Calderón "nos partió toda la madre"

Gustavo Sánchez (@gust_sanchez)/SDP | 07 de Septiembre, 2010 - 21:32
Envía8 .Ya no es como antes de octubre del 2009. Ahora, aparte de hacer la comida, los quehaceres de la casa y llevar a la escuela a sus hijos, tienen que estar en actos como éste, afuera de la Cámara de Diputados, con sus maridos. Al grito de “¡esme, esme, esme, esme!”, con el puño en lo alto, las mujeres del Sindicato Mexicano de Electricistas están en la misma lucha de sus esposos, para que el Gobierno les regrese el empleo, después de la extinción de Luz y Fuerza del Centro.

Tres mujeres están sentadas juntas, frente a las vallas que marcan el acceso a la Cámara de Diputados, sobre la calle Emiliano Zapata. Al lado de ellas, descansa un cartel que reza: ¡ALTO! Disculpe las molestias de este movimiento. Mujeres y hombres luchando por su trabajo. Josefina Govea está en un banquillo. Ataviada por un mandil rojo, que abajo muestra una sudadera blanca. Viene desde Ecatepec. Es esposa de un trabajador de un ex trabajador de la extinta compañía Luz y Fuerza del Centro, al que le faltaban seis meses para jubilarse, después de casi 27 años de trabajo.

"No se me hace justo... 44 mil personas a la calle", sopesa la acción de Felipe Calderón.

-¿Y por qué la mayoría decidió liquidarse?- se le cuestiona.

"Porque fue con el engaño de que los iban a recontratar, lo que sólo ha sucedido con unos cuantos. A la mayoría de los que yo conozco, que cobraron (la liquidación que les ofreció el Gobierno Federal), por ejemplo mi cuñado, no les ha funcionado. Es que nosotros no somos empresarios", justifica en medio de la música a todo volumen que se escucha.

La señora Josefina asegura que está aquí porque quiere mucho al Sindicato. "A mí me dio mi casa, un carrito, todo, todo lo que tengo ha sido gracias al trabajo de mi marido; muchos dicen que son privilegios, lo que para nosotros son derechos".

La señora, de mirada larga y suspiro corto, dice que ahora su esposo tiene que andar de taxista. En el SME se les apoya con desayunos y comidas. Pero tienen una hija de Preparatoria, que mantener. Josefina, por un problema físico, no puede trabajar. Por eso, casi todo el tiempo está sentada. Pero su esposo sí lo ha hecho. "No es un holgazán", refuta.

Y confiesa: "A mi hija antes le daba 250 pesos a la semana, para los pasajes que salen muy caros allá en el Estado, y para que comiera algo por la mañana; ahora sólo le podemos dar la mitad".

Josefina presenta a Norma Carrillo y a Mari Garrido. Las tres se conocieron en este movimiento de resistencia y se han vuelto muy amigas.

En el caso de Norma, también su marido estaba a punto de jubilarse. Ahora, acepta, vende tacos para ayudar a la economía familiar.

-Sólo pedimos una solución... nos han querido ver la cara... los medios han contribuido a una mala imagen del movimiento.... Es tan simple como que regresen los trabajos que quitaron... se suponía que era el gobierno del empleo.

Cuando la señora Carrillo hablaba, entra una cuarta que no estaba en la plática. Saluda.

"Pues ¿qué creen? Le queríamos armar un desmadre a Peña Nieto (el pasado domingo en su Quinto informe de Gobierno). Pero Martín (Esparza) nos dijo que no", expone María De Gante, una mujer atrabancada. Muchos la podrían considerar radical porque a cada rato la desborda su coraje.

"Calderón nos partió toda la madre", señala, tras explicar cómo se ha visto afectada en los campos de flores, donde ahora tiene que trabajar, para mantener a uno de sus hijos.

De Gante se vio afectada tanto por su esposo, quien también ya iba a jubilarse, como por su hijo, que apenas llevaba tres años en el trabajo.

La plática entre esas cuatro mujeres --que a veces sumaba oyentes-, fue interrumpida cuando por la bocina se pidió atención. Estaba a punto de salir Martín Esparza. Había terminado la mesa de diálogo con el Presidente de la Cámara, Carlos Ramírez Marín, y otros diputados.

Se escucha el coro: "Y dicen, y dicen, que estamos liquidados, aquí les demostramos, que están equivocados".

Son más de tres mil personas las que gritan afuera de San Lázaro.

No están los cerca de 16 mil trabajadores que no aceptaron lo que les ofreció el gobierno.

Pero están las esposas, como Josefina, Norma, María...

Está la esperanza de que, casi once meses después de que desapareció su empresa, el Gobierno les dé una solución.

Solución que sólo entienden como otro trabajo.

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Después de unas horas, los manifestantes se retiraron. El Comité Central del SME aseguró que ahora negociarán en la Cámara de Diputados, donde el presidente de la misma les dijo que "tienen las puertas abiertas".

Muchas otras puertas, ya se les han cerrado.
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