su descontento y a organizarse para resistir.
El lugar que ocupa México en el índice global de paz “representa la posición del país en cuanto a violencia. A ese nivel nos ha llevado Calderón, y habla de un gobierno incapaz de asimilar la pluralidad social y de dar alternativas de vida a la gente”, advirtió Romo.
Además de las tensiones que generan los megaproyectos, los índices de inestabilidad social se han disparado por la “guerra fratricida a la que nos ha enviado el Ejecutivo. México está en el lugar 18, de 24 en América Latina, muy cerca de Colombia, que es un paradigma mundial en el tema de la violencia”.
Para salir de los últimos lugares del ranking, consideró que el país debe reconocer su diversidad y cambiar sus programas de desarrollo para que no se impongan por los grandes corporativos, sino desde las comunidades. “En vez de hacer una guerra contra algo intangible, el gobierno debería luchar contra la ignorancia y por la educación, para cumplir con las metas del Milenio.”
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