Odebrecht, perseguida en Brasil, consentida en México

PROCESO 


5 de diciembre de 2015
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Pobladores de municipios cercanos a la cuenca del Río Pescados, en Veracruz, protestan por el proyecto de hidroeléctrica, que el consorcio trasnacional Odebrecht pretende construir en la zona. Foto: Yerania Rolón
Pobladores de municipios cercanos a la cuenca del Río Pescados, en Veracruz, protestan por el proyecto de hidroeléctrica, que el consorcio trasnacional Odebrecht pretende construir en la zona.
Foto: Yerania Rolón
El gigantesco consorcio brasileño Odebrecht ha actuado “como un cártel” en su país de origen y en otros de América y Europa. México no es la excepción, pero aquí el gobierno federal –al contrario que en otras latitudes– no sólo la consiente con contratos multimillonarios sino que le ofrece la posibilidad de realizar negocios con toda opacidad y una trinchera desde la cual hacerse fuerte mientras enfrenta investigaciones en otros sitios. Y las baterías del emporio sudamericano están enfocadas en Pemex.
MÉXICO, DF (Proceso).- Marcelo Odebrecht, heredero de una de las trasnacionales de la energía y la construcción más grandes de América Latina, está preso. Enfrenta en Brasil una serie de procesos por el presunto pago de sobornos para obtener contratos, algo que ya motivó la apertura de investigaciones en otros seis países. No es el caso de México, donde su empresa se consolida en el sector energético con opacidad y gracias a grandes beneficios concedidos por el gobierno.
Con presencia en el país desde 2005, cuando se le asignó la reconfiguración de una refinería, el despegue de la empresa en México se inició en 2011. Pemex Gas y Petroquímica Básica (PGPB) subastó el proyecto denominado Etileno XXI, en Nanchital, municipio colindante con Coatzacoalcos, en Veracruz, para que construyera y operara un megadesarrollo petroquímico a través de la subsidiaria Braskem, en sociedad con la mexicana Idesa.
Previsto para inaugurarse este mes, Etileno XXI ha sido publicitado como la mayor obra en su tipo de América Latina. Su proveedor será PGPB, que le suministrará gas etano para la producción de etileno, polietileno, polipropileno y otros derivados, con precios y contraprestaciones que permanecen ocultos.
El proyecto de Nanchital no es el único en el que Odebrecht participa. Otra obra opaca, considerada la inversión más grande del sector energético mexicano en décadas, es el gasoducto Los Ramones, que para la construcción de su segunda fase, contrató a la mencionada empresa brasileña, en asociación con la mexicana Arendal y la argentina Techint. Ninguna plataforma de transparencia tiene registro sobre el contrato. Sólo por comunicados se sabe que la obra –de 450 kilómetros de longitud– fue asignada por 935 millones de dólares (15 mil 573 millones de pesos).
Meses antes de conseguir dicha asignación, Marcelo Odebrecht visitó México y fue recibido en la residencia oficial de Los Pinos. El 1 de octubre de 2013, tras una reunión privada con el presidente Enrique Peña Nieto, la Presidencia de la República emitió un comunicado anunciando que la gigantesca compañía sudamericana invertiría 8 mil 100 millones de dólares (134 mil 907 millones de pesos) en el país durante los siguientes cinco años, es decir, en el resto de la administración peñanietista.
A mediados de 2014, el escándalo de los sobornos golpeó la imagen del consorcio y llevó a procesos judiciales tanto a la empresa como a su dueño, en Brasil, mientras que los gobiernos de Perú, Ecuador, Panamá, Portugal, Italia y Suiza abrieron investigaciones y auditorías sobre sus contratos, luego de que el magnate Odebrecht fuera detenido y encarcelado el pasado 19 de junio.
Fue justo el periodo del escándalo y la prisión, durante el cual la firma brasileña incrementó sus contratos en México hasta superar los 35 mil millones de pesos sin que ninguna instancia haya transparentado al menos los datos relativos a sus contratos en el sector petrolero.
Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 2040, ya en circulación 

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