Cristina Fernández se despide con acto masivo en la Plaza de Mayo

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Cristina Fernández de Kirchner dijo ayer adiós a la presidencia de Argentina en un acto mutlitudinario en Buenos Aires. No acudirá esta mañana al Congreso a la ceremonia de traspaso a su sucesor, Mauricio Macri, porque debido a una medida cautelar podría incurrir en el delito de usurpación de funciones. Como último acto en la Casa Rosada, descubrió un busto de su esposo y antecesor, el fallecido Néstor KirchnerFoto Ap
Stella Calloni
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 10 de diciembre de 2015, p. 32
Buenos Aires.
Jamás pensé que iba a ver a un presidente cautelar durante 12 horas en mi país, dijo este miércoles la presidenta saliente de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, ante cientos de miles de manifestantes que colmaron aquí la Plaza de Mayo y se extendieron a lo largo de las calles adyacentes, a los que agradeció el apoyo durante sus ocho años de gobierno y los cuatro que gobernó su fallecido esposo, Néstor Kirchner.
Argentina tendrá tres presidentes en menos de 24 horas. La juez federal María Servini de Cubría, esposa de un militar de la Aeronáutica, dispuso que el mandato de Fernández de Kirchner finalice a las 23:59 horas de este miércoles, y el de Mauricio Macri comience a las cero horas de este jueves; pero Macri sólo podrá asumir una vez que haya jurado ante el Congreso, por lo que el presidente del Senado, el macrista Federico Pinedo, fungirá como jefe de Estado, dispuso la magistrada.
El detonante de esta insólita situación fue la exigencia del presidente electo de que Fernández de Kirchner le entregara la banda presidencial y el bastón de mando en la Casa Rosada y no en el Congreso, como manda la Constitución.
Fernández de Kirchner dijo en su último acto masivo como presidenta que le hubiera gustado entregar los atributos del mando ante la Asamblea Legislativa, máximo órgano popular y federal de nuestro país, lo que fue frustrado e impedido por la asombrosa resolución de la juez Servini ante un pedido de Macri en ese sentido.
Vergüenza nacional, se leía en algunas pancartas en la Plaza de Mayo. Se escuchaba el grito: golpe de Estado, golpe de Estado.
Fernández de Kirchner dijo que no podía hablar mucho porque a las 12 de la noche me convierto en calabaza.
La multitud de jóvenes integrantes de distintas organizaciones del kirchnerismo, que constituyeron el grueso de los que llegaron a la plaza, a los que se sumaban familias enteras, movimientos sociales y sindicales, hicieron sonar sus cánticos.
La presidenta saliente recordó que pese al fin de su gestión, la tarea sigue, y remarcó que el lugar natural del militante no debe ser siempre el gobierno, sino junto al pueblo. Sin nombrar al derechista Macri, lo aludió al recordar que es distinto ser miembro de un gobierno popular que de un gobierno con impunidad mediática; son dos cosas deferentes.
Exigió que en la próxima etapa haya una Argentina sin censura y sin represión... Espero que podamos gozar, además de las conquistas sociales, del progreso económico, la misma libertad de expresión que han tenido en estos 12 años y medio.
Recordó cómo los grandes medios la injuriaron y la denostaron con insultos y calumnias. Denuncias nunca comprobadas contra ella, su familia y sus funcionarios, en una verdadera guerra sucia que perduró a lo largo de su gobierno, sin que interviniera ningún organismo internacional.
Su discurso, en el que destacó los logros sociales, económicos y políticos que exigió sostener y mejorar, fue impactante, sereno, pero fuerte.
Antes descubrió un busto de su esposo y antecesor, Néstor Kirchner (2003-2007), en el salón de los presidentes en la Casa Rosada. Acto en el que la acompañó, conmovido, el gobernante boliviano Evo Morales, quien la ayudó a develar el busto y que este jueves asistirá a la ceremonia de investidura de Macri como presidente de Argentina.
Creo que el trabajo sigue con más fuerza que nunca, insistió Fernández en el acto, al que asistieron sus ministros, miembros de organizaciones de derechos humanos, su hijo Máximo y su pequeño nieto Néstor Iván, quien la interrumpió con el grito: te amo, abuela.
Fernández, quien destacó la presencia de Daniel Scioli, ex candidato presidencial que perdió por dos puntos y medio porcentuales ante Macri, afirmó que en distintos países de la región se intenta, y en algunos casos se logra, cambiar lo que fue y lo que es y lo que seguirá siendo: la conquista de derechos, avances y progresos logrados con dificultades.
Se mostró convencida de que la gente va a defender cada uno de esos derechos adquiridos, y advirtió que existe una agenda que desde afuera se ha escrito para la región, y que, según su visión, tiene tres ejes fundamentales: uno político; el segundo, una hegemonía mediática en la batalla de las ideas, y un tercero al que denominó partido judicial, un trípode sobre el cual se opera en los distintos países de la región.
Cada uno de ustedes y de los 42 millones de argentinos tiene un dirigente adentro y cuando sea necesario puede tomar su bandera y defender sus derechos y el de los pueblos, sostuvo, y expuso: “hemos dado el empoderamiento popular de la libertad, la independencia y los derechos para ser defendidos”.
Se vio llorar a muchas mujeres humildes y las miles de banderas agitadas en la noche daban cuenta de que esta es la primera vez en la historia que un presidente se despide ante una multitud semejante, lo que es también un fuerte mensaje político.
Nadie quería moverse y los funcionarios salientes se mezclaron con la multitud, también las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Una intensa emoción perduró por mucho tiempo en el lugar y hubo expresiones duras de los jóvenes a los medios de comunicación masiva, que fueron el principal protagonista en los ataques cotidianos contra la presidenta y su gobierno.
Este jueves el nuevo presidente comienza su agenda poco después de las 11 de la mañana viajando en un Cadillac descapotable hasta el Congreso; seguirá luego en la Casa Rosada, y cumplirá los pasos protocolares de siempre.

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