Mantendrán ritmo en alzas del salario mínimo; la meta sexenal es de 226 pesos

 

La discusión anual para el aumento del salario mínimo 2022 ha iniciado. El gobierno federal mantendrá su política de incremento significativo, la cual rompió tres décadas de aumentos por debajo de la inflación.

Luis Felipe Munguía Corella, presidente de la Conasami. Foto EE: Rosario Servin

Los aumentos al salario mínimo general (SMG) de los últimos tres años ni han destruido empleos ni han incidido de manera negativa en la inflación o en la economía y eso ha quedado demostrado, sostiene en entrevista Luis Munguía Corella, presidente de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami).

Entendido eso, adelanta que el gobierno federal mantendrá la política de incrementos significativos en el SMG, pues la meta es que al cierre del sexenio este referente sea de al menos 226 pesos diarios. Es decir, más del doble que lo registrado en 2018.

El Consejo de Representantes de la Conasami —integrado por empresas, sindicatos y gobierno— comenzará en estos días la discusión para determinar el incremento para el 2022. El SMG actual es de 141 pesos al día y para llegar a 226 pesos se requiere un estirón de 60%, lo cual se puede lograr en las tres revisiones que le quedan a esta administración, incluyendo la aplicable para el próximo año, señala el funcionario.

Luis Munguía explica que un equipo de especialistas está construyendo y analizando una propuesta de incremento. La parte patronal y la obrera llevarán al consejo las propias. La comisión propondrá un rango, el cual partirá de una cantidad que no impida llegar a la “meta decente” y se detendrá en el monto “que resista la economía”. Todo con base en una metodología rigurosa, dice, “los datos hablan”.

De entrada, a principios de este año el Congreso reformó la Ley Federal del Trabajo para que los aumentos anuales estén por encima del alza de los precios al consumidor. “El Banco de México dice que la inflación cerrará al 6%, el incremento tiene que ser por arriba de ese porcentaje”.

Hasta hace unos años, comenta, “había una fuerte creencia de que subir los salarios mínimos provocaría desempleo”. Desde la década de los años 80, el aumento que se acordó quedó por debajo de la inflación, por eso “el poder adquisitivo de los trabajadores cayó de manera abrupta”.

“Creencia”, dice. El cambio de enfoque en la presente administración ha demostrado que hay espacio para mejorar las condiciones de este referente y que el incremento al salario mínimo “aumenta el consumo y dinamiza la economía”. Fue un gran giro a la anterior política salarial federal, agrega.

Dos veces la línea de bienestar

El funcionario cumplió hace unos días un año en el cargo. En 2018, Luisa María Alcalde, titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), nombró como presidente de la comisión a Andrés Peñaloza. En octubre de 2020, a Luis Munguía. Antes de ellos, por casi 30 años, estuvo al frente del organismo Basilio González Núñez, quien opinaba que los aumentos salariales traerían despidos masivos.

Munguía Corella es doctor en Economía por la Universidad de California en Irvine. Antes de llegar a la presidencia de la Conasami, fue su director técnico y secretario, el segundo puesto más importante, como él lo explica.

“Desde que entré, en diciembre de 2018, dirigí los estudios, investigaciones, análisis y propuestas que se envían al consejo. Lo hacía con un equipo de economistas jóvenes”.

Esas propuestas se tradujeron en un primer aumento de 16% al salario mínimo en la mayor parte del país, al pasar de 88 a102 pesos para 2019. Para la zona libre de la frontera norte (ZLFN) el incremento fue del 100%, en esa parte del país el incremento llegó a 176 pesos. En los últimos tres años los salarios mínimos han tenido un crecimiento de casi 60 por ciento.

“Es necesario que el trabajo mexicano esté bien remunerado. Antes, el salario mínimo no era suficiente para que los trabajadores compraran una canasta básica alimentaria, que es el umbral para salir de la pobreza, nada más”, según el Consejo Nacional de la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

“Con un salario mínimo, el trabajador era pobre”. En cambio, la meta de 226 pesos diarios para el año 2024 “es dos veces la línea de bienestar del Coneval”, detalla. En agosto pasado, el SMG cubría el “128% del valor de la canasta alimentaria, más no alimentaria”, de acuerdo con el último Informe Mensual del Comportamiento de la Economía.

Algunos sectores reclaman aumentos más amplios y rápidos, pues según la Constitución, el salario mínimo de una persona debe ser suficiente para mantener a una familia, que en México se compone en promedio por cuatro personas. “La crítica es real y es una buena”, reconoce el funcionario.

A más largo plazo se podrá alcanzar ese rango, dice. De otra manera sí podría haber un efecto negativo, como ocurrió en países como Colombia. “Lo que se recomienda es hacerlo de manera gradual” y comunicarle la meta a las empresas para que tengan tiempo de prepararse.

Sin embargo, al final de este gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, el SMG será poco más del doble del que se tenía al inicio de la administración. “Después del sexenio podría alcanzar más, pero no se puede hacer tan rápido”.

Efecto faro a la mexicana

En México, las personas trabajadoras del sector formal ganan en promedio 13,141 pesos al mes, con cifras de septiembre pasado, informa Luis Munguía. Quienes laboran en el sector informal ganan 5,280 pesos mensuales en promedio. En muchos países, el salario mínimo tiene efectos en los sueldos del sector informal, es el efecto faro, llamado así por la reconocida economista Sara Lemos, quien, tras una investigación en Brasil, encontró que los aumentos en la formalidad influían positivamente en la informalidad, explica el funcionario.

Pero “en México no. En México a las empresas informales no les importa si el salario mínimo sube, no hay impacto en el ingreso”.  Este país había sido “un caso especial, porque muchos contratos colectivos estaban tasados en salario mínimo, iban subiendo en escalafón”, entonces la interpretación era más bien que se incrementaban los salarios más altos.

Por otro lado, la pandemia cambió la base sobre la cual poder hacer proyecciones u observar resultados a futuro. En el primer año de aumento, en 2019, “se redujo la informalidad”, sobre todo en la zona libre de la frontera norte, donde el monto se duplicó, dice. Quizá fue porque muchas personas “decidieron moverse a la formalidad, al ver que pagaba más”. Luego de eso, y de una crisis mundial, “no hemos visto ningún impacto en el sector informal hasta ahorita y no creo que cambie porque es algo más de cultura”.

A finales de 2020, la Conasami mantuvo su política de incremento salarial para 2021 a pesar de la pandemia. “Vimos que aunque las empresas estaban en un momento difícil, el impacto del salario mínimo iba a ser 0.4% a sus costos laborales. Era poco, no va a tener un impacto fuerte en las empresas, pero sí iba a ayudar al consumo”. Eso quedó demostrado en la frontera norte, pues el año pasado el consumo “fue mucho más alto, cayó menos el empleo y se recuperó más rápido”.

Sobre la inflación, un problema que se le achaca constantemente al salario mínimo, el funcionario comenta que se debe más a las redes de producción global. La pandemia paralizó muchas industrias y ahora hay escasez de insumos, como semiconductores o productos agrícolas, incluso de energéticos, señala. “México es un país importador y exportador, muchos de los productos los transformamos luego van para afuera, dependemos todavía mucho del exterior” y las empresas estaban pagando a veces al doble lo que antes conseguían más barato.

Zona norte vs zona sur

Esta administración determinó que para la frontera norte habría otro salario. “Tiene que ser más alto que en el resto del país porque en esa zona hay muy buenos incentivos fiscales. Los cálculos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) demuestran que el beneficio ha sido más alto que el costo por el salario mínimo”.

El presidente Andrés Manuel López Obrador también ha mencionado la intención de crear otra zona especial para la frontera sur, la cual tendría un salario mínimo mayor. Sin embargo, la Conasami no ha definido de cuánto podría ser el aumento.

“El principal problema es que ahí tenemos un grado de informalidad muy alto, comparado con el norte”. Ocurre exactamente lo opuesto: mientras en los estados sureños la formalidad es de 30% y la informalidad del 70%, en la región de la frontera con Estados Unidos el 70% de las personas labora en el sector formal.

No es que el salario mínimo produzca informalidad, se apresura a aclarar, “sino que el aumento no tiene tanto impacto. Difícilmente en ese sector se puede obligar a los empleadores a pagar el salario mínimo. Por eso se sigue considerando una opción, pero el impacto no sería tan alto”.

Luis Munguía también habla sobre el salario mínimo de las personas jornaleras y las trabajadoras del hogar. El año pasado finalmente pudieron entrar a la lista de salarios mínimos profesionales, sin embargo, los montos de 160 y 154, respectivamente no dejó conforme a ninguno de esos dos sectores. “

El objetivo era que entraran a la lista, porque era muy difícil. Al interior del consejo hay mucha resistencia a que entren nuevas profesiones y cuestionan por qué es necesario. Lo intentamos en 2019 y en 2020 lo logramos, ya están adentro ahora será más fácil” negociar un aumento.

“Sí se va a seguir subiendo el salario mínimo de trabajadoras del hogar y jornaleros, el gobierno sí lo está impulsando. Dentro del consejo, en las reuniones, les he dicho que vamos a subirlo, perseguimos una meta entre 280, 300 pesos”.

 

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