Informe de sangre y miedo

Salvador Cosío Gaona

De más pena que gloria es el balance en cuatro años de administración de Felipe Calderón, que nada nuevo, ni nada bueno tiene que informar.

Su escasa estatura no sólo en términos físicos le ha ceñido una venda en los ojos que le impide ver lo que para el resto es habitual: pobreza, marginación, inseguridad, corrupción, impunidad, incapacidad gubernamental, parálisis legislativa, estado de sitio, caos y desorden generalizado en todos los rubros gubernamentales.

Sin experiencia para gobernar, sin equipo de trabajo, sin consensos políticos y sin legitimidad social, Calderón llegó a la presidencia de la república con la vaga experiencia de haber representado un mediocre papel como legislador federal y un cuestionado desempeño al frente de Banobras y de la Secretaría de Energía.

Empecinado en lograr con las armas y el Ejército lo que no pudo conseguir en las urnas, provocó una escalada de violencia sin precedentes en la historia moderna del país, con una “guerra” emprendida por su gobierno, que al verla perdida la endilgó a la sociedad, a la cual ahora pretende corresponsabilizar.

Es sencillo buscar el aplauso y aprovechar la reforma constitucional que ya no obliga al Ejecutivo a comparecer ante la Cámara de Diputados para reunir a paleros y serviles funcionarios en un ejercicio más que de rendición de cuentas, de lucimiento personal y de intento por privilegiar la imagen antes que el servicio.

Las consecuencias de las acciones emprendidas desde el gobierno son del conocimiento público y es la verdad que Calderón pretende opacar con cortinas de humo como el operativo en que supuestamente murió Nacho Coronel o con la detención de “la Barbie”, actos que contrastan con la realidad que vivimos.

En estos cuatro años el número de muertos por ejecuciones ha llegado casi a los 30 mil, lo que significa unos 20 muertos por día; el número de mexicanos pobres es del orden de los 55 millones, mientras que los pobres en grado extremo son alrededor de 30 millones; el país ha retrocedido en competitividad, el sector turístico se ha rezagado por las emergencias sanitarias, la inseguridad pública y la falta de políticas claras que incluso buscaron la desaparición de la Secretaría de Turismo; ha habido aumentos en impuestos; se cobra por todo, incluso por ahorrar; y si antes alguien no podía comprar un artículo “suntuoso”, ahora menos porque también fueron gravados; unos 35 mil trabajadores fueron desempleados por decreto presidencial al desaparecer Luz y Fuerza del Centro, y hay una política de persecución política por consigna contra el sindicalismo no alineado con Calderón.

El crimen organizado y el desorganizado han matado por igual a candidatos a gobernadores, presidentes municipales, diputados, empresarios, deportistas, artistas, académicos, reporteros, policías, hombres, mujeres y niños. El país se convulsiona en medio de fuego y sangre, la miseria corroe el tejido social, la falta de empleos y oportunidades propicia el desorden y acrecienta la inseguridad en un círculo vicioso que no termina.

salvador.cosio@hotmail.com

Fuente

Comentarios