México: En algún lugar… Crisol calderonista

miércoles 22 de junio de 2011

Laura M. López Murillo (especial para ARGENPRESS.info)

“El carácter de una persona lo determinan los
problemas que no puede eludir y el
remordimiento que le provocan los que ha
eludido.”
Arthur Miller

En algún lugar agudo y sombrío, donde deambulan los espectros de la frustración, se derrumban todas razones por el hechizo incontenible de las obsesiones y por una grieta en la mazmorra de las decepciones se filtra el eco espeluznante de un delirio...

Arthur Miller escribió el drama “Las Brujas de Salem” como una crítica a la feroz persecución de simpatizantes comunistas emprendida por el senador McCarthy, en un clima de intrigas y delaciones es la alegoría de los procesos, juicios y sentencias de un puritano moderno. Es por eso que la expresión “cacería de brujas” abandonó el ámbito literario para describir el fanatismo exacerbado de la clase gobernante.

En México, la cacería de brujas se consolidó como uno de los procedimientos más contundentes en situaciones de extrema urgencia política, como la caída estrepitosa en el índice de popularidad, la generalización del repudio, la obsesión por el poder, la amenaza galopante de una derrota electoral, entre otras. Uno de los rasgos que distingue a la cacería de brujas es la exacerbación de los ánimos, cuando se inflaman las fibras de la frustración y se enardecen todos los motivos. Las decisiones suelen ser producto de la ira contenida y de la desesperación, las acciones no se planean, se improvisan, y los motivos se suponen, no se fundamentan.

Los resultados suelen ser desastrosos, contraproducentes. El conjuro malévolo se revierte. Vgrs: el juicio de desafuero emprendido en el foxismo contra Andrés Manuel López Obrador, el Michoacanazo y el caso de Jorge Hank Rhon. Y las brujas perseguidas resurgen como víctimas y mártires de un criterio obtuso, doloso y beligerante; y sobre los verdugos caen las maldiciones de la prepotencia, el abuso y la ineficiencia. Pero la perversidad es un elixir vaporoso que impregna el entorno, y en los círculos ajenos a la inquisición política surgen paladines oficiosos, propagadores serviles. La cobertura mediática de los escándalos políticos enjuicia y condena a los involucrados en un espectáculo que pretende encubrir los excesos, errores u omisiones de los inquisidores. La imparcialidad y la objetividad, como esencia de la información se transfiguran, los sondeos manipulan la opinión para imponer la visión de comunicadores orgánicos y una entrevista es la oportunidad para exhibir la malévola condición del entrevistado en un juicio sumario. Y la cacería se convierte en entretenimiento masivo.

No!... No me imagino cuál sería el título de esta frustrada cacería calderonista pero me queda claro que no fue una quema de brujas sino una vulgar llamarada de petate y que aún para urdir perversidades se requiere una pizca de talento para derrumbar todas razones con un hechizo incontenible y filtrarlo en el eco espeluznante de un delirio…

Laura M. López Murillo es Lic. en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos Especializada en Literatura en el Itesm.

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